‘Nadie quiere esto’, vuelve la comedia romántica

Se ha estrenado recientemente en Netflix la comedia romántica Nadie quiere esto. Una serie para levantar el ánimo y ponernos una sonrisa bobalicona sin caer en cursilerías como las películas de sobremesa de los fines de semana en Antena 3.

En esta historia, una chica poco aficionada al compromiso sentimental y que hace un podcast sobre relaciones y sexo con su hermana conoce al hombre ideal, que resulta ser un atractivo rabino. 

Amor con las familias en contra

A partir de ahí, los diez episodios exploran el enamoramiento de los protagonistas ante la curiosidad y el rechazo de ambos entornos de la nueva pareja. Hay risas, pero no se buscan de una manera rítmica, sino que se confía en un tono naturalista.

Tampoco se fuerza el conflicto, esto no es El pájaro espino o Fleabag, no se está enamorando de un sacerdote católico, simplemente es una historia nueva y diferente para todos los que la viven. 

Comedia relajada y segura de si misma

Kristen Bell (The good place) y Adam Brody (The OC) encarnan a los protagonistas con más encanto que carisma. Lo hacen de manera natural, relajada, sin mucho énfasis. Y en ese tono de la serie, que confía en lo que cuenta, que no necesita gritarlo, radica mucha parte de la gracia.

Otro de los puntos fuertes es la fantasía realista. Un hombre parecido a la cita de cualquier chica, pero mejorado. Guapo, pero no alfa, divertido, pero no chistoso, enamorado, pero no tóxico, maduro, pero no aburrido. Y sexi.

Porno inmobiliario

A mucha distancia en importancia, también abunda el porno inmobiliario. Esas casas maravillosas que los personajes no podrían permitirse, pero que son un regalo visual. Casi nadie quiere ponerse quisquilloso con la verosimilitud en ese aspecto.

Este título buscaba crear un lugar estupendo al que evadirse y lo ha conseguido. La serie es la más vista a nivel global de la plataforma y la segunda en España y eso que aquí el conflicto gentiles y judíos no nos toca muy de cerca. Pero es muy fácil conectar con lo universal del enamoramiento.

Basado en la vida de su creadora

La creadora de Nadie quiere esto, Erin Foster, es tan divertida como su protagonista. De hecho, es su protagonista en la vida real. Ha basado el guion en su propia experiencia. Su pareja no es rabino, pero sí judío. Y ella trabaja con su hermana, en un podcast (World first podcast) y en varios negocios más.

Además de eso Erin Foster ha sido guionista y actriz. La guionista cuenta su historia en otro podcast de mujeres, The Lady gang. Allí evoca como comenzó una relación con su adorado novio judío, Simon en la vida real, Noah en la serie. Esta nueva etapa de estabilidad no le inspiraba nada en guion. Faltaba conflicto

Sacar material también de los buenos tiempos

Así que llevaba un tiempo sin escribir cuando su amigo y colega Oly Obst le preguntó qué estaba haciendo con su vida. Le sentó fatal: “¿Cómo te atreves? Te odio. Tienes razón” confiesa haberle contestado. Y se puso a escribir sobre la nueva etapa de su vida, lo novedoso de una relación sana y como sus suegros no la habían aceptado al principio.

El trabajo fue avanzando, y Obst y Foster encontraron productora. Fue entonces cuando Foster le dijo a su novio que había escrito una serie sobre ellos y sus familias. Pánico. Él no estaba de acuerdo. “La he vendido. Tengo que encontrar la manera de sacar esto adelante” dijo ella.

Un argumento que no podía sacarse de la cabeza

Foster estaba planificando la boda así que decidió aparcar la serie. El problema es que no conseguía sacársela de la cabeza. Además, su productora le pedía material. Foster volvió a hablar con su futuro marido, que le dijo que adelante pero que tenía que avisar a sus padres. 

Foster llamó a su suegro, le contó el concepto, lo avanzado del proyecto y su suegro estuvo de acuerdo con una condición, que no les hiciera aparecer como unos inmigrantes pobres. “Vale, os haré ricos. Eso es muy fácil” le replicó Foster, y así lo ha hecho.

Sí a la serie, no a la actriz protagonista

Más complicada fue la venta del proyecto. Netflix fue la cuarta puerta a la que llamaron y la que finalmente se comprometió a hacerla. Entonces Erin Foster se ofreció a protagonizarla. Netflix le dijo que era una idea adorable, pero preferían hacer una serie que tuviera éxito.

Un golpe para el ego. Pero Erin Foster encuentra consuelo: “En realidad no quiero ser actriz, una profesión que te hace sentir fea, gorda y vieja. Prefiero que me digan que soy la guionista más guapa que han conocido”.

El éxito está lleno de contratiempos

Pero sirva de ejemplo para lo que Foster subraya. El éxito está lleno de contratiempos. Citando a su compañero y productor en la serie, Obst: “El éxito es como si tus sueños te hubieran dado una paliza de muerte”. Aunque seguirá con el título afirma que el cuerpo le pide escribir sobre algo que no tenga que ver con su vida. 

El problema es que tiene el estilo y la gracia para hablar de sus relaciones. En la serie hace pareja con el rabino, pero también con su hermana, que en la ficción interpreta Justine Lupe, una gran cómica a quien vimos en Succession

Hermanas, amigas, colegas y rivales

Las hermanas y compañeras de trabajo desbordan complicidad y el tipo de confianza que a veces se transforma en un inconveniente. En realidad, las dos hermanas han creado juntas programas de televisión, líneas de ropa, han sido ejecutivas en una aplicación de citas y tienen un podcast como sus homólogas en ficción. 

En la serie Foster ha hecho que su padre sea gay. En la vida real su padre, David Foster, es un importante productor musical y marido en serie, de momento en su quinto matrimonio. La madre de Foster es la modelo Rebecca Dyer, que tras el divorcio se quedó con sus hijas y sin el tren de vida de Foster. 

Su padre no tenía ni una habitación para ellas en la mansión que ya compartía con una nueva familia. De modo que ellas eran las hijas de un multimillonario pero no vivían como tales. 

Su vida real avanza como posible material de guiones

Erin Foster tiene mucha vida para regurgitar en sus guiones. No sabemos si todo lo que le pasa acabará como nuevos argumentos o no, pero ella se casó, y tras muchos tratamientos de fertilidad fallidos consiguió quedarse embarazada a los cuarenta. Ha tenido una niña: “Guarden sus cuchillas, es una niña” anunció en redes. 

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El tema con sus suegros se ha resuelto mientras tanto. Su suegra hacía un cameo junto a la actriz que la interpreta en una ceremonia en el templo judío. “Me he convertido. Es la forma definitiva de gustar a unos suegros judíos” afirma Foster. “Además yo gusto mucho”, añade. 

“Historias de amor sexis con las que luego masturbarse”

Más allá de la divertida historia tras esta serie, se enmarca en un embrión de renacer de la comedia romántica. Una de las entrevistadoras de Erin Foster en el podcast es Keltie Knight, bailarina, modelo y presentadora. 

Según dice: “Las y los directivos de televisión se preguntan: “¿qué quieren las mujeres?” “¡Godzilla!”. No, las mujeres quieren historias de amor sexis con las que luego masturbarse a solas”. Si es así, el negocio de la masturbación femenina ha demostrado ser potente, así que puede haber un gran futuro para la comedia romántica.

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