Meloni todavía no sabe jugar en Bruselas: Italia se queda aislada en el reparto de cargos en la UE

Giorgia Meloni y Viktor Orban posan para una foto familiar antes del Consejo Europeo en Bruselas, este jueves.

Giorgia Meloni todavía no sabe jugar al juego europeo. La jefa del Gobierno italiano quedó sola y aislada la noche del jueves en Bruselas cuando los dirigentes de los 27 se sentaron a certificar la renovación de las presidencias de las instituciones europeas. La italiana, que venía enfadada porque el pacto había cocinado entre las grandes familias políticas tradicionales (conservadores, liberales y socialistas), dejando fuera a la extrema derecha que ella quiere representar a la espera de saber qué pasa en Francia con Marine Le Pen, salió frustrada.

La cumbre cerró justo después de la medianoche con el anuncio de que la conservadora alemana Úrsula Von der Leyen seguirá cinco años más como presidenta de la Comisión Europea, el socialista portugués António Costa presidirá el Consejo Europeo en sustitución del liberal belga Charles Michel y la liberal estona Kaja Kallas tomará el relevo del hispano-argentino Josep Borrell como jefa de la diplomacia. Era lo previsto y lo traían pactado el alemán Olaf Scholz y Pedro Sánchez por los socialistas, el polaco Donald Tusk y el griego Kyriakos Mitsotakis por los conservadores y el francés Emmanuel Macron y el holandés Mark Rutte por los liberales.

La típica negociación bruselense había dado una mayoría suficiente para sacar adelante los nombramientos (Von der Leyen y Kallas necesitarán ratificación parlamentaria, no Costa) porque los países que mostraban rechazo o reticencias (Italia, Hungría, Eslovaquia y Chequia) no sumaban minoría de bloqueo. La cumbre debía servir, según el plan de Charles Michel, para sumar a todos los posibles (la Hungría de Orban estaba descartada) al acuerdo, sobre todo en el caso italiano. Pero no salió lo previsto. Mientras el primer ministro checo Fiala y el presidente eslovaco Pellegrini (en sustitución del convaleciente primer ministro Robert Fico) negociaban y terminaban por votar sí a los tres nombramientos, la italiana Meloni quedaba aislada.

Fuentes diplomáticas de varios países fueron contando durante la tarde cómo avanzaba la negociación y que la abstención de Meloni en los tres casos era el objetivo y estaba al alcance de la mano. La italiana quiere jugar a tantas bandas que no le dan las manos. Quiere ser parte de los grandes europeos, pero estos rechazan a su familia política de extrema derecha, en parte porque están amenazados por esos partidos en sus propios países. Pero a la vez quiere ser la líder de esa extrema derecha menos radical.

Cuando poco después de las 20 horas los líderes empezaron la cena y el debate a fondo sobre los nombramientos, checos y eslovacos ya estaban en el acuerdo. Chequia no ha comunicado aún quién será su próximo comisario o comisaria (ahora mismo tienen a Věra Jourová, una persona muy bien considerada en Bruselas) y Eslovaquia repite la apuesta de Maros Sefcovic, quien boxea por méritos propios por encima del peso del país. Es una elección inteligente, como su decisión de negociar anoche, para conseguir una cartera con peso. Orban no tenía intención de negociar nada y a la hora de la votación decidió votar contra Von der Leyen, abstenerse en el caso de Kallas y votar a favor de Costa.

Algunos dirigentes conservadores intentaron atraer a Meloni. El polaco Tusk, el austríaco Nehammer y el chipriota Christodoulides tuvieron buenas palabras y hablaron con ella. Tusk había llegado a decir al principio de la cumbre que no habría decisión sin Meloni. En vano.

No todos fueron tan amables. El liberal belga Alexander De Croo recordó que en el Parlamento Europeo "hay tres grupos listos para trabajar juntos (en referencia a conservadores, liberales y socialistas)" y que "así funciona la democracia, que no es sólo una cuestión de bloqueos".

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Meloni quedó en fuera de juego. Sola, porque Orban no es compañía, abandonada por checos y eslovacos, la italiana decidió votar contra Kallas y Costa y no lo hizo contra Von der Leyen (se abstuvo) porque intentó no cortar todos los puentes para que quien sea el próximo comisario europeo enviado por Italia pueda aspirar a una cartera de peso. De conseguirla, aunque el reparto final no se hará hasta después de las vacaciones, será porque Von der Leyen entiende que el peso de Italia (tercera economía europea) lo merece, no porque Meloni lo haya logrado por sus habilidades negociadoras. La italiana quedó como la única que votó contra Costa (un hombre muy apreciado entre sus pares, también entre los conservadores) y contra Kallas (una figura que generó consenso desde que su nombre se puso sobre la mesa).

El aislamiento de Meloni es una muestra también de que las grandes familias políticas no están dispuestas a aceptar cualquier cosa para subir a la extrema derecha al barco, y menos a pocos días de unas legislativas francesas donde una extrema derecha más radical que la italiana amenaza con copar la Asamblea Nacional y forzar la mano del presidente Macron. Al final de la cumbre, Meloni escribió en X: "La propuesta formulada por conservadores, socialistas y liberales para los nuevos altos cargos es un error en el método y en el fondo". Sólo ella pensaba eso.

En conferencia de prensa, Von der Leyen quiso empezar a curar las heridas: "Meloni se abstuvo. Creo que es importante trabajar inteligentemente con la primera ministra italiana como con todos los otros Estados miembro. Es el principio que sigo siempre".

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