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Por qué los alemanes rechazan el ejército europeo de Macron

La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, en una imagen de archivo.

En un reciente discurso ante el Parlamento Europeo, la canciller alemana respondió a la invitación del presidente francés de crear un “verdadero ejército europeo”. A primera vista, la respuesta fue positiva, ya que Merkel explicó que quería “desarrollar la visión de crear un verdadero ejército europeo”, un proyecto que, para ella, no es contradictorio con la OTAN, sino, por el contrario, complementario. Al otro lado del Rin, Angela Merkel no está sola. Su potencial sucesora, Annegret Kramp-Karrenbauer, o Andrea Nahles, presidenta del SPD, también se pronunciaban a favor de este objetivo.

De hecho, no ha hecho falta mucho tiempo para ver que en Alemania nadie se deja engañar por un proyecto que se considera viable a muy largo plazo, pero que no es realista en absoluto a corto o medio plazo. No es casualidad que la propia canciller, al hablar de una “visión” que algún día será “realidad”, haya colocado esta creación en un futuro lejano sin comprometerse a nada.

Por su parte, el SPD explicó a través del diputado Achim Post que un ejército de estas características “no debería servir para el rearme de Europa, sino que debería aspirar al desarme a través de una mejor interconexión y eficiencia”. Esta es una respuesta tan confusa como las posiciones del SPD sobre la cuestión. Por último, la eurodiputada de los Verdes Agnieszka Brugger, miembro de la Comisión de Defensa del Bundestag, criticó a Merkel por “lanzar un falso debate sobre el ejército europeo” y aprovechar la oportunidad para reabrir un debate que le gusta mucho a la CDU, que quiere reducir el importante control que el Parlamento alemán tiene sobre el ejército.

Para comprobar de forma inmediata la viabilidad de la idea macroniana, que también se discute en Francia, basta con examinar las cuestiones concretas que plantea la creación de un ejército de este tipo: “Conduce a problemas de armonización, a veces concretos, pero extremadamente complejos, porque un ejército de estas características presupone una unidad europea en los ámbitos político, militar, jurídico e industrial inexistente a día de hoy”, dice Claudia Major, especialista en defensa europea y asuntos de la OTAN en el Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad.

Cada país, cada ejército europeo también tiene sus propios reglamentos y leyes militares. Por ejemplo, en las operaciones exteriores, los soldados alemanes tienen derecho a una fase de aclimatación a la llegada. No así los soldados franceses, que duermen directamente en tiendas de campaña. “Imagínense entonces cómo sería el proceso de armonización entre 28 Estados”, dice irónicamente la investigadora.

Otro problema es el salario. En estos momentos se debate, en el marco de la UE, la posibilidad de dejar de condicionar el reclutamiento en un ejército a la posesión de la ciudadanía del país de dicho ejército. De llevarse a cabo este proyecto, un francés podría unirse al Bundeswehr y viceversa para un alemán. “Le aseguro que muchos países están en contra”, dice Claudia Major. “Por ejemplo, los austríacos, que temen que una reforma de este tipo lleve a su mejor gente a alistarse en el ejército alemán, donde las perspectivas salariales y de carrera son mejores”.

Más allá de estas contingencias, la cuestión central que plantea un “verdadero” ejército europeo es, por supuesto, la de su mando y su legitimidad política y democrática. “Se trata simplemente de saber qué entidad política tendría derecho a enviar a un soldado europeo para que mate y sea asesinado en un teatro de operaciones extranjero. ¿Según qué criterios, con qué legitimidad y para lograr qué objetivo? Para ello, tendríamos que crear un nuevo consejo, una nueva estructura”, dice Major. “Implicaría una verdadera comunidad política y una transferencia de soberanía de las naciones a esta entidad, ya sea una estructura interna de la UE o un formato pragmático fuera de la UE. Esta transferencia de soberanía existe para el campo económico, pero la defensa es muy diferente. Algo que es impensable en el estado actual de las cosas”.

¿Cómo podemos llegar a un acuerdo entre los europeos sobre cómo tratar con Rusia y Siria? O ¿cómo podemos tomar decisiones operativas rápidamente, cuando en muchos países, incluida Alemania, no se pueden tomar decisiones importantes sin los Parlamentos? Una vez más, el problema es que “las propuestas de Macron no son rechazadas completamente por Alemania. Aquí, muchas personas también entienden el interés de la posición voluntarista francesa, que busca establecer estructuras más efectivas”, dice un observador informado del mundo de la defensa. “Sin embargo, nuestro país tiene una cultura política y estratégica diferente, tanto a nivel de las élites como de la población. No podemos ignorarla”.

Este debate pone de relieve los pormenores del debate sobre la defensa europea entre Alemania y Francia. Aunque entre los dos países, cada revés genere rápidamente prejuicios y resentimientos, no cabe duda de que los líderes de los dos países están realmente interesados en acercar los dos ejércitos y poner en común las políticas de defensa y de armamento.

Las advertencias de Estados Unidos

Especialmente desde que Estados Unidos comenzó, en voz baja con Barack Obama y luego en voz alta con Donald Trump, a explicar a los europeos que Estados Unidos no garantizaría siempre y en cualquier caso el coste de su seguridad.

Pero Francia ha gastado durante mucho tiempo más dinero que los alemanes en sus soldados, que también van regularmente a países lejanos a combatir. Precisamente para establecer estructuras de defensa más eficaces, Emmanuel Macron propuso el año pasado la creación de una Iniciativa Europea de Intervención, que reúne a diez países interesados en la cooperación práctica, tanto en el Sahel contra el terrorismo como en escenarios de crisis medioambiental. Ciertamente, los alemanes están entre ellos. Pero su acuerdo, obtenido en medio de la agitación postelectoral, llegó después de amargas discusiones.

“Cualquiera que sea el objetivo, el término intervención da miedo de inmediato en nuestro país, especialmente si se realiza fuera de la OTAN”, explica un experto. Esta cultura francesa de lo “operativo” se desarrollaba lentamente en Alemania, donde, debido a la división del país, primero “alumbró” a dos ejércitos de la Guerra Fría, el Bundeswehr (FRG) y el NVA (RDA), antes de tener que fusionarlos, sin definir un objetivo claro.

Para protegerse, los alemanes también han sometido a su ejército al control del Bundestag, que decide sobre todas las intervenciones fuera de Alemania y desempeña de facto el papel de jefe del ejército. Un papel que, en Francia, se asigna al presidente de la República. Por último, los ciudadanos franceses apoyan de forma masiva a su ejército y sus compromisos sin cuestionar el presupuesto militar, cuando los alemanes son abrumadoramente pacifistas y rechazan cualquier envío de sus soldados fuera del territorio nacional (si no es para llevar a cabo tareas de maniobra o proporcionar ayuda sanitaria). Esto le supone grandes problemas a la diplomacia alemana, que sólo puede contar con un brazo armado en determinadas condiciones. También representa un dolor de cabeza para los fabricantes de armas de Alemania –empresas privadas– que, a pesar de todo, venden armas pero que regularmente están sujetos a prohibiciones de exportación más o menos temporales.

La lista de diferencias es larga y el ADN de las dos culturas estratégicas parece difícil de armonizar. En consecuencia, además de las declaraciones de la canciller, la ministra de Defensa, Ursula von der Leyen, y el jefe de Estado Mayor del Bundeswehr, Eberhard Zorn, también expresaron su interés por la propuesta de Macron, pero no la aprobaron.

“Estoy profundamente convencida de que pronto tendremos un ejército europeo”, explicó el ministro alemán de visita en Malí. Por el momento, ella y sus colegas se centran en el desarrollo y en agrupar a los numerosos islotes de cooperación militarislotes que ya existen entre los países europeos, manteniendo al mismo tiempo la soberanía nacional sobre las fuerzas armadas.

Sin embargo, este debate, que está poniendo en tensión el establecimiento de estructuras de defensa operativas en Europa y la soberanía de los Estados, no ha hecho más que empezar, sobre todo si los estadounidenses y los rusos deciden realmente denunciar el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio y obligan a los europeos a ampliar su debate interno a la cuestión del paraguas nuclear.

 

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Traducción: Mariola Moreno

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