Sergio Ramírez Luis García Montero
Ya no es el 'caso Koldo'
Seguramente este artículo se quede viejo conforme vaya pasando el día. Porque pasan las horas y el caso Koldo empieza a ser mucho más que el caso del asesor de Ábalos.
A esta hora, con lo que sabemos (y parece que falta mucho por saber) está claro que aquellas declaraciones de Ábalos en los pasillos del Congreso el día que saltó todo este caso, hace ya más de una semana, no eran verdad. Ese “yo no sabía nada, me estoy enterando ahora” no era cierto. Es decir, hablando claro, nos mintió. Mintió cuando dijo que estaba estupefacto con lo que se había conocido sobre el hombre que fue su sombra durante años. Calzo aquí la definición de Estupefacto: atónito, pasmado. Ábalos no podía estarlo porque entonces sabía más de lo que nos dijo. Ábalos domina muy bien todo el acting frente a las cámaras, sus silencios, sus pausas, remarcar palabras clave, mirar a los ojos con gesto de interrogación… Lo hizo ese día y lo volvió a hacer en la sala de prensa del Congreso cuando anunció que no renunciaba a su acta, que seguía en política, le pesara a quien le pesara. “Estoy solo, no tengo a nadie”.
Ábalos ha seguido mintiendo. En su tourné por los medios de comunicación respondió a todas las preguntas que se negó a responder en esa comparecencia en el Congreso. Le preguntaron por si había manta o no, por la reacción de su partido, por lo que sabía o no sabía realmente, por las explicaciones que le había pedido a su asesor… Dijo que hacía tiempo que no le veía, que no hablaba con él. Y no es cierto: ayer vimos las fotos de una comida que mantuvieron en enero, en una marisquería, Ábalos, Koldo y más gente. El auto del juez detalla de qué hablaron: Koldo estaba preocupado por si el gobierno Balear le reclamaba el dinero de las mascarillas que les vendieron y que no eran de la calidad contratada. Dinero que Francina Armengol nunca les reclamó. Mucho dinero que Koldo, ahora mismo, no debe de tener. Se lo ha gastado en pisos y terrenos. En esa comida, Koldo le pide ayuda a Ábalos.
Hemos aceptado que esto es así, hemos padecido tantos y tantos casos de políticos que están en política porque su máxima es “seguir viviendo de lo público hasta que me echen” que nos hemos acostumbrado a una anormalidad que no debería ser consentida
Creo que no hay peor estrategia en política que la de mentir. Salir ante la opinión pública a proclamar de forma tajante eso de “yo no sabía nada”. Lo hemos visto infinidad de veces. No es una gran defensa, en realidad es la peor, es pésima. Si no sabías, mal, porque no estabas haciendo bien tu trabajo: controlar, supervisar a tu equipo. Si lo sabías y no hiciste nada, peor aún. Porque miraste hacia otro lado. En política, no saber no es sinónimo de integridad. Y tampoco es un escudo ante casos de corrupción o de enriquecimiento personal como es el de Koldo García. Todo lo que no sea tener un comportamiento ejemplar no debería ser aceptado. Debería de ser sancionado públicamente. Si un político no es ético en sus prácticas estamos hablando de otra cosa que no es exactamente política.
Pero hemos aceptado que esto es así, hemos visto y padecido tantos y tantos casos de políticos que están en política porque su máxima es “aguantar a pesar de todo, seguir viviendo de lo público, de un sueldo público pase lo que pase, hasta que me echen” que nos hemos acostumbrado a una anomalía, a una anormalidad que no debería ser consentida.
Veremos qué vamos conociendo nuevo sobre este caso. Ábalos dijo que no había manta de la que tirar. Bueno, para eso está la investigación: para ir contándonos todo eso que los políticos se empeñan en negar o en ocultar bajo una manta. De momento, el juez y la UCO lo señalan como intermediario de la trama, al menos en el caso de la compra de mascarillas por parte del gobierno de Baleares cuando Francina Armengol era presidenta. Pero queda mucho todavía por conocerse. Y habrá más capítulos de esta historia que empieza a preocupar mucho en Moncloa. No es para menos.
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