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Cincuenta años de 'Mediterráneo', el disco de Serrat que traspasó fronteras físicas y temporales

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Mauro Tortosa

Se encerró en un hotel de un pequeño pueblo de la Costa Brava para componer y escribir parte del álbum que cincuenta años después aún sigue sonando. Doce días antes de la celebración de Eurovisión de 1968, desafió al franquismo y se negó a cantar en castellano el La, la, la que había compuesto el Dúo Dinámico. Aquel escándalo, bautizado por la prensa como la bomba Serrat, provocó que fuera sustituido por Massiel y vetado en TVE hasta mediados de los setenta. Sin embargo, el cantante nunca ha dicho claramente lo que de verdad ocurrió. Su música ha generado siempre controversias en el mundo del nacionalismo catalán. Alguna vez le han silbado en Cataluña por cantar en castellano; él contestaba en estos casos que en Madrid no le silbaban por cantar en catalán. A pesar de tener a sus espaldas más de treinta álbumes de estudio, hubo uno que marcó para siempre su carrera musical: hablamos de Joan Manuel Serrat y su Mediterráneo (1971), el disco cum laude del artista catalán y quizás uno de los mejores de la historia de la música española (en 2006 la revista Rolling Stone consideró “Mediterráneo” como la mejor canción pop rock española de todos los tiempos).

De Calella a Milán

Compuesto por diez canciones, todas originales en letra y música, salvo Vencidos, en la que adaptó un poema de León Felipe –unas estrofas que narran cuando don Quijote y Sancho Panza ven el mar en la playa de Barcino, nombre de la Barcelona romana–, viajó hasta Milán para grabarlo en los estudios Fonit Cetra. Con la ayuda de un equipo de músicos formado por los compositores Antonio Ros Marbà y Juan Carlos Calderón –productor de éxitos como Libre de Nino Bravo o Eres tú de Mocedades– y el pianista italiano Gian Piero Reverberi, arregló un disco de 33 minutos y 49 segundos impregnado con una suave capa de jazz y bossa nova que daría la vuelta al mundo. En 1971, mientras Serrat grababa las canciones en la capital de Lombardía, en Estados Unidos se lanzaba el Apolo 14 dirección a la Luna y en Florida se abrían las puertas de Walt Disney World por primera vez, en Suiza se aprobaba el sufragio femenino tras un referéndum, en Alemania la empresa automovilística Mercedes-Benz patentaba el airbag, y el arqueólogo Francisco Presedo hallaba la Dama de Baza en Granada.

Entretanto, la industria de la música seguía consolidándose, y sonidos como el glam rock (John Lennon, lo llamó “rock & roll con purpurina”), de la mano de T. Rex y su Get it on, sonaba fuerte en el Reino Unido; Bowie se preparaba para dar el salto definitivo junto a su álter ego Ziggy con uno de los mejores discos de su carrera, y en España Serrat estaba a punto de sacar su obra cumbre: Mediterráneo.

El disco que pudo llamarse Amo al mar

Tras una larga gira por Hispanoamérica después de participar con gran éxito en el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar con el tema Lucía, se retiró entre agosto y noviembre de 1971 al hotel Batlle de Calella de Palafrugell (Girona) en busca de inspiración para lo que sería su nuevo álbum en castellano. Fue en aquel pueblo de casas blancas donde nacerían las primeras estrofas de Mediterráneo (canción que da nombre al disco). Tomás y Rosa, propietarios del hotel en el que se hospedaba, fueron los primeros en escucharla. Al principio, barajó varios títulos, entre ellos Amo al mar o Hijo del Mediterráneo, pero finalmente se decantó por Mediterráneo.

El álbum apareció en el mercado discográfico español a finales de 1971. Meses antes de su publicación, el periodista Ángel Casas anunció en la revista Fotogramas que el cantante catalán estaba preparando un inminente nuevo disco en castellano. Se habló también de que estaba trabajando en una adaptación musical de la comedia Tres sombreros de copa de Miguel Mihura, aunque finalmente no vio la luz. Pero la noticia más satisfactoria sobre su nuevo trabajo llegó en septiembre. La reportera Pilar Cambra había conversado con él para un reportaje en la revista Mundo Joven, en el que se incluían como anticipo los textos de las canciones, y este elegía entre sus predilectas Pueblo blanco y Barquito de papel. El noi del Poble Sec (pseudónimo que hacía referencia al barrio barcelonés donde pasó su infancia) presentaba su octavo álbum, pero no sabía que aquel puñado de canciones marcarían a una generación entera y lo llevaría a atravesar fronteras.

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Las influencias del jazz de Dave Brubeck y su Take Five estuvieron muy presentes en la plasmación sonora del disco. Además, Mediterráneo rompió con el cliché de que los cantautores anteponen la letra por encima de la música: así coincidieron varios músicos de prestigio como Ismael Serrano o Xavier Baró en una entrevista para Vozpópuli. Los paisajes de la Costa Brava, con sus pueblos rodeados de pinares de color pistacho y bañados por un mar turquesa, formaron parte del universo creativo que evocan las letras de Mediterráneo. No es ninguna novedad la relación que siempre ha guardado el artista con el mar como fuente de inspiración para su obra, tanto por ser un lugar de retiro para componer sus temas (Calella) como por los sentimientos de nostalgia que le generaba cuando estaba lejos de él.

Así lo reflejó el cantante en una entrevista para El País, en la que explicaba que esa melancolía le persiguió durante su gira por México: “Estaba haciendo una gira por Jalisco y llevaba muchos días sin estar en una localidad marinera. Por la noche soñaba con el mar hasta el punto de que me dio un arranque y entre un concierto y otro, cogí el auto y me fuí al lago Chapala. Allí alquilé una barca y me adentré hasta que perdí de vista la orilla y ahí fue cuando empecé a recuperar un poco el aliento”.

El legado de aquel disco aún sigue patente. Son numerosos los artistas que décadas después de su publicación han seguido haciendo versiones. Como Amaro Ferreiro, hermano de Iván Ferreiro, que en 2019 presentaba Hijos del Mediterráneo, un homenaje a las canciones de Serrat que, respetando las melodías y los arreglos, recreó las temas que un día escuchó en el programa Discópolis de Radio 3 de regreso a su casa y que le marcaron para siempre. Con las voces de Jorge Drexler, Eva Amaral, Xoel López, Depedro, Iván Ferreiro, Tulsa, Andrés Calamaro, Santi Balmes, Silvia Pérez Cruz y Josele Santiago, las diez canciones del artista catalán volvieron a sonar cincuenta años después.

Se encerró en un hotel de un pequeño pueblo de la Costa Brava para componer y escribir parte del álbum que cincuenta años después aún sigue sonando. Doce días antes de la celebración de Eurovisión de 1968, desafió al franquismo y se negó a cantar en castellano el La, la, la que había compuesto el Dúo Dinámico. Aquel escándalo, bautizado por la prensa como la bomba Serrat, provocó que fuera sustituido por Massiel y vetado en TVE hasta mediados de los setenta. Sin embargo, el cantante nunca ha dicho claramente lo que de verdad ocurrió. Su música ha generado siempre controversias en el mundo del nacionalismo catalán. Alguna vez le han silbado en Cataluña por cantar en castellano; él contestaba en estos casos que en Madrid no le silbaban por cantar en catalán. A pesar de tener a sus espaldas más de treinta álbumes de estudio, hubo uno que marcó para siempre su carrera musical: hablamos de Joan Manuel Serrat y su Mediterráneo (1971), el disco cum laude del artista catalán y quizás uno de los mejores de la historia de la música española (en 2006 la revista Rolling Stone consideró “Mediterráneo” como la mejor canción pop rock española de todos los tiempos).

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