“Yo suelo leer más en periodos de rutina. De todas formas, las buenas lecturas llegan siempre sin avisar, ajenas a las estaciones del año”. No es, por tanto, la escritora Alice Kellen (Valencia, 1989) especialmente defensora del verano como la mejor época del año para entregarse a la lectura, a pesar de ser esta una idea ampliamente extendida por aquello de disponer (por lo general) de más tiempo de asueto. “En vacaciones hay más tiempo libre, pero también otras muchas distracciones”, apostilla.
Una vez aclarado esto, comparte la autora con infoLibre el libro más especial que ha leído en verano: La insolación, de Carmen Laforet. "Me marcó mucho", confiesa. Tanto es así que recuerda perfectamente cómo llegó a su vida: “No fue una compra, ni un regalo. Era un libro que tenía sus años, bastante tocado, con una cubierta roja bajo un sol amarillento y tres pequeñas siluetas. El nombre de la autora tan solo aparecía en el lomo. Estaba por casa, quién sabe si lo cogí de la estantería o de alguna caja perdida. Lo abrí sin pensar y ya no pude soltarlo”.
Esta novela, editada originalmente en 1963, la dejó una huella tan profunda porque se adentra en la amistad que surge entre Martín y los hermanos Corsi durante tres veranos consecutivos, en el contexto de la posguerra española y en la costa mediterránea. "Retrata con sensibilidad y acierto la juventud, así como el entorno familiar y las peculiaridades de cada personaje", remarca, añadiendo que la prosa de Laforet evoca esa familiar sensación de eterno verano que todos hemos experimentado en la adolescencia.
"No recuerdo la edad exacta, pero debía de rondar los diecisiete", trata de concretar recordando aquella primera vez leyendo con fruición La insolación. Una lectura que disfrutó durante sus vacaciones en el pueblo, a su propio ritmo, sin prisa por alcanzar la página final. "Es un libro que se saborea", afirma.
Releo a menudo en busca de capas y ángulos distintos, me parece un ejercicio interesante
El año pasado, ya superada la treintena, volvió a adentrarse en este título de Carmen Laforet. "Lo cogí por impulso, quizá para encontrar a la chica que fui entonces, y volví a disfrutarlo", asegura. En esta relectura, el personaje de Anita Corsi le deslumbró más que la primera vez por su lengua afilada y su inteligencia. “Releo a menudo en busca de capas y ángulos distintos, me parece un ejercicio interesante”, explica.
Alice se interesó por Carmen Laforet a partir de La insolación y luego también se adentró en Nada, la obra más famosa de la autora. "En la mesilla de noche me espera La isla y los demonios. Creo que es una autora imprescindible", declara.
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Por otro lado, nos cuenta Kellen que su afición por los libros viene de sus padres, que eran grandes lectores con una buena biblioteca en casa. "Mi padre me inculcó su pasión por las novelas de aventuras (London, Defoe, Verne, Stevenson, etc.) y cogí mucho de ahí antes de encontrar mi propio camino", señala. Recuerda con cariño cómo su progenitor se reía a carcajadas mientras leía El Quijote durante las siestas de verano. Este ambiente familiar lector fue crucial para despertar su pasión por la lectura.
Asimismo, la escritora valenciana reflexiona sobre la conexión entre la lectura y la escritura, afirmando que le “resulta difícil imaginar que alguien pueda sentir el impulso de escribir sin antes ser un lector voraz”. Y es que leer te abre puertas y te muestra mundos llenos de posibilidades que se hacen reales en cada página leída: “La insolación, como otras novelas, me despertó las ganas de ahondar en la adolescencia, esa época llena de interrogantes, pasiones y posibilidades”.
Por último, se anima a hacer unas poquitas recomendaciones literarias para este tiempo veraniego y (con suerte) vacacional: “Los primeros que me vienen a la cabeza son El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, Ana no, Expiación, Los ingratos, Tomates verdes fritos, Las uvas de la ira, Lecciones de química, Nosotros en la noche, La mala costumbre y Los días perfectos. Seguiría y seguiría, pero lo dejo ya para otro día”. Tras poner sobre la mesa este montón de títulos apetecibles, defiende que los que no leen habitualmente "se están perdiendo un montón de vidas". "Por contradictorio que suene, leer me ancla al suelo y me da alas", concluye.
“Yo suelo leer más en periodos de rutina. De todas formas, las buenas lecturas llegan siempre sin avisar, ajenas a las estaciones del año”. No es, por tanto, la escritora Alice Kellen (Valencia, 1989) especialmente defensora del verano como la mejor época del año para entregarse a la lectura, a pesar de ser esta una idea ampliamente extendida por aquello de disponer (por lo general) de más tiempo de asueto. “En vacaciones hay más tiempo libre, pero también otras muchas distracciones”, apostilla.