Palabra de mujeres, en 'tintaLibre' marzo

No hay como bucear en materiales de archivo y hacer memoria para que gestos del pasado parezcan de ahora mismo, para que las palabras de antes vuelvan a ser acuñadas de nuevo y las acusaciones contra la injusticia cobren todo su sentido. En el Sídney​ bullicioso de 1931 hay una mujer subida a una silla con un vestido estampado y una sencilla boina. Los zapatos son los de una mujer elegante, a la moda. Al fondo, sobre el capó de un coche, se divisa un mar de sombreros, son hombres de negocios que, al parecer, escuchan atentamente el discurso. Uno de ellos adopta un tono pensativo; otro, de brazos cruzados, hace notar que está frente a un asunto que le merece respeto… Se trata de la activista Adela Pankhurst, hija de la, para algunos, temible líder de las sufragistas británicas que incendiaron grandes almacenes y persiguieron a políticos; y, para otros, la mujer al frente de una movilización femenina incomparable, que ayudó con la intendencia de las tropas durante la Primera Guerra Mundial. La hija tomando el relevo de la madre, siguiendo la protesta en la calle.

Paso a la ciencia, en 'tintaLibre' junio

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Es la imagen de nuestra portada de marzo, el mes que dedicamos, una vez más, a dar la palabra por entero a esas mujeres como Adela y Emmeline Pankhurst, que consideran que hay que levantar la voz incluso un siglo más tarde, cuando todo parece que está arreglado e incluso un Ministerio de la Igualdad vela porque los deseos de las sufragistas se vean de una vez cumplidos. Nuestro marzo violeta no es una simple conmemoración, sino una invitación a auscultar dónde cobra fuerza el verbo femenino en un momento en el que España bate récords de paridad en el Gobierno, pero, atención, una España donde se sigue combatiendo en el arco político la larga tradición de demonizar al feminismo tachándolo de “ideología de género”. Seguimos, demasiado a menudo, en ese contexto inamovible en el que, en palabras de Emmeline Pankhurst, “el argumento del cristal roto sigue siendo el argumento más valioso de la política moderna”. Sin duda, hablaba del jarrón chino de la condición femenina.

El humor rebelde de Caitlin Moran, que sabe cómo sobrevivir y desafiar los estereotipos de la era pop; la investigación de Maja Haderlap en la Carintia del nazismo; los mares capitaneados por Carola Rackete; la imagen, también irrepetible, de Emma Goldman paseando con Lucía Sánchez Saornil por las calles de Barcelona en nuestra Guerra Civil; pero también la dura supervivencia de Josefa Morelo en un barrio popular de Cartagena de Indias o el duro reverso venezolano de la diáspora para muchas mujeres (prostitución, violación, embarazos no deseados) constatan que sigue habiendo muchos frentes en la lucha de la mujer en el mundo y que, demasiado a menudo, seguimos pisando cristales rotos.