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Arcángel: "No entiendo el arte como una negación ni del pasado ni del futuro"

El cantaor onubense Arcángel.

El joven cantaor que era Arcángel (Huelva, 1977) en los noventa se topó con un sonido que jamás había escuchado en un tablao. En su disco Lorca (1998), el maestro unía el flamenco y las Voces Búlgaras en "Cantar del alma" y "Campanas por el poeta". Por entonces, el coro conocido como Angelite - Voces búlgaras o El misterio de las voces búlgaras había unido con sorprendente éxito internacional los cantos polifónicos contemporáneos y la diafonía tradicional del país eslavo. "Desde el principio, cuando lo escuché se me pasó por la cabeza: algún día", cuenta. Con Al este del cante Al este del cante(Universal), un nuevo disco que comenzó a fraguarse en los directos hace cinco años, el músico cumple aquel propósito juvenil. 

El cantaor, renovador de la tradición desde dentro en sus anteriores trabajos, da en Al este del cante un tirón hacia la vanguardia. Para ello, y en primer lugar, se hace acompañar por el coro Las nuevas voces búlgaras - Estruna, dirigido por Georgi Petkov, en siete de los diez temas. Un feliz encuentro propiciado por el equipo de Jazz Plus, promotores búlgaros de citas como el Olé Festival y responsable de hacer viajar a Arcángel hasta Europa del Este. "Empezamos a hablar de la posibilidad de hacer algo y cuál no sería mi sorpresa cuando tiempo después me llaman y me dicen que sí, que lo tienen. A los seis meses estábamos montando el proyecto", recuerda el músico. Corría el 2013.

El conjunto reunido por Petkov, que ya había colaborado con Morente, se compone de 10 voces femeninas y una masculina, acompañadas en ocasiones por la percusión de Agustín Diassera, la guitarra de Rycardo Moreno o Dani de Morón y el contrabajo de José Manuel Posada, Popo. Como su anterior trabajo, Tablaos (2015) es una grabación en directo extraída de sus conciertos de Mérida, la Granja (Segovia) y Alájar (Huelva) en agosto de 2017. 

Si ha pasado un lustro entre el comienzo de la producción y la grabación del disco es porque el equipo necesitaba, en palabras de Arcángel, "establecer unos lazos de confianza personales". De un lado, el folclore búlgaro, con sus armonías y cadencias. De otro, el flamenco. "Aquí hablamos del flamenco, pero yo llego allí y empiezo a coger sus canciones y a desvirtuarlas, por decir algo. Claro que genera controversia: es como si vienen y me quieren cambiar la soleá", cuenta. Por eso, entre otras cosas, rechaza el manoseado término de "fusión". Es imposible "llegar al tuétano", hacer una mezcla perfecta, defiende, cuando se trata de unir "dos mundos antagónicos". Él prefiere hablar de diálogo: "llegar a unos acuerdos y llegar a entenderte sin pretender unirte completamente". Eso les ha llevado años, cambios en el repertorio, en los arreglos y en los músicos. Y aún así, dice el cantaor, el disco solo supone "una primera madurez, que en directo [en Barcelona, Cádiz, Logroño y Málaga en mayo, en Madrid cinco fechas en septiembre] alcanzará un grado distinto". 

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Pero hay tres temas en el disco que resultan especialmente significativos. Son, dice el cantaor, tres "pequeños agradecimientos a personas que han sido determinantes en este último cambio que ha sufrido la historia del flamenco". El desafío no es pequeño: el cantaor se arranca por "La aurora de Nueva York", uno de los hitos de Enrique Morente; por "La leyenda del tiempo", unida al nombre de Camarón, y "Cabalgando", de Lole y Manuel, que comparte con la primera. "Ellos rompieron muchas cadenas en un momento en que yo empezaba a formarme como persona y como alguien a quien le gustaba la música flamenca", continúa. Y no se trata, dice, de "rectificar a nadie". En su homenaje, quiere señalar "lo maravilloso de una música que en su primera época fue rechazada" y "quitar el estigma de que solo pueda cantarse a aquellos que hace 60 años que no están con nosotros". Si hay, defiende, en el mundo del flamenco, una cierta "culpabilidad" de tomar cantes de los maestros recientes, es hora de quitársela de encima. 

Otro peso del que se ha liberado el cantaor: el de los palos. En este trabajo, y por primera vez, no hay palo que acompañe a cada tema, indicado entre paréntesis como se estila. Es una decisión tomada también por artistas como Rocío Márquez en su disco Firmamento o como Rosalía en Los Ángeles. "Quería huir de los palos. En proyectos como este trabajas 'al aire de' o 'que suene a', pero tienes que adaptar las melodías y los ritmos a lo que está sucediendo. Si no, es imposible y acabas siendo esclavo de esas etiquetas", explica. ¿Sintió vértigo al soltar esas referencias que hasta ahora le habían acompañado? "Para mí ha sido fácil. Tú haces lo que haces, y no hay que tener miedo a que los demás opinen. Lo que yo no puedo pretender es, si tengo formación flamenca, que me tomen por una soleá algo que no lo es. Con esto de que si lo que hace Fulanito es o no flamenco... la gente se ofende mucho, pero yo no. Vas al mercado y ves una botella en la que pone leche; si luego cuando la abres en tu casa es vino blanco, pues no te gustará". Por eso, dice, Al este del cante bebe de "los cantes sin ritmo, los cantes de fragua, como el martinete o las deblas". Pero no dirá que sus cantes son ni una ni otra cosa. 

El músico rompe una lanza por los renovadores del género, crucificados primero por el purismo y elevados luego a los altares por ese mismo canon. Pero Arcángel, tan experto en los vericuetos del fandango de Huelva (el palo que le ha servido de estandarte durante su carrera) como en sacudir prejuicios, rechaza el enfrentamiento entre tradición y vanguardia. Él, como otros muchos de su generación, lo mismo se sube a un tablao (a ese espacio mítico del flamenco homenajeaba en Tablaos) que se rodea de 11 voces búlgaras en un teatro de la capital. "Para mí admirar a Pepe Marchena [renovador del cante en el siglo XX] o a Agujetas [figura de la tradición] no es ningún problema, o Camarón y a Antonio Mairena [estudioso de los palos y cantes tradicionales]. No quiero renunciar a nada, no entiendo el arte como una negación ni del pasado ni del futuro. Ambos están condenados a entenderse y yo quiero estar ahí". 

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