Extrema derecha

Un goteo de abandonos sacude a Vox: ahora se va una exdiputada que critica con dureza la política de Abascal

La exdiputada de Vox Malena Contestí (tercera por la izquierda) en un acto del partido.

Los partidos han vuelto a poner en marcha su maquinaria electoral con la vista puesta en el 10N. Mientras PSOE y Podemos pugnan por hacerse con la famosa batalla por el relato, el PP hace cuentas para ver cuántos escaños puede recuperar a costa de Vox. Las últimas encuestas dan al partido de extrema derecha, que se ha vuelto a reactivar a base de querellas –las últimas contra Quim Torra y Arnaldo Otegi–, entre 12 y 21 asientos en el Congreso de los Diputados. Escaños en los que ya no se sentará la exparlamentaria de Vox Malena Contestí, que ha decidido darse de baja de la formación al considerar que es “un ‘movimiento’ extremista y antisistema”, homófobo y que criminaliza a la mujer. La decisión de la exdiputada de no liderar ninguna lista del partido de Santiago Abascal, que ha sido duramente criticada por varios dirigentes de la formación ultra, vuelve a poner en primer plano las numerosas crisis internas que han sacudido a Vox desde su entrada en las instituciones. Guerras abiertas en varios territorios que han propiciado dimisiones, expulsiones y el establecimiento de gestoras.

La salida de Contestí de la formación no ha sido silenciosa. La exdiputada anunció su decisión de abandonar la política este martes a través de un contundente comunicado en el que carga con dureza contra la que hasta ahora había sido su casa. “Vox no es un partido político. Vox es un ‘movimiento’ extremista y antisistema, y con ello me ha traicionado”, ha señalado la abogada de profesión, que también dice haber sentido “profunda vergüenza” al haberse visto relacionada “con un oportunista independentista como [Matteo] Salvini”. En sólo seis párrafos, Contestí ha denunciado la manipulación de la realidad “para vincular directamente el terrorismo con la inmigración”, la criminalización de la mujer que pasa “por el trauma de abortar”, la irrupción en minutos de silencio “con pancartas políticas” o el empleo de “obviedades” como “los derechos de todos ya están protegidos en la Constitución” para intentar que “derechos adquiridos como el matrimonio entre homosexuales” se conviertan en “una vuelta al armario”.

La exdiputada ha dicho, además, que se siente decepcionada por “la imposición de un dogmatismo que golpea como un yunque en todos aquellos ideales que parecieron hacer a Vox necesario” y ha cargado contra la “criminalización de los disidentes internos”. Duras críticas que han sido respondidas por varios excompañeros de partido. El portavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, ha señalado en redes sociales que “en la vida hay que saber cómo marcharse” y que a Contestí le resultará “difícil de explicar” su “metamorfosis repentina”. Y la diputada Macarena Olona ha afirmado que esta “deslealtad” de su excompañera se ha producido después de que la abogada se hubiera enterado de que no repetiría como candidata de Vox por Baleares. Un territorio en el que el partido liderado por Santiago Abascal ha tenido que hacer frente a un importante seísmo interno. Guerras en el seno de la formación que también se han producido en lugares como Toledo, València, Málaga, Algeciras o Jaén.

La batalla balearbatalla

La renuncia de Contestí está estrechamente relacionada con el terremoto que sacudió al partido en el archipiélago balear durante el verano. El detonante del enfrentamiento interno fue la decisión de la entonces tesorera de Vox Baleares, Núria Díez, de renunciar al cargo ante la “absoluta confusión” que existía en la contabilidad del partido. La encargada de las cuentas dejó constancia ante notario que le había sido “imposible” llevar a cabo sus funciones “dadas las muchas trabas encontradas, la imposibilidad de acceder a los datos bancarios, facturas, certificado digital, datos de donantes”, tal y como desveló El Mundo. En el documento notarial, Díez señalaba que no había sido capaz debido a estas trabas de “hacer la auditoría de las cuentas” de Actúa Baleares, la formación coaligada con Vox en las islas que concentra el grueso de la estructura del partido de extrema derecha en el archipiélago. En el documento, además, la extesorera apuntaba que “gran parte de los integrantes del Comité Ejecutivo de Actúa” habían “cobrado altísimas minutas por su ‘esfuerzo’ desde su creación”.

El malestar dentro de la formación en Baleares no era nuevo. De hecho, sólo un mes antes, las críticas de un sector del partido por la acumulación de cargos que protagonizaban algunos dirigentes como el secretario general, Sergio Rodríguez, derivó en la destitución en bloque del Comité Ejecutivo Regional, un movimiento que el presidente de la formación ultra en el archipiélago balear, Jorge Campos, atribuyó al proceso de fusión de Vox con Actúa. Sin embargo, la renuncia de la extesorera reabrió la herida. Campos, fundador de Actúa, señaló que la decisión de Díez se debía a “la típica pataleta de quién no ha salido elegido” y quiso dejar claro que las cuentas estaban “gestionadas correctamente”. Una semana después, el presidente de la formación compareció ante la prensa reconociendo las facturas por asesoría que habían cobrado algunos miembros de la dirección del partido. “Las personas que han cobrado esos trabajos lo han hecho en unos meses en los que se han dedicado prácticamente las 24 horas al partido”, apuntó Campos, quien recalcó que todo se había hecho “conforme a la ley”.

El presidente de Vox Baleares, que había negado en un primer momento los pagos, dio estas explicaciones poco después de que la diputada por Baleares, Malena Contestí, decidiese alinearse con los críticos dimitiendo de todos sus cargos en Actúa por las noticias “sobre las presuntas irregularidades”, de las que no había “recibido explicaciones satisfactorias”. La parlamentaria, sin embargo, decidió continuar en la formación liderada por Santiago Abascal a pesar de que el partido ultraderechista emitió un comunicado apoyando a Campos y denunciando una “maniobra de intoxicación”. Y cerrando filas se mantuvo hasta este martes, cuando aprovechó el comunicado emitido para rescatar los fantasmas alrededor de la contabilidad: “Múltiples escándalos sobre supuestas irregularidades que no solo no se investigan sino que se protegen, la exclusión y el insulto constante a los demás partidos, demagogia, homofobia y extremismos varios”.

La gestora valenciana

La formación de extrema derecha también ha tenido que hacer frente a las grietas que se le han abierto en las últimas semanas en la Comunitat Valenciana. A comienzos de septiembre, el presidente provincial del partido, José María Llanos, decidió presentar su dimisión y abrió una profunda crisis orgánica. El paso atrás fue interpretado como un movimiento estratégico para la conformación de una gestora provincial liderada por el propio Llanos en la que no tuvieran cabida los críticos, amotinados por la forma en la que se configuraron las listas electorales. Con esta posibilidad sobre la mesa, estos sectores enviaron una carta al secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, en la que le proponían cinco personas “bien conocidas por la afiliación” para la configuración de una gestora en la que, en su opinión, no podía “haber nadie del antiguo comité”. No sirvió de nada. A mediados de septiembre, el Comité Ejecutivo Nacional del partido de Abascal nombró como presidente de la gestora a Llanos, quien durante ocho años cobró de una fundación ligada al caso Blasco.

Las guerras andaluzas

Tras la dimisión de José María Llanos, los críticos valencianos alertaban de un movimiento estratégico como el que se había producido en Jaén durante el verano. Allí, el mes de julio se cerró con la disolución del Comité Ejecutivo provincial de Vox tras dimitir más de la mitad de sus miembros por diferencias con la entonces presidenta del partido ultraderechista en Jaén, Salud Anguita. El descontento existente no era nuevo. De hecho, varios afiliados ya habían pedido la salida de la máxima responsable provincial por, entre otras cosas, su pasado en Ciudadanos. Tampoco había gustado la elaboración de la lista electoral para las elecciones municipales. Tras la disolución del Comité Ejecutivo, Anguita envió a los militantes un vídeo junto con Ortega Smith a fin de simbolizar el respaldo que tenía de la dirección nacional. En él, la máxima responsable a nivel provincial achacaba las dimisiones que habían provocado la implosión a “deslealtades”. A comienzos de agosto, el Comité Ejecutivo Nacional de Vox aprobó la composición de la gestora en Jaén, con Anguita a la cabeza.

También pende de un fino alambre la estabilidad de Vox Málaga. En esta provincia, uno de los principales nidos de militancia del partido –más de 2.000 afiliados–, la formación que dirige Santiago Abascal hace frente a una enorme división interna que ya ha provocado la dimisión de una quincena de coordinadores locales. El sector crítico, además, ya ha anunciado que presentará su propia candidatura en unas futuras primarias y ha puesto sobre la mesa la posibilidad de plantear una moción de censura contra el actual líder provincial, José Enrique Lara, aunque para ello necesitan acumular más de un millar de firmas de militantes. A comienzos de septiembre, la dirección nacional trató de quitar hierro al asunto señalando a Europa Press que “la normalidad dentro de un partido es que no todo el mundo tiene la misma visión”. “Se reconoce como portavoz y responsables del partido en la provincia al actual Comité Ejecutivo Provincial, pero eso no quiere decir que las cuestiones que plantea cualquier otro afiliado no se vayan a tener en cuenta”, añadieron desde Madrid.

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El partido ultraderechista también ha tenido problemas en Algeciras. El pasado 26 de junio, sólo un mes después de la cita con las urnas, Vox decidió enseñar la puerta de salida a Jorge Domínguez, uno de los dos concejales que había conseguido la formación en el consistorio de la ciudad, por “la desobediencia a las directrices de la dirección nacional” o el “quebranto de la disciplina” del partido. Esta decisión fue tomada pocos días después de que Domínguez decidiera, en la sesión de investidura del ayuntamiento, dar su voto al candidato del PP en lugar de a su compañero de filas, lo que evidenció una ruptura total entre ambos. El exconcejal ultraderechista, que aseguró haber comunicado a Madrid presuntas irregularidades en la formación a nivel municipal, solicitó entonces su pase al grupo de los no adscritos. Como no adscrita figura también en el Ayuntamiento de Torremolinos Lucía Cuín, la exconcejala de Vox que fue expulsada del partido por mostrar su apoyo al colectivo LGTBI y con cuyo voto permitió que el PSOE se hiciera con el bastón de mando de la ciudad.

Pierde concejales en Toledo

El último incendio hasta la salida este martes de Contestí se produjo hace apenas dos semanas en Toledo, donde Vox contaba con un par de ediles. El primer jarro de agua fría llegó con su portavoz municipal, Alberto Romero, que decidió dejar su acta de concejal –que ahora ocupa la quinta de la lista de Vox en la ciudad castellanomanchega– y darse de baja de la formación por las “dificultades” y “obstáculos” que le habían “impedido trabajar”, aunque no quiso poner el foco sobre nadie. Veinticuatro horas después, Luis Miguel Núñez, el segundo edil del partido, decidió abandonar la formación de extrema derecha y presentar en el Consistorio una solicitud para pasar a ser concejal no adscrito. Vox le reprochó que se quedara con el escaño y le acusó de tener un comportamiento “que muestra una ambición política que antepone personales al servicio que debe a los ciudadanos”, además de acusarle de haber “manipulado” a la militancia para ascender internamente “falseando y filtrando información”. Núñez, por su parte, ha señalado “diferencias irreconciliables” con la dirección provincial y miembros de la nacional y por considerar que Vox se ha convertido en “una seudosecta”.

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