Todo lo que el rey olvidó en su discurso (y queríamos oír) Marta Jaenes
PLAZA PÚBLICA
Casera para rato
En el bufé del hotel, a la hora del desayuno: "Coma lo que quiera, vamos, no se corte". Al cabo de unos minutos, platos semi repletos vuelven a la cocina para que su contenido sea lanzado a la basura. ¿En qué quedamos? Por un lado se fomenta el consumo, por el otro se pide el ahorro. Estamos en una situación esquizofrénica que me trae el recuerdo de aquel anuncio de La Casera, en que se le preguntaba a un runner por qué corría, a lo que respondía: para tener sed.
Es un hecho, por ejemplo, que se fomenta el turismo para crear puestos de trabajo, aunque ello degrade las ciudades y requiera un consumo de energía que ya estamos echando en falta. En muchos casos se está dando esta dicotomía, que me cuesta entender, así que sin demora acudo el título V del Real Decreto ley 14/2022, que se inicia con un: "Medidas de ahorro…". Bien, pero ¿podríamos añadir "medidas de desincentivación del derroche"?
Las 83 páginas del Real Decreto muestran una voluntad decidida del Gobierno de atajar en lo posible el desbarajuste creado por algunos de los factores que nos llevan a la tormenta perfecta, en la que predomina la guerra de Ucrania, con Putin asiendo los resortes que tiene a mano, lo que era de esperar. Pero tal mazazo está cayendo sobre una superficie ya muy dañada por la deriva a la que nos iba llevando el consumismo más descerebrado.
Se debería ahorrar y evitar el despilfarro, claro, pero no circunstancialmente, sino como modo de vida. Y ello por la simple razón de que cada vez somos más, los recursos son limitados, y encima una manada de depredadores se come la mitad de la cosecha. Ahorrar energía, sí, pero ¿por qué no alimentos, o agua (¡con la que no está cayendo!) o dinero o incluso recursos humanos? En suma, cualquier activo de la sociedad. ¿O es que podemos permitirnos dilapidar las estructuras del estamento jurídico, como se está haciendo por la política de acoso a diestro y siniestro del PP, o a causa del procés?
Solo hay que ver los informativos para darnos cuenta de que posiblemente es más grave el problema del despilfarro que el de la escasez de bienes de consumo. Pero es aquí donde entra Mefistófeles, vestido de paro y decrecimiento. Pongamos un par de ejemplos. La nieve artificial: en un mundo cada vez más caldeado, se sigue queriendo esquiar en lugares en los que es preciso generar nieve artificial, y ello desde las estaciones más cercanas hasta los juegos olímpicos de invierno en Pekín. Pero claro, si solo se esquiara en lugares donde hay nieve, ¡subiría el paro!, ¡sería el "desastre" para muchas empresas! (bastantes con relevante participación pública), que se apresurarían a pedir ayudas.
Otro: el agua. ¿Cuánta se pierde por un mal mantenimiento de las redes de almacenaje y distribución? Según el INE, en 2020 se perdieron por tal causa 1.048 hectómetros cúbicos, o lo que es lo mismo: ¡un billón (millón de millones) de litros! [i] No se debería precisar ningún decreto para que los ayuntamientos y los entes responsables adecentaran sus instalaciones, aunque para ello sí sería necesaria una conciencia social sobre su necesidad. Sí, vale, yo seguiré evitando que gotee el grifo, pero… ¿necesita Andalucía 106 campos de golf, o Cataluña 41? [ii]
El obsceno derroche de una minoría, con sus yates (de alto consumo) o sus mansiones (ostentosamente iluminadas y ambientadas), empuja a la mayoría a entrar en el bucle consumista que les haga soñar, por un instante y a crédito, que viven unos momentos donde se parecen a los primeros. Y lo peor es que ello es incentivado por las administraciones y los medios de comunicación (¡gastad, gastad, malditos!) creando una psicosis fácilmente engullida por una población carente de otros referentes. Solo hay que ver cómo cada evento va acompañado de las cifras de repercusión económica en su ámbito. Se magnifica lo que se genera y se silencia lo que se destruye o malgasta, con lo que la influencia en el público es la de incentivar el consumo y no ajustar este a las necesidades particulares y generales.
Se entra así en un bucle pernicioso. Una pregunta caricaturesca aunque cierta: ¿Cuánta gente pide un crédito para ir unos días a la playa de Cancún, para poder "desconectar" y olvidar así la presión a la que está sometida en su trabajo? Y uno piensa, ¿qué ha hecho el menda para corregir los abusos en salarios, horarios o conciliación familiar que dice, y posiblemente es cierto, que le agobian? ¡Ah! Pero claro, "la hipoteca, el préstamo para desconectar, los plazos del coche me atan de manos… no puedo ahora enfrentarme a la empresa… el año que viene, quizás un crucero".
Se sugiere al modesto ciudadano que cambie su viejo coche diésel por uno eléctrico, mientras en la Fórmula 1 se consumen ingentes cantidades de combustibles sofisticados
Leo en la prensa que un tercio de la población de Cataluña no puede permitirse salir un fin de semana de asueto, fuera de su casa. Este es un elemento relevante para la reflexión, puesto que el derroche indicado es, también, un insulto a la gente que no llega a final de mes, ahorradores forzosos, esos "nadies" invisibles que, como sigamos así, serán un caladero de votos para algún Trump autóctono. Walter Benjamin [iii] consideraba que el consumo de masas transforma no solo la oferta de mercancías sino la propia forma de entender el mundo. Y dicha forma, con la banalización del arrogante derroche de las oligarquías, se convierte en un desasosiego que empuja a muchos ciudadanos a querer huir del statu quo que les agobia, siendo acogidos con los brazos abiertos por los populismos de la peor laya .
Lamentablemente, la arrogancia y la desfachatez en el consumo no indignan, sino que generan envidia y seguidismo. Se sugiere al modesto ciudadano que cambie su viejo coche diésel por uno eléctrico, mientras en la Fórmula 1 se consumen ingentes cantidades de combustibles sofisticados, o en unas maniobras militares, los vehículos, aviones, barcos, consumen toneladas de fuel, aquel que queremos seguir comprando y cuya escasez y alto precio tienen su origen en la psicosis bélica.
¿Cuánta comida se tira debido a no tener un aspecto impecable como exige el consumidor?, ¿cuántas cosechas se destruyen para mantener un precio elevado en el mercado?, ¿hemos mirado la basura y los enseres que tiramos?, ¿realmente todo está ya para eliminarse?, ¿admitimos la obsolescencia programada de los electrodomésticos?
El movimiento se demuestra andando y un cambio de tendencia debería tener su base en la actitud ciudadana, pero esta difícilmente cambiará sin un posicionamiento proactivo de la administración y los medios de comunicación. Sin embargo, la tendencia parece ser la opuesta (incluso en opciones de izquierda), consolidando lo que Josep Ramoneda llama el "homo economicus" [iv], el ciudadano despojado de todo lo que no sea cuantificable en dinero contante y sonante. En los conciertos que tanto abundan no se habla de la música, sino del impacto económico, en el deporte, de los fichajes, de presupuestos astronómicos con sueldos inmerecidos. Y los homo y fémina citados, pues a aplaudir y, en especial, a pagar.
La ciudadanía pagará el pato de tanto consumismo exacerbado. Y no solo lo hará en forma de crisis económicas, sino también de crisis políticas, como por todas partes están asomando ya el hocico. Como dijo James G. Ballard, "el consumismo despierta un apetito que solo el fascismo puede satisfacer" [v]. No nos engañemos, esta sociedad que no sabe, que no intuye siquiera la necesidad de un consumo responsable (ergo: ahorro en lo innecesario, ausencia de derroche), está abocada a una pseudodemocracia del espectador [vi], no tan lejos del antiguo pane et circenses. Correrán para tener sed, azuzados por unos productores de refrescos que, ni por asomo, tienen la intención de saciarla algún día.
[i] Heraldo de Aragón. https://www.heraldo.es/branded/consumo-perdidas-y-coste-la-situacion-de-la-red-de-suministro-del-agua-en-espana-y-en-aragon/
[ii] https://es.statista.com/estadisticas/670013/numero-de-campos-de-golf-por-region-espana/
[iii] RENDUELES, César (2013) Sociofobia. Capitan Swing. Página 179.
[iv] RAMONEDA, Josep (2012) La izquierda necesaria. Barcelona, RBA Ed., Página 42.
[v] Citado en RAMONEDA (2012), página 53.
[vi] Concepto acuñado por Chomsky: https://www.revistaesfinge.com/2015/09/la-democracia-del-espectador/
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Antoni Cisteró es sociólogo y escritor. También es miembro de la Sociedad de Amigos de infoLibre.
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