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Noventa años desde que España amaneció siendo republicana por segunda vez

Una multitud celebra en las calles de Madrid la proclamación de la II República.

Metros y metros de banderas tricolores llenaban las plazas de las grandes ciudades españolas mientras cientos de personas entonaban el Himno de Riego y La Marsellesa . El 14 de abril de 1931 se proclamaba la II República, que acababa con el reinado de Alfonso XIII, que pasaría su exilio en las principales ciudades europeas.

El 13 de abril ya se celebraba en tres ciudades españolas la II República, un día después de las elecciones municipales en las que los partidos republicanos vencieron en 43 de las 52 capitales de provincia de todo el Estado. Eibar, Sahagún y Jaca fueron las primeras en decirse republicanas. Al día siguiente llegaba la celebración a las principales ciudades, la gente se congregaba en la Puerta del Sol de Madrid o en la Plaza Cataluña de Barcelona para festejar entre bailes, cánticos y vivas a la república la caída de la monarquía, desde los principales edificios de las ciudades colgaba la bandera republicana y mientras, el comité revolucionario, formado por quienes se convertirían en el primer Gobierno de la II República, organizaba el traspaso de poder y la salida de Alfonso XIII.

La II República llegaba tras unas elecciones en las que los partidos republicanos habían enfocado la situación casi como un momento para medir apoyos monárquicos vs. apoyos republicanos. La monarquía estaba en total decadencia tras el apoyo del rey a la dictablanda de Berenguer y los apoyos a la república se multiplicaron en las grandes ciudades aunque en las zonas rurales la gente se mantuvo fiel al Borbón.

Tras conocerse los resultados, el rey se puso en contacto con el comité revolucionario para asegurarse de poder salir de España sin temer por su vida. El comité se encargó de que pudiese abandonar el país por Cartagena el mismo día que se proclamaba la república, mientras su familia dejaba Madrid en dirección a Francia. La salida de la familia real de la capital tuvo lugar mientras se derrumbaban estatuas de antiguos miembros de la monarquía y se celebraba la instauración del nuevo Gobierno. Alfonso XIII mandó publicar una nota de prensa en el periódico ABC en la que asumía su derrota: “Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo”.

Meses más tarde, el 9 de diciembre de ese mismo año, Manuel Azaña fue proclamado presidente del Gobierno y Nieto Alcalá-Zamora, presidente de la República. Además se aprobó la Constitución. Esta nueva ley suprema declaraba entre otras cosas que España no tenía ninguna religión oficial, que todos los españoles eran iguales ante la ley o que el poder emanaba del pueblo.

El periodo republicano duró hasta 1939, cuando los militares fascistas sublevados tres años antes ganaron la Guerra Civil. Sin embargo, antes del comienzo de la guerra en 1936 la República ya se había enfrentado a varios desafíos.

Durante los cuatro años de Gobierno antes de que se proclamase el golpe de Estado la república tuvo varios ejecutivos. El primero fue el del bienio reformista (1931-1933), en el que se llevaron a cabo algunas de las políticas más progresistas de la historia; se aprobó el divorcio, el matrimonio civil, el voto femenino y se prohibió que la educación dependiera de las instituciones religiosas. Además se profesionalizó el ejército y se llevó a cabo la reforma agraria con el objetivo de modernizar una agricultura que estaba profundamente atrasada.

Durante estos dos años el Gobierno de Azaña se enfrentó a las presiones de la derecha, que no estaba contenta con las medidas que se estaban tomando, y también de aquellas personas y partidos que estaban más a la izquierda, como los anarquistas, que por el contrario las veían insuficientes. En las calles fue creándose poco a poco un ambiente que distaba de lo ocurrido ese 14 de abril, los ánimos estaban cada vez más caldeados. El 10 de enero de 1933 tuvo lugar lo que sería el detonante final para la caída del Ejecutivo de Azaña: la masacre de Casas Viejas, un levantamiento en esta localidad gaditana llevado a cabo por un grupo de anarquistas que fue sofocado de manera brutal por las fuerzas de seguridad de la República y en el que murieron diecinueve hombres, dos mujeres y un niño.

En noviembre de 1933 se celebraron elecciones de nuevo, al haber dimitido Manuel Azaña. Estas tuvieron como vencedores al partido conservador CEDA y a los republicanos radicales; el nuevo presidente sería Alejandro Lerroux, republicano radical. Durante estos dos años se anularon o reformaron la mayoría de las medidas que había llevado a cabo el anterior Gobierno, lo que hizo que se avivara más la agitación en las calles. Fue también durante este periodo cuando apareció Falange, fundada por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador Primo de Rivera. Los falangistas se enfrentaron en las calles a comunistas y anarquistas, que habían perdido en gran medida la fe en el Gobierno de la república tras el giro conservador que había tomado con el Ejecutivo de Lerroux.

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En octubre de 1934 tuvo lugar una huelga general que puso al Gobierno contra las cuerdas, teniendo que sacar a las calles a los militares. Todos estos sucesos desembocaron en unas nuevas elecciones en las que la izquierda se aglutinaría bajo el Frente Popular, liderado de nuevo por Manuel Azaña, que obtuvo la victoria en las urnas.

Azaña intentó volver a instaurar las reformas que había llevado a cabo durante su anterior mandato pero la agitación en las calles estaba cada vez más latente, tanto que acabó con el asesinato, el 13 de julio de 1936, del líder de la derecha republicana José Calvo Sotelo. Este suceso fue aprovechado por parte del ejército que llevaba años preparando un complot contra la República y que utilizó la muerte de Calvo Sotelo como desencadenante de lo que ya tenían planeado.

Cinco días después, el 18 de julio de 1936, se producía el levantamiento militar que daría comienzo a la Guerra Civil (1936-1939). La República seguiría vigente hasta 1939, pero desde ese momento el Gobierno tendría que centrar sus esfuerzos en intentar resistir el avance de los militares sublevados, unos esfuerzos que no darían su fruto y que terminarían en 40 años de dictadura franquista.

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