Todo lo que el rey olvidó en su discurso (y queríamos oír) Marta Jaenes
Puigdemont no está indultado porque no quiere
Los hechos. El jueves, Carles Puigdemont advierte de que “se sabrá todo” en relación a las negociaciones para investir a Alberto Núñez Feijóo. Tuvieron lugar en verano y el propio líder del PP las anunció primero, las avaló después pero siempre ha rehuido explicarlas. Puigdemont asegura, además, que de haberlo hecho presidente, o de haber frustrado la investidura de Pedro Sánchez, se habrían evitado “shows” como las investigaciones del los jueces Aguirre o García Castellón sobre terrorismo, cuyos pasos coinciden con la tramitación de la amnistía.
El viernes, tan solo unas horas después, fuentes del más alto nivel dentro del PP transmiten sorprendentes informaciones a periodistas de varios medios que siguen en Galicia la caravana de jefe de la oposición. Se resumen en cuatro: 1. Junts pidió una amnistía y el PP se dio 24 horas para estudiarla antes de decir que no. 2. El PP está a favor de indultar a Puigdemont con condiciones. 3. El PP cree que asociar terrorismo al procés no tiene recorrido judicial. 4. Es necesario un “plan de reconciliación” con la Cataluña independentista.
Antes de analizar el contraste de estas nuevas posiciones del PP con estos últimos seis meses de agitación, manifestaciones constantes y críticas a las instituciones, es importante tener en cuenta varios detalles.
El primero: esas palabras fueron interpretadas por periodistas muy diversos y solventes de manera casi idéntica, (aquí, aquí, aquí, aquí o aquí). Además, el partido no ha dicho que sean mentira. No ha emitido desmentido alguno, aunque sí se ha esforzado en difundir desde la medianoche del sábado al domingo muchos más mensajes para complementar o contextualizar a su favor sus propias revelaciones. Por último, se trata en todo momento de una versión de parte, que fue publicada porque provenía de una fuente al más alto nivel y atribuyéndosela como tal. Es decir, que hay que creer que el PP estudió una amnistía 24 horas y no una semana o dos, o que cree imprescindible el acatamiento de la legalidad (y poco menos que una genuflexión ante la Constitución) a cambio del indulto. Y que no hay nada más que lo que el PP ha decidido admitir.
La pregunta más evidente es: ¿por qué este giro de guion, merecedor de más premios Goya que La sociedad de la nieve? Y, en especial, ¿por qué desbaratar tu eje permanente de confrontación con el Gobierno como líder de la oposición y, ahora, el de tu propia campaña en Galicia, donde peligra la mayoría absoluta?
Puede que el PP temiera, o incluso supiera, que sus negociaciones secretas fueran a trascender de forma inminente y quisiera adelantarse un poco para tratar de controlar su impacto a unos días de las elecciones, disponiendo aún de una semana para reconducirlas y buscar cambiar de tema. O que el contenido de esas negociaciones sea infinitamente más dañino para el PP y letal para Feijóo.
En cualquier caso, sigue el manual de lo que en periodismo se llama una “voladura controlada”. Si sabes que va a explotar, trata de manejarlo para minimizar daños. Una manera de neutralizar el “se sabrá todo” con una admisión a la que otorgar credibilidad frente a otra versión, la de Puigdemont, que en todo caso llegaría después y podrías intentar desacreditar.
El PP lleva meses asegurando que la amnistía acaba con la democracia, la igualdad entre españoles y la división de poderes y ahora sabemos, por el propio PP, que estudió una propuesta durante 24 horas, si es que fueron solo 24 horas. ¿No tenían clara su postura los conservadores, en plena resaca de los resultados del 23J y después de años de reivindicaciones independentistas? ¿Tenían que pensar si cabía en la legalidad, admitiendo que quizás pudiera tener encaje? ¿Cómo es posible que llegasen a valorarla siquiera, aunque fuese un segundo?
El PP se ha opuesto a todos los indultos relacionados con el procés. Ha convocado manifestaciones contra ellos. Recurrió los de la pasada legislatura ante los tribunales, al considerarlos ilegales. Llamó de todo a Pedro Sánchez y los que los defendieron, como hicieron, por cierto, algunos insignes socialistas históricos. Y este domingo Feijóo asegura, ya ante los micrófonos, que no se dan “las condiciones” (a pesar de que la ley da amplísimo margen al Gobierno para decidir siempre que haya sentencia firme). Es decir, que el PP sí estaría dispuesto a indultar a Puigdemont y ahora ya depende del cómo.
En público Feijóo dice que “el terrorismo es terror y en Cataluña hubo días de absoluto terror”, por lo que pudieron cometerse actos de terrorismo y pide respeto para el juez que, en vísperas de la aprobación de una amnistía, activa una investigación que durante años había descartado. Pero en privado, el PP cree que es muy difícil probarlo. Es decir, que al mismo tiempo que arengan a jueces y fiscales a que investiguen el terrorismo, en privado los dejan atados de pies y manos al instrumentalizarlos para algo sin recorrido. ¡Viva el respeto a los jueces y fiscales!
Feijóo es mucho menos astuto y sólido de lo que intenta aparentar. En el cortísimo plazo (tanto que ya pasó), negociar con Junts su investidura se ha demostrado un error estratégico enorme si al mismo tiempo quieres acusar a tu rival de hacer lo mismo. Esa decisión y las reuniones clandestinas durante el verano no fueron una improvisación. Si se trataron de un intento desesperado por la cuadratura del círculo (luz verde a la vez de Abascal y el de Puigdemont) reflejan una notable falta de visión de la política española impropia de tantas décadas de experiencia.
Puede que el PP temiera que sus negociaciones secretas fueran a trascender de forma inminente o que su contenido real sea letal para Feijóo. De ahí esta voladura controlada
Pero puede que Feijóo estuviese en realidad jugando al medio plazo aun asumiendo los riesgos de que el corto se lo lleve por delante. Mirando a varios años vista, el líder del PP parece estar buscando en Junts un aliado que pueda compensar su total falta de alianzas más allá de la ultraderecha. Sería el colmo del cinismo, pero en esa hipótesis, nadie más que Feijóo anhela la amnistía que rumió durante 24 horas. La normalización total de Junts por parte de la actual mayoría en el Congreso podría facilitarle posibles pactos, pero sólo si sigue comiendo terreno a Vox. De ahí que se solapen en el tiempo una agresividad total contra Junts (para mimetizarse con Vox) con la siembra en secreto de un futuro entendimiento. Todo por la convivencia.
Quizás la conclusión más escalofriante es la naturaleza de estas maniobras. Sánchez nunca ha ocultado que las circunstancias y la aritmética están en el origen del cambio (llamativo) de algunas de sus posiciones. Lejos queda la calificación de rebelión que sostuvo el líder socialista (descartada por unanimidad por el Supremo) o el rechazo por inconstitucional a la amnistía que los independentistas habían registrado en el Congreso. Lo ha explicado y, comprensiblemente, le han llovido las críticas. Para la historia queda la frase de “hacer de la necesidad, virtud” y, en cada cita electoral, podrá ser evaluada por el votante.
Se trata de gobernar España, de llevar a cabo muchísimas otras políticas sabiendo que tampoco hay alternativa viable, al menos no en una España que se manifiesta en bloques. Y que hay que poner todo en la balanza (todo es todo: desde el SMI a la ley de eutanasia) y elegir. O se intentan pactos difíciles o se bajan los brazos en favor del PP y la ultraderecha.
Feijóo, en cambio, nos hace creer que no cambia de opinión. Nunca jamás, porque es un político de convicciones férreas, forjado en la sensatez y el servicio público y que no está en la política por el poder. O eso dice. De hecho, buena parte de la actual cohesión interna en sus filas (veremos cuánto dura y qué dicen Losantos y Ayuso de estas novedades) viene de ir atrincherándose más y más, pese a los tropiezos en materia de pactos que no sean con la ultraderecha o, por qué no decirlo, respecto a la realidad de las cifras económicas o una UE que asiste sin preocupación alguna al Apocalipsis que él describe. ¡Hasta ese extremo es coherente en sus convicciones!
Por el camino de esas convicciones ‘de mayoría absoluta’, Feijóo ha llegado a decir que en España no rige la Constitución, que en el Congreso de los Diputados no está representada la soberanía nacional, que el Tribunal Constitucional (renovado con acuerdo PP-PSOE) es de parte y que el Poder Judicial caducado desde hace cinco años es el único organismo, además del Senado, realmente independiente.
De momento, ha reventado uno de los ejes de Alfonso Rueda, a quien designó sucesor en Galicia. Desde hace días, el PP gallego teme la pujanza del BNG y la posibilidad de que el cambio sume y acusa a la izquierda de querer importar el escenario del conjunto de España, de simpatizar con ETA o, casualidades, con Puigdemont. Es el argumento de “la isla de estabilidad” que el mentor de Rueda no duda en poner en almoneda por sus propios intereses.
Las segundas semanas de las campañas electorales a Feijóo no se le dan bien, como vimos en las generales. Esta que concluye el domingo empieza fuerte.
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