Cinco años después de 2020 Cristina García Casado
La torpe campaña del PP a las europeas
Feijóo vuelve a amenazar a Sánchez en la primera sesión de control en el Congreso tras un mes, que se ha hecho un mundo, sin celebrarse. Era un día clave para comprobar la estrategia de cada partido de cara a las elecciones europeas. En amagar con la posible comparecencia del presidente y su mujer en el Senado se ha centrado el PP. Frente a esta estrategia tan reiterativa, Pedro Sánchez ha marcado distancias con el anuncio del reconocimiento del Estado palestino como plato fuerte de una agenda progresista que busca frenar la ola ultraderechista que recorre Europa. La comparativa resultaba hiriente. Mientras la oposición se aferra al comentario de bar para incentivar el voto, el Gobierno se presenta como un actor relevante con iniciativa en el continente.
Si entras en la página web de los populares para estas elecciones, la primera noticia es la promesa de la exención del impuesto a los jóvenes en su primer año de trabajo. Ya si eso vamos a seguir insistiendo en la bajada de impuestos. Para qué pensar nada nuevo si tenemos a Begoña Gómez, se habrá dicho el jefe de campaña del 9J, Esteban González Pons, responsable directo de todas las ocasiones en las que Feijóo ha hecho el ridículo en la Comisión Europea.
La falta de preparación del equipo que rodea a Feijóo es alarmante. La famosa comisión de las mascarillas, con las que se habían previsto titulares de alto voltaje no está dando frutos. Cada comparecencia ha dejado en evidencia que los senadores populares hacen un trabajo muy de oficio, sin plantear bien las preguntas, malgastando la oportunidad de repreguntar. Que Koldo y Ábalos se les hayan escapado vivos sorprende. En el caso del exministro, sus respuestas circularon por las redes dejando una percepción triunfal frente a la escasa eficacia de quienes le interrogaban.
Da la sensación de que el PP no ha medido bien lo que supondría sentar por primera vez a la esposa de un presidente en el Senado para acusarla de tráfico de influencias cuando no hay pruebas sólidas que lo sustenten
El fiasco de esta comisión en la que el PP tenía puestas todas sus esperanzas debería haber debilitado la esperanza de Feijóo de lograr un rédito con la posible comparecencia de Begoña Gómez. De producirse, se podría volver en contra. Da la sensación de que no ha medido bien lo que supondría sentar por primera vez a la esposa de un presidente en el Senado para acusarla de tráfico de influencias cuando no hay pruebas sólidas que lo sustenten. El juez –padre de una concejala popular– que ha admitido a trámite la demanda de Manos Limpias y ha ignorado el informe de la Guardia Civil en el que no observa delito alguno para alargar así el proceso todo lo que pueda y seguir alimentando titulares se ha retratado solo. Pero el líder de la oposición perdería la credibilidad si se demuestra, como apuntan las evidencias, que Gómez es víctima y no culpable.
Feijóo se ha implicado tanto que ha convertido en lema oficioso de campaña el supuesto tráfico de influencias de la mujer de Sánchez. El primer revés se lo ha procurado Milei. No le podía venir mejor al PSOE que el amigo americano de los ultras europeos entrará en la campaña. La estrambótica visita del presidente argentino que acabó como el rosario de la aurora se ha vuelto en contra del PP. Las palabras del mandatario contra Gómez, un calco del mantra de Feijóo, han provocado la respuesta de la UE y hasta de los empresarios que se hicieron la foto con el argentino. Sin embargo, el líder popular no se ha desanimado y ha continuado con la misma cantinela en el parlamento.
Votar contra Sánchez como lema de campaña, sin esforzarse lo más mínimo por explorar nuevos caminos, puede pinchar el globo de que el PP va a arrasar en las europeas. Más allá de sumarse los votos de la extinta Ciudadanos, tendrá que estar a la altura de las expectativas que ha creado.
Lo más...
Lo más...
Leído