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Unión Europea: la manzana podrida

Antonio Estella

Vamos a partir de una adivinanza: ¿qué es rojo por fuera, tiene un aspecto admirable, huele bien, tiene buen color, aunque por dentro está empezando a pudrirse? Bingo, lo han adivinado: es la Unión Europea. La Unión Europea es la manzana podrida, empieza al menos a serlo.

Para empezar, es absolutamente fascinante comprobar cómo las élites europeas no se acaban de enterar de que el problema que tiene la Unión Europea no es con su economía, sino con su democracia. Los dos informes que se han solicitado recientemente sobre el futuro de la UE (el Informe Draghi y el Informe Letta) son sobre cómo mejorar la economía comunitaria. El primero de ellos, el Informe Draghi (que lleva por título “Se necesita un cambio radical”) se centra en cómo incrementar la competitividad en la UE. La palabra “democracia” no se cita ni una sola vez en este informe.

En el segundo de ellos (que lleva por título, paradójicamente, “Mucho más que un mercado”), la palabra democracia se cita 17 veces, pero el problema de la democracia, o de la falta de ella, en la UE, no se aborda de manera directa en ningún momento. Nadie ha encargado, que yo sepa al menos, ningún informe sobre cómo establecer la democracia en la UE. Este informe podría llamarse algo así como “¡¡Democracia en la UE ya!!”. En cualquier caso: tanto Draghi como Letta saben perfectamente que sin democracia plena, sin democracia de verdad, no habrá cambio en el sistema económico. Los países que más crecen y que mejor lo hacen son los países más democráticos. No sólo lo saben ellos: lo sabe absolutamente todo el mundo.

En estas elecciones al Parlamento de la UE, a mí me gustaría poder elegir al próximo gobierno comunitario. Querría saber quién va a ser el próximo Presidente de la Comisión si voto a un partido o si voto a otro. El sistema del llamado Spitzenkandidat no funciona, porque vincula candidatos a la Presidencia de la Comisión Europea a Partidos Políticos, y no a coaliciones políticas. No quiero que el nombre del próximo Presidente o Presidenta dependa de una componenda extraña que no puedo entender entre los gobiernos nacionales, y en la que el Parlamento Europeo tiene un papel casi prácticamente de comparsa. No quiero volver a tener de Presidenta de la Comisión a Ursula von der Leyen, la peor Primera Ministra que ha tenido nunca jamás la Unión Europea.

De hecho, varios grupos pro-derechos humanos, junto a algunos profesores de derecho internacional y europeo, han interpuesto una demanda ante el Tribunal Penal Internacional por crímenes de guerra por su conducta y actitud ante el genocidio que se está cometiendo en la franja de Gaza a manos de Israel. Von der Leyen es culpable, según ellos, de complicidad en la comisión de crímenes de guerra. Le están creciendo los problemas, además: otro grupo de activistas y profesores la acusan no ya de negligencia, sino, directamente, de desarrollar un papel activo a la hora de convertir el mar mediterráneo en una auténtica fosa común.

Este grupo está liderado por el profesor Dimitry Kochenov; cualquiera que esté interesado, puede leer cuál es la situación en el mar Mediterráneo en un trabajo publicado por este profesor de Derecho en 2024. Desde 2015, más de 27000 personas han muerto ahogadas en lo que para nosotros es el Mare Nostrum, sin que la actual Comisión Europea esté haciendo nada para evitarlo, o incluso, con su complicidad.

La Unión Europea no consigue ponerse de acuerdo ni siquiera para llamar a las cosas por su nombre: lo que está pasando en la franja de Gaza es un genocidio en toda regla

La prensa nacional ya se ha hecho eco, afortunadamente, de lo retorcido de la política europea en este ámbito: en efecto, la UE está financiando operaciones en Marruecos, Mauritania y Túnez para que los migrantes (sobre todo de color) se queden atrapados en el desierto con el objetivo de que nunca puedan traspasar las fronteras de la UE. Finalmente, el llamado Pacto sobre Migración ha conseguido recibir la crítica unánime de todas las organizaciones pro-derechos humanos especializadas en asuntos migratorios.

La cuestión relativa al genocidio de Israel en la franja de Gaza merece un comentario adicional. La Unión Europea no consigue ponerse de acuerdo ni siquiera para llamar a las cosas por su nombre: lo que está pasando en la franja de Gaza es un genocidio en toda regla. Por supuesto, la UE ni se plantea siquiera denunciar el Acuerdo comercial UE-Israel, que este país está violando claramente (solamente se ha puesto de acuerdo para charlar un rato con Israel en el marco del Acuerdo). Como en muchos otros temas, la UE está secuestrada por Alemania en este punto. No me canso de repetirlo: hasta que la UE no solucione el problema de la inserción de Alemania en Europa, no habrá auténtica democracia en la Unión.

Por otro lado, me llama poderosamente la atención cómo se está generando un estado de opinión favorable —incluso en el mundo progresista— a que la UE cree una Unión de la Defensa, es decir, asuma competencias en materia de seguridad y defensa que le permitan, por ejemplo, armarse. Pero ¿hemos olvidado el ABC de la democracia? ¿Cómo es posible que se plantee esta cuestión sin abordar previamente la de la democracia de la UE?

Yo no quiero una super-estructura armada que quede fuera del control democrático de la ciudadanía. Dar ese paso nos pondría del lado equivocado de la historia. Primero, lo primero, que es ver cómo democratizamos la UE. Y luego nos podemos plantear todas las cuestiones de defensa y seguridad que queremos, o que quiera la ciudadanía de la UE.

No sé si existen tratamientos para devolver la salud a una manzana que se está pudriendo, lo desconozco. En el ámbito institucional afortunadamente sí que existen: se llama democracia. Instalar una democracia en la UE permitiría que la manzana fuera apetecible y atractiva no solamente por fuera, sino también cuando la comiéramos. Todavía estamos a tiempo.

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Antonio Estella es catedrático Jean Monnet "ad personam" de Gobernanza Económica Global y Europea en la Universidad Carlos III de Madrid.

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