Carta a la presidenta de la Comunidad de Madrid

Ana Bravo

Hace unos días escuché a la Sra. Ayuso leer una carta de un familiar de uno de los fallecidos en las residencias durante el covid19. Este señor la alababa y agradecía su labor. Es por ello que me animo a dar también mi opinión sobre el tema que me ha tocado de cerca.

Soy hija de una de las 7291 personas que murieron en las residencias de la Comunidad de Madrid durante esa etapa tan aciaga de nuestra historia.

Como presidenta de la Comunidad así lo decidió. Con sus protocolos de no atención a las personas dependientes, usted se erigió en responsable del destino de miles de ancianos. Yo no puedo darle las gracias, no puedo alabar su gestión porque, si así lo hiciera, sería cómplice de tanta desdicha.

Mi madre sufría alzheimer, diabetes y su movilidad era reducida, pero estaba estable. No empeoraba por momentos. No se iba a morir igual. No se iba a morir igual.

La decisión de no derivar a personas dependientes fue suya y de su equipo. No lo podrá negar. Tengo un informe médico de la residencia que así lo certifica. Además, en todas y cada una de las llamadas que realicé tanto a la residencia como al hospital, intentos desesperados de atención médica digna para mi madre, era la excusa que me ponían para no atenderla.

Con sus protocolos de no atención a las personas dependientes, usted se erigió en responsable del destino de miles de ancianos. Yo no puedo darle las gracias, no puedo alabar su gestión porque, si así lo hiciera, sería cómplice de tanta desdicha

Usted desprecia a los muertos y a sus familiares por luchar para que los responsables paguen por sus actos. Amnistía Internacional, La Comisión Ciudadana de la Verdad, Derechos Humanos del Consejo de Europa y hasta otros trece estudios concluyen que se podían haber salvado cientos de vidas con otra gestión, pero eso parece que no le quita el sueño. Yo en su lugar estaría muerta de remordimientos, pero claro, cada persona es un mundo.

Usted, como máxima dirigente de la Comunidad, tiene la obligación de velar por TODOS los ciudadanos. No está puesta ahí por designio divino, sino porque la mayor parte de los madrileños han creído que usted era su mejor representante. No lo olvide nunca.

Según noticias publicadas, usted sufrió un aborto el año pasado, ¿Qué sintió? Imagino que fue un dolor muy profundo. Pues póngase en nuestras pieles y piense cómo nos sentimos, no solo por el abandono sufrido por tantos ancianos que desencadenó en sus muertes, sino por las palabras emitidas por usted sobre el destino irremediable de todos ellos. Creo que podrá comprender nuestra angustia.

Por todo ello, y para no sesgar el sentimiento de los familiares, le ruego lea también esta carta en la Asamblea.

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Ana Bravo es hija de uno de los fallecidos en las residencias de la Comunidad de Madrid durante la pandemia.

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