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Elecciones 24-M

La campaña arranca con un número de indecisos histórico

Mariano Rajoy, este jueves durante su acto de final de precampaña en Málaga, este 7 de mayo de 2015.

Comienza el camino final hacia las elecciones autonómicas y municipales del 24-M. Con pocas certezas y muchas (demasiadas) incertidumbres. Certezas como la reconfiguración completa del mapa político, como nunca antes se había visto en la historia de la democracia española desde la Transición. Como la llegada de una era en la que la palabra pacto se convertirá en clave. Como el derrumbe del PP, la tímida recuperación del PSOE y la fuerte irrupción de Podemos y Ciudadanos en parlamentos y ayuntamientos. Pero persisten las dudas de cómo se definirá ese nuevo escenario y qué gobiernos podrán formarse. Porque nada está dicho aún. Y la macroencuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), publicada escasas horas antes del pistoletazo de salida oficial de la campaña, viene a confirmarlo. No sólo por la atribución de escaños y el enredado horizonte de alianzas, sino por un dato contundente que quizá pueda pasar más desapercibido pero no es en modo alguno irrelevante: el volumen de indecisos

En 11 de las 13 comunidades autónomas11 de las 13 comunidades autónomas que celebran comicios este 24-M –todas, salvo Andalucía, Galicia, Euskadi y Cataluña– el porcentaje de aquellos que declaran que no tienen claro a quién votarán supera el 35%. Y en cuatro de las siete capitales en las que el CIS ha realizado sondeo ocurre lo mismo. Unas cifras que los expertos no vacilan en calificar de "históricas" y que dan buena cuenta de hasta qué punto está abierto el escenario y de hasta qué extremo la campaña –y todos los elementos que en ella confluyen, desde los mensajes, los debates, los patinazos o los aciertos– puede ser clave para el momento final de emitir el voto en la urna. 

El organismo público incluyó en su macrosondeo preelectoral una pregunta que no hizo en 2011, en la anterior convocatoria. "¿Tiene ya decidido su voto?". La tabulación de las respuestas de los encuestados no puede ser más sencilla: sí, no, no sabe y no contestanono sabeno contesta. Si se echa un vistazo a los 13 estudios autonómicos, se observa que sólo en Asturias (34,9%) y Extremadura (32,8%) el porcentaje de noes queda por debajo del 35%. En este último caso coincide que es una de las comunidades en las que los partidos tradicionales, el PP y, sobre todo el PSOE, gozan de una mayor fortaleza. Entre el 35% y el 40% se mueven Madrid (36%), Comunitat Valenciana y Murcia (36,7%), Castilla y León (36,8%), Castilla-La Mancha (37,5%) y Cantabria (37,8%). Por encima del 40% de indecisos se sitúan Baleares (40,1%), La Rioja (41%), Canarias y Navarra (42,6%) y Aragón (44,4%). Ceuta –la única plaza, junto con Castilla y León, en la que el PP retendría su mayoría absoluta– ocupa la banda baja (32,5%), y Melilla, la alta (40,8%). 

En las ciudades, quedan por debajo de la barrera del 35% Sevilla (29,4%), Valencia (31,2%) y Madrid (31,7%). Y por encima, Vitoria (36,1%), Zaragoza (44%), Barcelona (47%) y Santiago, que marca un récord absoluto, con hasta un 50,9% de indecisos. 

Cambio en el sistema de partidos

A falta de repasar al detalle toda la serie histórica del CIS, los expertos consultados por infoLibre sí subrayan que esta coyuntura es absolutamente excepcional. No se trata sólo de un vuelco de mayorías, como ocurrió en 1995 o en 2011, cuando los socialistas perdieron su poder territorial a favor del PP. Se trata de un auténtico "cambio en el sistema de partidos", como sostiene Jean-Baptiste Harguindéguy, profesor de Ciencia Política de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. "Jamás había vivido España un cambio tan drástico. Sí una reconfiguración de los partidos mayoritarios, pero nunca una implosión tan enorme". "Estamos haciendo historia –añade Pablo Simón, politólogo y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid–. Si se cumplen las encuestas, estamos hablando de un escenario de cambio de voto como el de 1982, cuando estalló la UCD. La diferencia es que entonces sus votos emigraron a partidos con representación, y ahora viajan a los nuevos". 

Ángel Gabilondo, Pedro Sánchez y Antonio Miguel Carmona, en el mitin de arranque de campaña, en la plaza de la Villa de Madrid, este 7 de mayo | EFE

El alto número de indecisos no coge por sorpresa a los analistas. Es lo que esperaban. Porque las razones son claras: el contexto tan volátil, donde las tendencias no acaban de asentarse y todo cambia de una semana a otra, porque no han cristalizado las preferencias, porque en muchos casos se desconoce a los candidatos, porque hay quienes dudan si abandonar a los grandes partidos para apostar por los emergentes. Y también porque se ha ampliado la oferta electoral, incide Simón, dada la entrada con fuerza de Podemos y Ciudadanos, conformando con PSOE y PP una especie de tetrapartidismo. Pero este docente pide también ser cautos: "Estamos unos puntos por encima de la indecisión que se percibía en 2011, pero es que entonces estaba muy claro que iba a ganar al PP. Pero la foto del CIS está ya distorsionada".

Simón advierte de que hay que tener en cuenta la fecha del macrosondeo, del 29 de marzo al 19 de abril, cuando no estaban asentadas todas las candidaturas. No sólo las listas de unidad popular, algunas de las cuales cambiaron en el último minuto, antes de que concluyera el plazo legal, sino que también ocurría en otros casos. En aquellos días, por ejemplo, UPyD sufría la desbandada de sus cargos y candidatos hacia Ciudadanos. Es decir, que esa instantánea del CIS ya se ha quedado vieja. "Esto es un pequeño termómetro de la temperatura, pero no sabemos qué fiebre vamos a tener, y tampoco tendremos claro el 24-M el escenario de Gobiernos, más importante aún. Estas son unas elecciones de incertidumbre, por el contexto y por el mayor número de actores en liza", señala Irene Delgado, politóloga de la UNED y experta en opinión pública y comportamiento electoral. 

Lo que puede pesar

"Hay que ser cautos, no estamos en niveles alarmantes de indecisión", avisa Simón. Igual de relevante es la fidelidad de voto, "y ahí el PP ha caído por debajo del 60%, algo que no habíamos visto nunca, porque antes los sufragios que perdía se quedaban en la abstención, y ahora van hacia otros partidos, como C's", agrega. 

Las campañas, tradicionalmente, han movido a un pequeño porcentaje del electorado. Pero en estos comicios, donde los resultados son ya de por sí muy ajustados, ese margen puede resultar crucial. Y también, precisamente, por la nutrida bolsa de indecisos. Simón, Delgado y Harguindéguy coinciden en que la campaña que empezó este viernes a medianoche será, cuando menos, "más importante" que las anteriores, aunque no habrá datos concluyentes hasta que no se abran las urnas. 

Manuela Carmena, candidata de Ahora Madrid, apoyada por Pedro Almodóvar y las actrices Inma Cuesta y Marisa Paredes, este 7 de mayo | EFE

"Todo va a pesar", conviene el profesor de la Pablo de Olavide. Desde los debates, los mensajes lanzados, la exposición de los partidos, los errores o los giros de última hora, el grado de personalización de la campaña –PP y PSOE tenderán a potenciar a sus cabezas de lista porque sus siglas sufren desgaste, justo lo contrario que Podemos y C's, cuya fortaleza reside en la marca–, las polémicas, o si tiene un perfil alto o bajo... Hasta influye el efecto contagio: cada elección, en un año marcado en rojo por la saturación de comicios, "contamina la siguiente". Es decir, que la huella de las andaluzas del 22 de marzo podría sentirse, en parte porque aún no está resuelta la gobernabilidad, pese a la holgada victoria de la socialista Susana Díaz. 

Ese volumen tan jugoso de indecisos puede ser un objeto de deseo para los partidos. De hecho, el partido de Pablo Iglesias fue de los que más incidió en el mensaje de que todo está abierto, justo por el volumen de encuestados que dice sentirse despistado e inseguro. Para Delgado, será una prioridad para todos tanto amarrar a sus respectivos electores como seducir a esos indecisos, "movilizar al electorado desencantado, enfadado", porque esa bolsa es "la que decantará el voto", la que puede inclinar la balanza. Simón recuerda qué dice la literatura académica al respecto. "Para atraerte a los indecisos, tú puedes seguir cuatro estrategias: afianzar a tus votantes, convencer a los de otro partido, arrastrar votos de la abstención o desmovilizar al contrario. Los partidos han de saber cómo distribuir los huevos en cada cesta", explica este investigador. 

El papel de los emergentes

Otra herramienta a mano es el uso de las redes sociales, recuerda Harguindéguy, y en este terreno "los pequeños y los nuevos se suelen mover bastante mejor que PP y PSOE". "Es difícil calcular el efecto de las nuevas tecnologías, pero involucran más a los votantes potenciales", añade. 

Los grandes partidos albergan la esperanza de que al final los electores, cuando se enfrenten a la urna, sean más conservadores de lo que indican las encuestas. Delgado y Harguindéguy no creen que esa tesis sea descabellada. "Los analistas ya preveíamos que Podemos se iba a desinflar, y así ha sido, y eso que esta encuesta y el barómetro de abril [también publicado este jueves] se realizaron antes de la dimisión de Juan Carlos Monedero –afirma la profesora de la UNED–. Estamos viviendo al calor de una rebeldía social, pero quizá cuando se vaya acercando el 24-M se vaya apaciguando, y esa mayor templanza puede beneficiar a POE y PP".

El politólogo de la universidad sevillana alude a lo que ocurrió en las andaluzas, donde las dos principales fuerzas aguantaron el empuje de los emergentes. "Es posible que una parte del electorado quiera votar seguro y no adentrarse finalmente en terrenos desconocidos. Ambos son catch-all parties [partidos atrapalotodo, transversales], con una mayor estructura orgánica, que al final cuenta". Simón no está tan de acuerdo: "Las encuestas en Andalucía clavaron el resultado. Se vio que no hay voto oculto al PP, porque genera mucho rechazo. Tampoco lo hay hacia el PSOE. Pero tampoco sabemos, todo es una incógnita. Lo que ocurra en Andalucía estos días, no obstante, sí puede ser importante, porque PSOE y PP pueden lanzar el mensaje de que los nuevos, cuando llegan, no se mojan ni facilitan la gobernabilidad". 

Escenario abierto

Los expertos ponen las encuestas, no obstante, en cuarentena, porque no es fácil hacer pronósticos con un terreno tan poco afianzado y una atomización del voto tan acusada. La foto que deja el CIS es que el PP perdería todas sus mayorías absolutas en los parlamentos autonómicos, salvo Castilla y León y Ceuta, aunque podría conservar gran parte de su actual poder mediante pactos con C's. Así podría salvar los muebles en dos graneros capitales, como Madrid o, con más dificultades, en la Comunitat Valenciana. Los conservadores quedarían muy cerca de la mayoría absoluta en La Rioja, Murcia, Cantabria y Melilla, y Aragón podrían retenerlo con alianzas a varias bandas.

El candidato de Ciudadanos a la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, con su equipo antes del arranque de la campaña, este 7 de mayo | EFE

Rajoy hace campaña con Cifuentes y Aguirre montando en bici por Madrid Río

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El PSOE se mantendría como partido más votado en Asturias, recuperaría la posición de primera fuerza en Extremadura y aventajaría en sufragios, aunque no en votos, a María Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha. La izquierda tiene opciones de arrebatar el Gobierno al PP en Baleares y a UPN en Navarra, aunque la Cámara sufriría una extrema fragmentación. En Canarias, el cogobierno de socialistas y nacionalistas no correría peligro. 

En las ciudades, el PP sale igualmente muy castigado, aunque podría conservar Madrid, Valencia o Sevilla con ayuda de Ciudadanos. En Barcelona, queda por delante Ada Colau, cabeza de la candidatura de unidad popular Barcelona en Comú, aunque sin mayoría suficiente. En Zaragoza, la izquierda sigue sumando más que la derecha. 

Son los trazos de una macroencuesta que, sin embargo, deja el mismo campo de juego abierto. La carrera no ha hecho más que comenzar y el trayecto hasta la meta se presume capital. Para entonces se despejarán las incertidumbres que aún persisten y que no es sencillo desentrañar. Porque, como sentencia Harguindéguy, "nadie es capaz de predecir qué pasará". Tal vez por eso el camino hasta el 24-M se hace más apasionante. 

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