La trituradora madrileña y el error de Lobato Pilar Velasco
¡Qué buenos son los malos!
¿Qué está pasando para que en esta nueva normalidad los que mienten, tergiversan, enfangan o desatienden su obligación de gestionar una grave crisis y aprueban decretos de la dana que incluyen eliminar el tope salarial a los altos cargos de su gobierno de la Generalitat resulten almas cándidas y víctimas en lugar de verdugos? En la sesión de control de este miércoles en el Congreso, sobre la tragedia de Valencia, se han vuelto a poner de manifiesto los efectos devastadores de la manipulación. “¿Sabe cuántas presas se han destruido este siglo? —preguntó Pedro Sánchez a Feijóo—: Cero en estos 24 años”, dijo el presidente ante el bulo difundido por la derecha de que el desastre se debía a la destrucción de presas por el PSOE. El dato real, sin embargo, ya no correrá por redes ni se comentará en tertulias políticas o en los bares. No, la mentira prevalecerá.
La gente, más de lo que parece y por raro que nos resulte a algunos, aún conserva esa idea de una justicia respetable, que si investiga o imputa será por algo. Jueces que con sus actuaciones torticeras otorgan naturaleza de autenticidad a causas que saben estériles pero que sirven para dar la vuelta a la tortilla y convertir a los culpables en víctimas, es una pirueta en la que el fin justifica los medios. Un fin que no es otro que dinamitar el gobierno legítimo de Pedro Sánchez, porque como ha reconocido el juez Eloy Velasco, “tu legitimidad para gobernar es bastante menor que si hubieras ganado las elecciones”. Obvia el magistrado todas las ocasiones en que el PP ha perdido las elecciones pero ha gobernado por pactos, como el caso del primer gobierno de Ayuso en la comunidad de Madrid y su gobierno frankenstein junto a Ciudadanos y Vox, a pesar de que fue Ángel Gabilondo el vencedor de los comicios. Pero este caso a Velasco le resulta de lo más legítimo, porque los suyos tienen carta blanca.
La semilla se planta y la abonan con ahínco jueces que no creen en la separación de poderes ni en la democracia. ‘Algo habrá’, acaba pensando la gente
Es aterrador observar cómo el Supremo trata de cercar al fiscal general del Estado como si fuese un criminal responsable de filtrar el caso del novio defraudador y comisionista de Isabel Díaz Ayuso, mientras Miguel Ángel Rodríguez, el presidente en la sombra de la Comunidad de Madrid, que manipuló los hechos y fue el primero en enviar a los medios comprados con los impuestos de todos los madrileños una versión falsa de la realidad, no es ni tan siquiera citado por el alto tribunal. Es intocable, se puede permitir adelantar las actuaciones judiciales en redes sociales o puede alterar documentos y difundirlos como auténticos, porque tiene la garantía de que cuenta con el favor de los jueces. Por muchas tropelías que cometa el jefe de gabinete de Ayuso, siempre saldrá indemne. Para la opinión pública encarna al ‘bueno’ de cuento de hadas, capaz de batirse a capa y espada con los ‘malos’ y llevarles a los tribunales. La semilla se planta y la abonan con ahínco jueces que no creen en la separación de poderes ni en la democracia. ‘Algo habrá’, acaba pensando la gente.
El éxito del novio de Ayuso es digno de estudio. Un comisionista y defraudador de libro, fabricante de facturas falsas a porrillo y de sociedades pantalla en paraísos fiscales, se presenta envuelto en papel de regalo gracias al apoyo de la Comunidad de Madrid como una víctima. Respaldado nada menos que por el Tribunal Supremo en sus demandas contra los funcionarios públicos cuyo trabajo es hacer cumplir la ley, que ahora se ven investigados y constituyen una advertencia a sus colegas para que no se metan donde no deben. Maneras mafiosas normalizadas, en las que se vende como lógico que Ayuso viva en un piso pagado con los beneficios de un fraude fiscal y las comisiones de Quirón a su pareja, a quien su gobierno tiene entregada la gestión de cuatro hospitales públicos madrileños. Una persona honrada no lo admitiría.
Y como los malos se crían y Dios los junta, el conseguidor Aldama acaba de irrumpir en escena. Con un despliegue de acusaciones aún por demostrar que le han valido un acuerdo con la Fiscalía para su excarcelación exprés. Se suma al cerco al Gobierno mientras recorre los medios conservadores sin pruebas, que asegura custodiar, pero aún no ha mostrado. Y mientras tanto, Mazón da el primer paso para subir su sueldo y el de todo su gobierno, cargándose el tope salarial de los altos cargos. Está llegando mucho dinero a Valencia y, como los responsables de no avisar a los valencianos de la dana van a tener trabajo con la reconstrucción, se merecen más pasta. ¡Qué buenos son los malos!
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