Casa del Rey
El rey se deshace del yate que le regalaron empresarios baleares
Ya no habrá más fotos del rey a bordo del lujoso Fortuna Fortuna. El monarca renuncia a su uso, ya no será más su patrón. Juan Carlos se deshace definitivamente de la embarcación que hace casi 13 años le regaló un grupo de empresarios de Baleares en colaboración con el Gobierno regional.
La noticia salió este jueves de la propia Zarzuela. Un portavoz anunció que el jefe de la Casa, Rafael Spottorno, se había dirigido al presidente de Patrimonio Nacional, José Rodríguez-Spiteri, para pedirle que inicie los trámites para la "desafectación" del yate de recreo, ya que es Patrimonio el propietario del mismo. El procedimiento arrancará el martes próximo, 21 de mayo, cuando el Consejo de Administración del organismo se reúna y comunique oficialmente al Ministerio de la Presidencia, de quien depende, que se deshaga del Fortuna, según precisaron fuentes de la Zarzuela a infoLibre. A continuación, pasará a ser propiedad de la Dirección General del Patrimonio del Estado, del Ministerio de Hacienda. Será, pues, el Gobierno, el que en última instancia decida qué hacer con la embarcación, si la vende o la subasta...
La razón oficiosa esgrimida por la Zarzuela es la previsible: la austeridad, la convicción de que no era conveniente disponer de un yate de lujo en los tiempos que corren y para tenerlo casi sin usar. De hecho, según informa Efe, llenar los depósitos del barco cuesta unos 26.000 euros –a cargo de Patrimonio–, motivo por el que la mayor parte del año estaba atracado en su base de Porto Pi.
El Fortuna es un yate de alta velocidad (130 kilómetros por hora) y 41 metros de eslora que Patrimonio recibió el 19 de junio de 2000 en Palma de manos de la Fundación Turística y Cultural de las Islas Baleares y que construyó la empresa Bazán –hoy Navantia– en San Fernando (Cádiz). En aquellos años se vendió la embarcación como una auténtica "maravilla tecnológica", gracias al triple sistema de propulsión compuesto por tres turbinas, dos motores diésel y tres propulsores de chorro de agua. Como se desgranó en la presentación oficial ante los medios, el casco, de aluminio, tiene un peso de 35,4 toneladas, un calado de 1,47 metros y 9,2 metros de manga máxima. Cuenta con un salón, un comedor, una cocina, cuatro camarotes dobles para ocho pasajeros y otras tres estancias para la tripulación (ocho personas). Coste total: 3.000 millones de pesetas de la época (18 millones de euros), "un prototipo muy especial", cuya fabricación Jesús Arce, director de los astilleros de Bazán en San Fernando, comparó en 2000 con la de un coche de Fórmula 1. Arce resaltó las "prestaciones excepciones en cuanto a velocidad" y su condición de barco "muy seguro".
El yate que ahora se jubila es el tercer Fortuna de la familia real en MallorcaFortuna . El primero navegó por Baleares en agosto de 1976. El barco, pequeño, fue reemplazado por un segundo Fortuna, mayor en dimensiones y capacidad, que le regaló el rey Fahd de Arabia Saudí a la Zarzuela en 1979.
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En 1997, se constituyó la Fundación Turística y Cultural de Baleares, que agrupaba a más de una treintena de máximos responsables de empresas turísticas como Sol Meliá, Barceló o Globalia, así como cajas de ahorros como Sa Nostra y La Caixa. La fundación, con su obsequio, quería mostrarle al monarca su "reconocimiento" por sus "continuas pruebas de aprecio" por el archipiélago y sus habitantes. La Casa Real recomendó a su vez a los donantes que cedieran la titularidad del Fortuna a Patrimonio Nacional. Álvaro Fernández-Valverde i de Silva, presidente del organismo público en 1998, quitó hierro al regalo. Sería "uno más de los muchos que han venido recibiendo las familias reales españolas", dijo.
El Fortuna llegó a la base naval de Porto Pi de Palma el 18 de junio de 2000, procedente de Algeciras (Cádiz), donde hizo escala tras salir unos días antes de los astilleros, y al día siguiente se produjo la cesión formal.
El rey navegó a borde del yate por última vez el 13 de agosto de 2012, acompañado sólo por la tripulación. Dos años antes estuvo a punto de subir en él la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, y su hija menor, Sasha, invitadas finalmente a un almuerzo con Juan Carlos y Sofía en Marivent.