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‘Bienvenidos a Chippendales’, esplendor y crimen en el estriptis masculino

El estriptis masculino no surgió como la respuesta feminista al uso del cuerpo de la mujer para disfrute del hombre ni mucho menos. Más bien lo hizo como la respuesta capitalista a un nicho de mercado desaprovechado.

El nacimiento de este negocio en 1979 merece conocerse por sí mismo, pero en la historia que lo cuenta se produjeron además varios crímenes y se condensa el relato de auge y caída de un peculiar emprendedor.

Adictivamente entretenida

La serie cerrada de Disney+, Bienvenidos a Chippendales, no pretende ser una obra maestra, cuenta con garra unos hechos adictivamente entretenidos, con un protagonista original y unas interesantes relaciones entre personajes y logra sus objetivos con creces.

Sus ocho episodios desarrollan la historia de un emigrante indio en Estados Unidos, Somen Banerjee, con una visión simple, pura y descarnada del capitalismo. Su absoluta determinación por cumplir el sueño americano en su versión más tópica le ayudó a prosperar.

Empresario y criminal

Su inflexibilidad, su incapacidad de disfrutar de lo logrado o su eterna inadaptación le llevaron a cometer crímenes que no necesitaba en su obsesivo objetivo de ganar dinero y reconocimiento.

Robert D. Siegel firma el proyecto. Su primer gran éxito fue como guionista de El luchador, la película que supuso el retorno a la pantalla de Mickey Rourke con un rostro irreconocible. Recientemente ha desarrollado otra miniserie, también para Disney +, Pam & Tommy, que cuenta el robo y difusión de una grabación sexual a Pamela Anderson.

Superficie estrafalaria, un fondo que resuene

Según afirmó Siegel a EW, con estos proyectos de crímenes verdaderos, busca, a través de lo impactante de los argumentos, temas y subtextos ricos. “Me gustan las cosas muy divertidas, salvajes y estrafalarias, a menudo reales, que ofrezcan la oportunidad de decir algo, que tengan temas que resuenen” afirma. Divertido y sustancial, sería su lema.

Aquí ha conseguido varios logros en su búsqueda de un relato un poco más subterráneo que el contoneo de hombres en tanga y mujeres aullando con restos de coca en la nariz. Ha creado una relación al estilo de la emblemática de la película Amadeus.

Envidia devastadora del talento ajeno 

Aquella disección de la envidia al talento natural se encarna en la serie en la que siente el protagonista, renombrado en Estados Unidos como Steve, ante el brillante coreógrafo que elevó su espectáculo a la categoría de máquina de hacer dinero.

Ese conflicto está magníficamente contado. Steve, el reprimido, extranjero en todos los lugares, carente del sentido del humor es encarnado por el actor Kumail Nanjiani. Mientras, el papel del coreógrafo despreocupado, talentoso, sonriente, cómodo en sus zapatos, recae en Murray Bartlett.

Dos protagonistas sólidos

Nanjiani proviene de la comedia, en televisión es especialmente recordado por su interpretación durante seis temporadas como genio informático en Silicon Valley. Bartlett se ha especializado en personajes gais como él mismo. En televisión, el actor australiano deslumbró como gerente de un hotel de lujo pasado de rosca en The White Lotus y recientemente en un episodio notable de la serie The last of us entre otros destacados papeles de los últimos tiempos.

La estrella de cine y televisión Juliette Lewis completa el elenco protagonista como brillante diseñadora de vestuario junto a una carismática Annaleigh Ashford como esposa y contable del empresario, la persona que acabaría heredando el imperio que se creó. Imperio aún en forma y lucrativo, con sede en Las Vegas y compañías estables o de gira alrededor del mundo.

Varias capas de relato que funcionan

La serie termina funcionando muy bien en varias de sus capas. En la creación de un protagonista perturbador, capaz de lograr lo más difícil y frustrarlo, poco flexible, ajeno a los salvavidas que le lanzan quienes tiene alrededor.

Retrata también con credibilidad el trasfondo de la empresa. Las bambalinas del negocio del espectáculo son un tema inagotable y aun así aquí consiguen contar aspectos novedosos de la troupe que se crea en torno a las coreografías de desnudos. En la serie se solapa con las peores tretas que se asocian normalmente al mundo del ocio nocturno.

La maldición de un gran éxito

Se cuenta con credibilidad la pelea por la propiedad intelectual de un negocio levantado entre socios que no comparten más que la afortunada casualidad de haber estado juntos en el momento oportuno. Y cómo aquello que han sido capaces de crear se puede convertir en una maldición precisamente porque les une.

Se traza también un relato de época, en un contexto nocturno, de éxito económico, previo a la terrible expansión del sida, lleno de libertad sexual, de drogas, de consumismo con aires ochenteros que lo expresaban todo en unas hombreras, un tejido brillante y un cardado.

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Y no hay mucha mayor profundidad. El racismo o el feminismo se presentan muy al fondo en una opción de guion entendible al haber decidido decantarse por otras perspectivas de la historia.

Siegel, autor y guionista, no ha llevado su investigación de los hechos mucho más allá del libro en el que se ha basado, Deadly dance: The Chippendales murders de Scot Macdonald y Patrick Montesdeoca.

Ha preferido utilizar el espacio de lo no conocido para imaginar recorridos psicológicos y ambientales que llevaran a los personajes a los hechos que ocurrieron en la realidad. Y su versión resulta más verosímil que los propios acontecimientos y rotundamente entretenida.

El estriptis masculino no surgió como la respuesta feminista al uso del cuerpo de la mujer para disfrute del hombre ni mucho menos. Más bien lo hizo como la respuesta capitalista a un nicho de mercado desaprovechado.

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