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Pasaremos la varicela, pero ya no seremos los mismos
¿Cuántos días históricos, histéricos e histriónicos puede soportar el ser humano sin que estos interfieran en su vida?
¿Cuánta impotencia ante la resolución de un conflicto puede asumir un individuo sin contraer frustración?
¿Cuántos minutos decisivos y sucesivos seguidos es capaz de vivir una persona sin padecer angustia?
¿Cuántos días de discusiones cargadas de acritud puede aguantar una relación sin quedar tocada?
¿Cuántos momentos de silencio tenso para esquivar “el asunto” puede resistir una amistad sin pérdida de complicidad?
¿Cuántas embestidas a cada chiste puede aguantar el humor sin morir en el intento?
Ayer se proclamó la declaración unilateral de independencia de Cataluña en un Parlament incompleto y con voto secreto, extraño modo de mostrar la convicción de estar haciendo lo correcto. Unos minutos después, el Senado aprobó la aplicación del artículo 155 y a continuación tuvo lugar el Consejo extraordinario de Ministros.
Esto puede parecer un final pero no lo es. No estamos, desde luego, en la presentación de la historia pero tampoco en el desenlace, en todo caso seguimos en el nudo. El nudo en la garganta.
Los que padecieron la varicela en la infancia recordarán el proceso:
Primero aparecen unas manchas rojas que causan comezón, después se convierten en vesículas parecidas a gotas de agua, estas se transforman en costras que provocan un picor aún más intenso y finalmente desaparecen.
En la fase aguda, el paciente tiene que contenerse para no rascar sin contemplaciones –es lo que te pide el cuerpo–, se trata de aminorar los efectos del desastre para evitar que aparezcan heridas que acabarán dejando marcas profundas y permanentes en la piel.
Antes o después, si no surgen complicaciones, la pesadilla del virus varicela-zoster termina pero, casi siempre –por inquebrantable que haya sido tu contención y por firme que te hayas mostrado ante la tentación de tirar de rastrillo jardinero– deja huella en la piel. ¿Quién no tiene una marca de la infección infantil en algún lugar del cuerpo?
Cuando lleguemos al presunto final de esta varicela política y social que nos tiene encamados y febriles desde hace semanas, cuando creamos que lo peor ha pasado, cuando miremos atrás y podamos ver lo sucedido bajo la estructura argumental de la presentación, el nudo y el desenlace –sea el que sea– podremos hacer balance.
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Entonces apreciaremos, con toda claridad, las marcas que nos ha dejado este proceso en la dermis y comprobaremos que ya no somos los mismos.
Este episodio de nuestra Historia dejará dolor, romperá historias de amor, algunos cogerán un billete solo de ida y como en cada desastre, puede que también sea el comienzo de alguna hermosa amistad. Siempre nos quedará Marichalar.
NOTA DE LA AUTORA: La frase original de Casablanca es “siempre tendremos París” (We’ll always have Paris), la otra solo existe en nuestra cabeza. Es curioso, todos vimos a Humprey Bogart pronunciar esa frase en español, incluso en inglés y, sin embargo, nos hicieron creer que habíamos escuchado otra. Día a día, seguimos insistiendo en citar la frase inventada (yo acabo de hacerlo) sabemos que no es cierta pero nos gusta más cómo suena. Es un dato para la reflexión...