'Eric', un paseo por el lado salvaje en el Nueva York de los ochenta

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El padre de cuya mente ha salido el programa infantil más perfecto y buenrollero posible es un monstruo en casa. Edgar, el hijo de nueve años, que presencia la enésima bronca entre sus padres, desaparece.

La búsqueda activa a su padre, Vincent, interpretado por Benedict Cumberbatch, a quien ya no soporta nadie, para recuperar un hilo de unión con el hijo ausente.  Será en forma de un muñeco gigante al que el niño había dibujado y a quien solo él, como brillante titiritero, puede dar vida.

Un policía contra el sistema

Paralelamente se abre una investigación policial. El tenaz agente encargado, interpretado con intensidad y delicadeza por McKinley Blecher III, va desvelando capas de homofobia, racismo y corrupción en la policía y en la sociedad.

A lo largo de sus seis episodios, esta serie de Netflix bucea en la oscuridad de Vincent, ese padre narcisista, adicto, autodestructivo y una ciudad peligrosa llena de injusticias. Todo junto a un peluche con forma de ogro de dos metros de altura que evidencia que los peores monstruos somos nosotros.

Nueva York vista por una británica

A pesar de que Nueva York es el alma de la producción, la serie es británica. Su autora es la guionista Abi Morgan, que en televisión ha firmado proyectos como The hour, sobre un informativo de la BBC o The Split, sobre una familia de abogadas matrimonialistas.

En el cine ha participado en varias adaptaciones y coescribió la impactante película de Steve McQueen Shame. Morgan ha volcado en esta serie varias de sus propias vivencias.

Pasó unos años como niñera en Nueva York en los ochenta. De ahí y de su experiencia como madre surgió el detonante de la angustia de perder a un niño. Por otro lado, ella misma había pasado de pequeña buena parte de su tiempo en los camerinos y salas de ensayos de los teatros que su padre dirigía y había conocido de primera mano las luchas de egos que se dan en los equipos creativos.

Homenaje a dos grandes artistas del momento

Sin embargo, en la serie destacan no solo las referencias propias de su autora sino algunas muy reconocibles de la cultura de entonces. El protagonista de la historia, Vincent representa algo así como la cara b de Jim Henson, uno de los mayores héroes de la historia de la televisión. Henson fue el genio creador los Muppets, los Teleñecos, de los títeres de Sesame Street, y de los Fragel.

Otro monumento de la contracultura neoyorkina de los ochenta recibe también un homenaje más modesto en la serie. El artista grafitero Jean-Michel Basquiat, que firmaba durante una etapa con una corona recreada en Eric. Antes de convertirse en uno de los artistas más importantes de su época, el afroamericano malvivió sin techo en las calles de la ciudad reflejada en la serie.

Una ciudad peligrosa

Y entre estas figuras de talento se acumulan montañas de basura en cada esquina, miles de personas sin hogar hacinadas en los túneles del metro, tramas de corrupción entre la política y el narcotráfico y trata de personas vinculada a los clubes nocturnos que hicieron famosa a la ciudad.  

Parte de lo más logrado de la serie se debe a la dirección de Lucy Forbes, que ha dotado a la fotografía de una oscuridad y un grano que la hacen más y más agobiante. Ha recreado una Nueva York de época en Nueva Jersey y sobre todo en Budapest.

Y por supuesto ha dirigido a los actores con potencia. Forbes ha trabajado previamente en unas cuantas series británicas de altísima calidad como In my skin, Esto te va a doler o The end of the f***ing world.

Un amigo imaginario

Respecto al argumento principal, Abi Morgan, ha declarado a Heyuguys que “el viaje de Vincent es encontrar a su hijo y en el camino se va a encontrar a si mismo”.

Para ello sirve Eric, el monstruo de voz grave. Este amigo imaginario es, según la autora, “una forma de tener una conversación”, en lugar de un monólogo. El único amigo que soporta al protagonista por otra parte.

Morgan recuerda haber tenido amigos imaginarios entre sus Legos y muñecos, y piensa que escribir es seguir manteniéndolos porque la existencia de alguien que lee al otro lado convierte la narración en una conversación.

Necesidad de conectar

La guionista siente que el Covid ha agudizado la necesidad de sentir una conexión y una serie como Normal people se ha convertido para ella en una referencia absoluta que vuelve a ver una y otra vez en esta búsqueda de encuentro y reconocimiento.

Netflix vuelve a apostar con esta serie con una línea que le ha dado algunos éxitos, el más reciente el de Mi reno de peluche, una exploración de los rincones oscuros de la mente y los traumas, una bajada a los infiernos.

Problemas en el viaje del protagonista

El problema de Eric es que el arco de su protagonista, Vincent, se atasca y termina por ser redundante. Cumberbatch es un estupendo actor, y muy carismático, pero este papel de alcohólico desquiciado le ofrece menos variedad de la que puede parecer en principio.

A cada uno nos gustan y disgustan especialmente algunos artefactos narrativos. Contar un viaje en avión haciendo volar una maqueta de la aeronave sobre un mapa a menudo es un recurso con encanto, por ejemplo.

Una gran catarsis en público

Las grandes revelaciones finales delante de un gran público fascinan a quienes las escriben y a parte de quienes ven comedias románticas e incluso de otro tipo de géneros. Hay a quienes suelen dar vergüenza ajena.

En Eric hay una parte de la resolución que se organiza de esta manera y a partir de entonces lo que era sórdido, realista y oscuro se convierte en peliculero, maravilloso y sincronizadamente perfecto. Volviendo a la subjetividad, se puede interpretar como un cierre en alto o como una traición al tono que se había elegido para la serie.

Temas y finales

En las distintas piezas que componen el final se esconden también reflexiones acerca de como el trauma o la disfuncionalidad pueden pasar de padres a hijos como un regalo indeseado. O como el monstruo que cada uno lleva es casi imposible de anular. Se puede aspirar a tener una mejor convivencia con él.

Los temas que la serie aborda de manera tangencial tienen tanto interés o acierto como la trama principal. La ruptura de un matrimonio, la crueldad de la homofobia, la corrupción, el distinto trato que se ofrece a un niño desaparecido blanco o a uno negro, por ejemplo, aportan gran parte de su valor a una serie que ha estado cerca de ser aun mejor.

El padre de cuya mente ha salido el programa infantil más perfecto y buenrollero posible es un monstruo en casa. Edgar, el hijo de nueve años, que presencia la enésima bronca entre sus padres, desaparece.

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