Comunidad de Madrid
Madrid empieza a suministrar la segunda dosis de la vacuna mientras cuatro de cada diez residentes aún esperan la primera
La Comunidad de Madrid da el pistoletazo de salida al suministro de la segunda dosis de la vacuna de la farmacéutica Pfizer. Veintiún días después de que las agujas llegasen a la residencia pública de la Agencia Madrileña de Atención Social (AMAS) de Vallecas, este domingo el septuagenario Nicanor volvió a levantarse la manga de su camisa para que los servicios sanitarios pudieran acabar el trabajo que empezaron a finales de diciembre, una imagen que este lunes se repitió de nuevo en otras 63 residencias de la región. Una segunda ola de inmunizaciones que, sin embargo, arranca con la labor a medio hacer en estos centros socio-sanitarios. En concreto, cuatro de cada diez personas que forman parte de la población diana vinculada a los geriátricos de la comunidad autónoma siguen todavía esperando que les sean suministradas las primeras dosis de la vacuna. Un retraso considerable que ha sido duramente criticado por las patronales de las residencias y que no ha impedido a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, seguir insistiendo en la necesidad de recibir más dosis.
Desde que comenzó a diseñar la estrategia de vacunación con estos centros socio-sanitarios, el Ejecutivo regional se fijó el objetivo de haber suministrado en las dos primeras semanas de enero la primera inyección que requiere la vacuna de Pfizer, de forma que en la tercera pudiera empezar de nuevo la ronda con la segunda dosis. Sobre la mesa, algo más de seis centenares de centros socio-sanitarios y una población diana que entre residentes y trabajadores se sitúa alrededor de las 60.000 personas. "Estamos viendo de qué manera lo organizamos para, en el momento en el que tengamos la vacuna en Madrid, lo hagamos en tiempo récord. Cuanto antes porque es muy necesario", aseguraba Díaz Ayuso a comienzos de diciembre, pocos días después de que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, explicase en rueda de prensa la estrategia de vacunación contra el coronavirus.
Sin embargo, al Ejecutivo regional se le ha atragantado el proceso de vacunación prácticamente desde el principio. A pesar de abrir un nuevo frente de batalla contra el Gobierno central por el reparto de las dosis entre las diferentes comunidades autónomas –"es un número realmente bajo con el que es muy difícil proteger a los ciudadanos ahora mismo", decía la presidenta a pocas horas de la Nochebuena–, lo cierto es que durante la primera semana de inmunización Madrid apenas suministró el 6% de las dosis recibidas. Entonces, el viceconsejero de Salud Pública, Antonio Zapatero, lo achacó a diferentes contratiempos: desde problemas logísticos hasta la dificultad de suministrarlas en unos días en los que una parte de los residentes se ausentaban de los geriátricos para pasar las fiestas con sus seres queridos. No obstante, el Ejecutivo madrileño recalcaba en que el Sermas tenía capacidad para vacunar a más personas. "Pero fundamentalmente estamos limitados por el número de vacunas que recibamos a la semana", insistía siguiendo la línea marcada por su presidenta.
Ahora, con los primeros veintiún días cumplidos, la Comunidad de Madrid ha comenzado a suministrar en los geriátricos de la región la segunda dosis de la vacuna, de la que ya han puesto alrededor de 110.500 inyecciones, lo que representa el 62,5% de las recibidas, según los datos de la Consejería de Sanidad. Sin embargo, la fase II del proceso en las residencias arranca con una parte importante del trabajo todavía por hacer en estos centros, duramente castigados por la pandemia. Hasta la fecha, y según las cifras facilitadas por el departamento que dirige Enrique Ruiz Escudero, los equipos de enfermería formados por la Dirección General de Salud Pública han suministrado en los geriátricos la primera dosis a más de 37.600 personas, entre residentes y personal de los centros, lo que equivale al 62,6% de la población diana. Es decir, que la segunda etapa ha arrancado con casi cuatro de cada diez personas ligadas a este ámbito a la espera todavía de la primera inyección.
¿Casi el 90% esta semana?
El pasado viernes, Zapatero compareció en rueda de prensa junto a la directora general de Salud Pública, Elena Andradas. Y reconoció el retraso en estos centros, un problema que achacó a la borrasca Filomena. "La circulación ha complicado la accesibilidad y resulta complicado llegar a algunas de las residencias, lo que nos ha obligado a reprogramar el calendario de vacunación", explicó el viceconsejero, quien mostró su deseo de que a finales de esta misma semana ya se haya pinchado en la región a casi el 90% de la población diana de los geriátricos. Modificaciones que han afectado, por ejemplo, a una residencia de la sierra norte de Madrid, que cuya cita se ha tenido que retrasar a causa del temporal.
Sin embargo, el pasado jueves todavía había geriátricos que no tenían noticias de la Consejería de Sanidad, ni siquiera una fecha. Una situación que se encargó de denunciar la Asociación Madrileña de Atención a la Dependencia (Amade), la patronal del sector con más músculo en la comunidad autónoma, que tras una encuesta interna puso de manifiesto que solo el 11,25% de los centros que tienen asociados habían recibido la visita de los equipos de enfermeros. "Hay residencias que no han tenido un solo caso de coronavirus y que no saben cuándo van a empezar a suministrar las vacunas. Sin embargo, me consta que en las públicas o en las de los grandes grupos se está vacunando con normalidad", se quejaba entonces su presidenta, Pilar Ramos. Desde el departamento dirigido por Ruiz Escudero se limitaban entonces a explicar que “se ha empezado” por los centros “más grandes” para “alcanzar al mayor número” de personas.
No se puede "comparar ni criticar"
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A pesar del impulso de los últimos días, los niveles en la Comunidad de Madrid siguen siendo de los más bajos de España, solo en mejor posición que País Vasco y Navarra, donde se han administrado hasta la fecha el 52,5% y 65% de las recibidas, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad. A pesar de ello, la Comunidad de Madrid sigue recurriendo a la vacunación para cargar con dureza contra el Ejecutivo central. "No puede ser que el Gobierno de España no dé ninguna transparencia y no informe sobre cómo dio las primeras vacunas y ahora decida cambiar las reglas de juego a mitad de partida. Eso es muy peligroso para los ciudadanos porque puede dejar sin efecto la primera vacuna o la segunda", resaltaba este lunes la presidenta madrileña en referencia a la decisión de Sanidad de dar prioridad en el reparto de dosis a las comunidades que más han puesto ante el recorte de envíos de Pfizer.
En una comparecencia sin preguntas en el Hospital Enfermera Isabel Zendal, Díaz Ayuso aseguraba que "en una pandemia" no se puede "ni comparar ni criticar" a unas comunidades u a otras "por llevar una u otra estrategia". "Madrid está perfectamente preparada para vacunar de una sola vez, pero hemos decidido una estrategia muy clara, que es preservar la segunda dosis de la vacuna para hacerla efectiva", insistió la líder del Ejecutivo madrileño. Un plan, el de suministrar una de cada dos dosis que reciben, que no termina de gustar a algunas regiones autónomas como Galicia. "No queremos quitar nada a nadie. Lo que no tiene sentido es tenerlas y no ponerlas cuando hay otros que sí las podríamos poner", señalaba este fin de semana el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda.
La comunidad presidida por el conservador Alberto Núñez Feijóo ya ha cubierto al 90% de la población diana en residencias, al igual que la Andalucía de Juan Manuel Moreno Bonilla. Mientras, Madrid sigue avanzando poco a poco en la inmunización de este primer grupo de riesgo. Algunos de estos centros socio-sanitarios esperan como agua de mayo la llegada de las dosis, que suponen una luz en el oscuro túnel de la pandemia. Y lo hacen con impaciencia al tiempo que observan cómo se suministran algunas dosis en la región de forma irregular. Fue el caso a comienzos de enero de la residencia Casablanca Valdesur, en Valdemoro, donde se vacunó a los familiares de los trabajadores. O el del Hospital Clínico San Carlos, donde se suministró a jubilados del centro a pesar de que no les tocaba.