Caso Nóos
La infanta deja en evidencia a su marido para salvarse a sí misma y proteger al rey
Las seis horas y media de declaración prestadas este sábado por la infanta Cristina como imputada por presunto delito fiscal y blanqueo constataron dos cosas: que la infanta alega no haber tenido la menor participación ni conocimiento de lo que hacían el Instituto Nóos y Aizoon SL, la empresa que comparte al 50% con su marido y que con esa estrategia encaminada a su propia salvación perjudicó objetivamente a Iñaki Urdangarin por cuanto remarca su protagonismo en los manejos para hacerse con dinero público y defraudar al fisco. Todas las decisiones, dijo una y otra vez la infanta, eran cosa de Urdangarin. Incluso la de cómo debían vehicularse los pagos a los empleados del servicio doméstico en el palacete de Pedralbes, que figuraban como empleados de la empresa consultora y de alquiler inmobiliario Aizoon SL. La ajenidad de la infanta es tal que, según sus palabras, ni siquiera conoce el contenido del primer autoprimer auto por el que, sin precisar delito pero describiendo comportamientos típicos del tráfico de influencias, el juez José Castro la imputó en abril de 2013 para ver cómo la Audiencia de Palma lo revocado al mes siguiente, según fuentes presentes en el interrogatorio consultadas por infoLibre.
Todas las fuentes consultadas coinciden en que, pese a sus continuas proclamas de adhesión hacia Iñaki Urdangarin, la infanta fue mucho más contundente en la defensa del rey, ajeno según repitió a cualquier asunto vinculado con el entramado empresarial, que en la de su esposo. El punto más tenso de la comparecencia se localiza precisamente en una de las múltiples –no menos de seis- preguntas en las que a lo largo de las cinco horas de interrogatorio el juez José Castro introdujo el nombre del monarca. Por ejemplo, no le consta que Urdangarin se reuniera en la Zarzuela con Francisco Camps y Rita Barberá como cita en la que gestar los convenios valencianos para el Instituto Nóos. Ni sabe nada de ninguna gestión del rey a favor de Fundación DCIS –la última falsa ONG de la serie– en el contexto del proyecto náutico Ayre. El peculiar préstamo de 1,2 millones que le hizo el rey y al que Urdangarin se refirió por escrito como “donación” era sólo eso: un préstamo de un padre a una hija. La infanta asegura que tampoco habló con su padre sobre por qué su marido y ella debían abandonar el Instituto Nóos.
Su discurso oficial fue de confianza plena hacia Urdangarin, cuya rectitud remarcó. Pero lo que subyace bajo sus palabras no es sino que todo –y todo es todo– lo irregular o presuntamente delictivo que concierne a la pareja tuvo como único artífice a Iñaki Urdangarin. Al término de la comparecencia y con amplia sonrisa, el jefe del equipo de defensa de la infanta, Miquel Roca, pronunció ante los periodistas una réplica de la ya célebre máxima lanzada por el rey en su discurso de Nochebuena de 2011: “La infanta ha demostrado que todos somos iguales ante la ley”. El juez José Castro, a quien luego preguntaron los informadores, eludió desvelar si comparte el diagnóstico: “Ustedes decidirán”, dijo.
Admite que Nóos estaba capitaneado por Urdangarin y Torres
El escueto consejo de Castro enlaza con una conclusión repetida anoche por diversos testigos presenciales de la declaración de la infanta. Tras seis horas y media sometida a interrogatorio, nada nuevo aclaró la infanta, aferrada a una sucesión de “no sé” y “no recuerdo” con algún “no me consta” intercalado. Por no saber, la infanta dijo que ignoraba que su marido y su antiguo socio, Diego Torres, hubieran compartido al 50% hasta 2006 la titularidad de Nóos Consultoría Estratégica SL, el primer eslabón del entramado empresarial al que la pretendida ONG homónima, Instituto Nóos, trasvasó los seis millones de euros públicos captados de la Generalitat Valenciana y el Govern balear. Virginia López Negrete, que ejerce la popular en nombre de Manos Limpias, lo resumía así por la noche: “Como me temía, ha sido una declaración de trámite”.
Cristina de Borbón admitió sin reparos que el Instituto Nóos estaba dirigido por Urdangarin y su entonces socio Diego Torres –su marido siempre ha sostenido que su papel se acercaba al de un relaciones públicas–, negó haber participado en ninguna junta del Instituto Nóos o de Aizoon SL –las cuentas llevan su firma– y dijo ser consciente de que su marido buscaba canalizar a través de Aizoon los ingresos previstos por asesoramiento de empresas privadas. La canalización de esos suculentos ingresos –más de un millón de euros entre 2007 y 2008– a través de la sociedad que comparte con su esposa es la clave de la imputación de Urdangarin por delito fiscal.
En lugar de reflejarlos como retribuciones personales en su declaración de IRPF, Urdangarin los anotó como ingresos de la compañía, que a su vez lograba disminuir sus impuestos con una artimaña ya ampliamente conocida: contabilizar como gastos empresariales otros de carácter personal, como la reforma y decoración del palacete de Pedralbes o viajes privados de la familia. La infanta admite haber realizado parte de esos gastos. Por ejemplo, admite que eligió un cuadro valorado en 4.000 euros. Y admite que uno de los viajes sufragados con fondos de la compañía, a Río de Janeiro, tenía índole “particular”. Pero de por qué todo eso y más lo pagó Aizoon SL la infanta no sabe nada. Confiaba en su marido –las fuentes aseguran que usó el verbo en pasado pero también en presente– y era él quien lo gestionaba todo. A una pregunta del fiscal Pedro Horrach sobre de cuántas tarjetas visa dispone, la infanta afirmó que si en algún momento usó la de Aizoon SL para gastos personales fue por “error”.
Según pudo saber infoLibre, el magistrado preguntó y repreguntó a la imputada por el préstamo de 1,2 millones que, según la Casa Real, le hizo su padre en 2004 para la compra del palacete de Pedralbes. Los correos electrónicos aportados a la causa constatan que Urdangarin no reflejó esa cifra como préstamo sino como donación por la que, de serlo efectivamente, no habría tributado la infanta. Cuando el juez apretó, Cristina se colocó al borde de las lágrimas y reiteró su versión: es un préstamo del que sólo ha devuelto a fecha de hoy 150.000 euros –100.000 menos de lo oficialmente pactado– y que su padre le hizo porque es su padre y confía en ella. El juez no logró sacarla de ahí.
Su actividad como socia de Aizoon
Su testimonio no sólo dejó en evidencia a Urdangarin. En su esfuerzo por desmarcar al rey de todo lo relacionado con el caso, la infanta adujo que su marido y ella misma abandonaron el Instituto Nóos porque así se lo transmitió José Manuel Romero, conde de Fontao. Y explicó que, como asesor legal del monarca, Fontao está encuadrado en la estructura de la Casa Real. Su respuesta fue interpretada por varios juristas presentes como el reconocimiento de que, lejos de ser fruto de la cosecha propia de Romero, el mensaje de que debían romper amarras con Nóos por razones de “estética” e “imagen” venía directamente de la Zarzuela. En su confusa declaración como testigo, Fontao había presentado aquel paso como iniciativa propia, no del rey ni del jefe de su casa, Rafael Spottorno.
Como era previsible, el magistrado había centrado sus cuestiones en el papel desempeñado por Cristina de Borbón en la creación de Aizoon como sociedad pantalla que primero recibió un millón del Instituto Nóos y luego sirvió para ocultar los pingües ingresos de Urdangarin. Hace tres semanas, los funcionarios de Hacienda que exculparon con sus informes a la infanta marcaron un verdadero punto de inflexión al descartar que Aizoon hubiera incurrido, como empresa, en delito fiscal, por lo que no cabe atribuir la responsabilidad de forma paritaria a sus dos socios. Ese punto de inflexión, que de manera objetiva beneficia a la infanta, explica que el juez diera ayer prioridad a todo lo relacionado con la verdadera actividad de Cristina de Borbón como socia de la compañía.
El fiscal Pedro Horrach, que modificó su guión de preguntas tras comprobar que buena parte de ellas ya había sido abordada por Castro, mostró ayer a las claras que no cree que haya un solo indicio de delito contra la infanta. De hecho, según fuentes del caso, Horrach le leyó a la infanta varios párrafos del auto con el que, en el ya lejano marzo de 2012, Castro rechazó la petición de Manos Limpias para que la imputase. El fiscal cree que ningún argumento nuevo ha entrado en escena y que realizar gastos personales con cargo a las cuentas de Aizoon no implica ningún delito. Quienes defraudaron a Hacienda, sostiene Horrach, fueron Urdangarin y Diego Torres.
La situación en que ahora queda la infanta resulta todavía confusa. El juez puede mantener la imputación con el respaldo de Manos Limpias y pese a la oposición de la Fiscalía, que consideraba innecesaria la declaración de ayer y que ahora se ratifica en sus posiciones.