El Festival de San Sebastián sigue trabajando en la preparación de una edición completamente anómala que la ciudad donostiarra acogerá entre el 18 y el 26 de septiembre. Aunque los anuncios se han retrasado algo, el certamen comienza a tomar forma con la confección de su identidad gráfica y las primeras películas confirmadas (de momento, las que cuentan con el sello de Cannes y el cine español). Su director, José Luis Rebordinos (Errenteria, Gipuzkoa, 1961), lleva meses contestando preguntas acerca de esta nueva realidad del Zinemaldia y en general todos los festivales. En esta ocasión, sin embargo, responde de manera más personal, aunque sin dejar de lado la perspectiva profesional, cómo ha vivido el confinamiento y la crisis sanitaria.
Rebordinos ocupa su cargo desde el año 2011, por lo que ya es la segunda crisis que afronta durante su mandato. Esta, no obstante, ha aparecido de manera mucho más repentina y sobrepasa lo económico, alcanzando todos los límites de la organización de un evento tan enorme como este. Pese a ello, comenzó a preparar este reto "trabajando mucho en casa", que es según cuenta la forma en la que vivió los meses de encierro. También encontró tiempo para leer, una de sus grandes aficiones.
La preparación de la que será la 68ª edición del Festival de San Sebastián en unas circunstancias tan particulares, que han convertido en vital la labor del equipo desde casa, le ha hecho "familiarizarse mucho con las nuevas formas de comunicación". Skype o Zoom se han incorporado a su vida cuando antes, dice, "apenas las usaba".
Un pequeño cambio personal que coincide con un momento en el que el sector podría experimentar, o al menos eso prevén los más agoreros, grandes transformaciones. Rebordinos cree que "va a sufrir mucho, sobre todo el mundo de la exhibición en salas". En cuanto a los festivales, ve "posible" que se desarrollen los aspectos online, pero se muestra "convencido" de que estos eventos volverán poco a poco a "su anterior forma". Para el director del Zinemaldia, "hacen falta lugares de encuentro en los que intercambiar experiencias". También, reconoce, para "hacer negocio".
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Sobre las películas, que en principio deberían seguir siendo la razón de ser de los festivales de cine, Rebordinos tiene algo muy claro: "No me interesa especialmente ver películas sobre esta pandemia". "Ya hemos visto unas cuantas, y se harán muchas más", pronostica. No obstante, matiza que les interesa "el buen cine, sea cual sea el tema". Anticipa que "habrá buenas películas sobre este periodo de nuestras vidas, por lo que acabarán formando parte de la sección del Festival".
Pero, más allá del cine, ¿qué será de nosotros? Rebordinos cuenta que a raíz de la crisis sanitaria se ha reafirmado en muchas de sus convicciones: "Sobre todo de la importancia de lo público, de la necesidad de apoyar a la sanidad pública y a sus trabajadores". Desde su punto de vista, no es el único que se ha cerciorado de ideas previas a raíz de la pandemia más, que modificarlas, ya que su opinión de esta "saldremos parecidos".
En cuanto a las claves para superar esta situación, insiste en "el apoyo a lo público". No se olvida, eso sí, de la importancia que deberán tener "la solidaridad y el sentirnos partes de una comunidad".
El Festival de San Sebastián sigue trabajando en la preparación de una edición completamente anómala que la ciudad donostiarra acogerá entre el 18 y el 26 de septiembre. Aunque los anuncios se han retrasado algo, el certamen comienza a tomar forma con la confección de su identidad gráfica y las primeras películas confirmadas (de momento, las que cuentan con el sello de Cannes y el cine español). Su director, José Luis Rebordinos (Errenteria, Gipuzkoa, 1961), lleva meses contestando preguntas acerca de esta nueva realidad del Zinemaldia y en general todos los festivales. En esta ocasión, sin embargo, responde de manera más personal, aunque sin dejar de lado la perspectiva profesional, cómo ha vivido el confinamiento y la crisis sanitaria.