Urge volver a València Pilar Portero
Abramos un debate sobre el “haterismo” político
Carezco de información sobre si la carta que ha publicado Pedro Sánchez, el Presidente del Gobierno, es una maniobra estratégica o es, más bien, una decisión tomada desde el dolor personal. Por lo que conozco, no ya al personaje, sino a la persona, creo que es más bien lo segundo, y no lo primero. Pero insisto, ni yo ni nadie tiene más información de la que ha aparecido en los medios para saber cuál es la motivación exacta de este movimiento de Pedro Sánchez. En cualquier caso, y pase lo que pase el lunes, creo que deberíamos aprovechar la oportunidad para abrir un debate en España (también en el resto del mundo, probablemente) sobre el “haterismo” político.
El ”haterismo” político es una forma de hacer política que lo que pretende es la destrucción personal del enemigo. Se intenta que la gente acabe no ya dando la espalda a las ideas políticas “del otro”, sino odiando, literalmente, al enemigo político. Cuando digo odiando me refiero al sentido personal de esta palabra: no se trata de movilizar “políticamente” a las personas, sino de movilizarlas en un sentido personal. No se manifestó la gente en Ferraz hace unos meses porque estuviera en contra de una idea política, sino porque se estaba en contra de una persona. La política va a las ideas políticas y a los personajes políticos, el “haterismo” va en contra de las personas y pretende su devastación personal, no solamente política. Es decir, traspasa las fronteras de lo político y llega hasta lo personal.
Digámoslo de la manera más clara posible: cuando la práctica del “haterismo” político se convierte en eso, en una práctica común, es cuando debe saltar una señal de alarma en todas nuestras cabezas que nos diga que algo muy malo está pasando en nuestro sistema político. Esas alarmas deberían habernos saltado ya desde hace mucho tiempo. Recuerdo algunas de las lindezas que se le han soltado a Pedro Sánchez últimamente: perro, hijo de puta, felón, traidor, matón político, corrupto, trilero, dictador, golpista y un largo etcétera que se enmarca en una siniestra estela de descalificaciones de tipo personal, no político.
No me vale el argumento de que los insultados insultan también: creo realmente que hay una desproporción en el discurso político que es completamente alarmante en nuestro país. Mientras unos discuten sobre ideas, otros descalifican personalmente. Y la víctima fundamental es, en este caso, Pedro Sánchez y su entorno familiar. Lo que ha pasado con el caso de su esposa es completamente inaceptable en una democracia moderna, madura y europea.
La política va a las ideas políticas y a los personajes políticos, el “haterismo” va en contra de las personas y pretende su devastación personal, traspasa las fronteras de lo político y llega hasta lo personal
Hay que salir de esta situación. Propongo, por tanto, que los partidos políticos se reúnan inmediatamente y pongan fin a esta situación que vicia el discurso político de nuestro país, degrada nuestra democracia y nos degrada a todos como ciudadanos maduros y responsables políticamente. Propongo, concretamente, que se elabore un protocolo de buenas prácticas políticas. Que se establezca, en este protocolo, lo que se puede decir y lo que no se puede decir. Que se indiquen de manera clara y pactada cuáles son las líneas rojas que nadie, en ninguna circunstancia, debería poder traspasar. Que se indiquen las formas y maneras en las que se deberían emplear los medios de comunicación y los tribunales de justicia para no contaminar todavía más el discurso político. Que se discuta sobre los límites prácticos de nuestra democracia.
Es evidente que este protocolo de buenas prácticas políticas no solamente afecta a nuestro país, y que lo que estamos viviendo en estos momentos en España replica en gran medida lo que sucede en buena parte del mundo. Pero seamos los primeros en proponer un protocolo de estas características, que podamos luego exportar a otros países del mundo. El discurso político está tan envenenado que tenemos que hacer algo para corregir el actual rumbo de los acontecimientos.
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Antonio Estella es catedrático Jean Monnet "ad personam" de Gobernanza Económica Global y Europea en la Universidad Carlos III de Madrid.
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