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Arabia Saudí prevé por primera vez ejecutar a una mujer activista en defensa de los derechos humanos

Bin Salman, el príncipe heredero de Arabia Saudí, en la ceremonia de apertura de la Copa Mundial de Fútbol 2018, en Rusia.

Jean-Pierre Perrin (Mediapart)

Hasta ahora, ninguna militante de los derechos fundamentales ha sido ejecutada públicamente en Arabia Saudí. Mujeres reconocidas culpables de asesinato, sí, y en general son ejecutadas con una bala en la cabeza –las decapitaciones están reservadas a los hombres–. Es el trágico destino que, sin embargo, podría conocer la disidente Israa al-Ghomgham, de 28 años, para quien el fiscal del Reino ha estipulado recientemente una condena a muerte, también para otras cuatro militantes. Su proceso comenzará el 28 de octubre ante el Tribunal de Seguridad Especial, creado para juzgar los casos de terrorismo pero, según la organización Human Rights Watch, utilizado esencialmente para perseguir a la oposición.

Si el Tribunal la condena durante esta u otra sesión, Israa al-Ghomgham podrá recurrir la sentencia. Tras la ratificación de su pena por la Corte Suprema, su último recurso será la gracia acordada por el rey Salmán bin Abdulaziz. Un hecho poco probable.

El príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, alias MBS, también podría intervenir en su favor. Pero él mismo está a favor de esta campaña de represión contra las voces disidentes. Una operación sin precedentes hasta ahora, incluso cuando el Reino tuvo que hacer frente a la campaña de terror orquestada por la organización Al-Qaeda en la Península Arábiga, hoy concentrada en Yemen. Bajo los mandatos de los monarcas anteriores, el régimen saudí no arrestaba a mujeres disidentes que, ciertamente, eran menos numerosas por aquel entonces. Y mucho menos las condenaba a muerte.

"Según la experiencia que hemos adquirido a lo largo de los procesos precedentes, sabemos que cuando la pena capital es requerida por el fiscal, nos encontramos frente a un verdadero indicador de lo que podría ser la sentencia final: la pena de muerte", explica Ali Adubisi, presidente de la Organización Europea Saudí de Defensa de los Derecho Humanos (ESOHR, con sede en Berlín). "Es exactamente lo que sucedió con Ali al-Nimr, un manifestante menor de edad –añade–. Ocurre porque los mecanismos de la justicia saudí en el proceso de acusación no son independientes y están al servicio del rey Salmán. Así, el Tribunal Especial fue creado por el rey, los jueces son nombrados por el rey, la oficina del fiscal está directamente relacionada con el rey. Toda la maquinaria de este Tribunal de Seguridad está bajo el control de Salmán y, en este contexto, la mayor parte de los procesos no son más que shows cuyo resultado está predeterminado con la finalidad de servir de recital en beneficio del régimen".

Las autoridades saudís acusan a Israa al-Ghomgham de haber organizado manifestaciones pacíficas, exigir reformas democráticas en las redes sociales y lanzar una petición para la liberación de prisioneros políticos. Fue arrestada en su domicilio junto a su marido el 8 de diciembre de 2015, cerca de la ciudad de Qatif, al este de Arabia Saudí, una rica región petrolera mayoritariamente chiita, sacudida con regularidad por los movimientos de contestación. Su detención nunca fue anunciada, su familia no fue advertida. El alegato del fiscal pidiendo su muerte no fue conocido hasta el 14 de agosto, ocho días después del cierre de la primera sesión del proceso contra la militante.

Sin abogado

Hasta la fecha, la joven no ha podido beneficiarse de ningún tipo de asistencia jurídica. Israa al-Ghomgham compareció ante el Tribunal Especial sin abogado. Según su padre, que ha organizado una colecta a través de la aplicación WhatsApp, ella no tiene dinero suficiente para pagar un letrado, cerca de 70.000 dólares. Desde entonces, varios abogados saudís han propuesto ocuparse de su defensa de manera gratuita.

En abril de 2018, MBS había afirmado, en un discurso, que trabajaba en un plan para limitar las penas de muerte al más estricto mínimo. Ante la evidencia, se trataba simplemente de una cortina de humo. Desde que fue nombrado príncipe heredero, en junio de 2017, 538 personas han sido ejecutadas en el Reino. Según Ali Adubisi, presidente de ESOHR, actualmente hay 58 prisioneros políticos en el corredor de la muerte, 31 de ellos son susceptibles de ser ejecutados en cualquier momento, entre ellos hay ocho menores. La mayor parte son retenidos en una prisión de los servicios secretos en la ciudad de Dammam, al Este del país.

Ali Adubisi no está seguro de que la severidad del fiscal contra Israa al-Ghomgham se explique por el hecho de que la joven es de confesión chiita: "Es posible. Pero de hecho, no lo sabemos con certeza. Cierto, ella es chiita, pero reclama los derechos de todos los saudís. Los chiitas son víctimas de violaciones de sus derechos humanos por su confesión, pero estas violaciones son comunes para toda la población".

En primer lugar, tras su toma del poder, MBS doblegó a los ulemas (eruditos religiosos) y a los moutawa’im (la policía religiosa) del Reino, alimentando las ilusiones de los más liberales. Después, atacó a los grandes príncipes de otros clanes, despojándoles de una parte de su riqueza, haciéndose de nuevo con la simpatía de la población. Ahora, en torno a los saudís la contestación no deja de aumentar. En Inglaterra, los militantes saudís han lanzado una radio digital –Nsawya FM (Feminismo FM), con el eslogan: "Somos reales, existimos"– para reclamar los derechos de las mujeres saudíes y dar a conocer la miseria que las rodea.

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Cierto es que desde el 24 de junio, las mujeres saudíes pueden conducir y el príncipe heredero las autoriza a crear su propia empresa, a entrar en el Ejército, a participar en piezas de teatro o a entrar en un estadio. Pero continúan siendo ciudadanos de tercera categoría, necesitando la autorización de un tutor para viajar, incluso en el interior del Reino, o para tomar decisiones que conciernen a su vida personal. Tres figuras emblemáticas, Loujain al-Hathloul, Aziza al-Yousef y Eman al-Nafjan, que militaban especialmente por la retirada de la prohibición de conducir, fueron arrestadas en mayo de 2018, un mes antes de la publicación del decreto que permite a las mujeres saudíes conducir un vehículo. A días de hoy, continúan bajo arresto, hace más de 100 días. "El Gobierno, poniendo un bozal a los hombres, empuja a las mujeres a liderar los movimientos de protesta. Antes, no arrestaba a las mujeres. El rey Salmán y MBS han cambiado hoy de política y podrían utilizar a Israa como ejemplo", teme Ali Adubisi.

La imagen del príncipe iluminado que quería dar MBS, promotor de un islam moderado, se ha hecho añicos. Parece importarle poco. Por el momento, parece apasionado por su magnífico palacio... indio, construido por un célebre decorador francés en mitad del desierto saudí. Una adquisición que llega tras la compra de su falso castillo de Luis XIV, con 5.000 metros cuadrados habitables, en Louveciennes, en el departamento francés de Yvelines, la propiedad privada más cara del mundo. ___________Versión y edición española : Irene Casado Sánchez.

 

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