¡A la escucha!
Vale ya de tanta mierda
Hay días que se lee tanta mierda que resulta insoportable. Hay días en los que la tentación es gritar, mandar todo a paseo, echar la persiana y dejar que se maten entre ellos. Es la tentación, cada vez mayor, de dejarlo todo y pensar que esto ya no tiene remedio. Que digas lo que digas, enseñes lo que enseñes, hagas lo que hagas, va a dar igual, porque muchos sólo quieren ver y oír lo que alimenta su mierda, su odio.
Las imágenes de Ceuta han sido un zarpazo. Ver cómo desde Marruecos han tratado la pobreza y la desesperación como un arma, como un chantaje, ha sido demoledor: cientos de personas llevadas como ganado hasta la valla, les han abierto la puerta, les han dejado pasar… Desde la distancia, y utilizándoles de una forma obscena lograban presionar lo que querían, como querían y después, los han vuelto a reagrupar y los han castigado, llevándolos de aquí para allí, monte arriba ahora, monte abajo después, según el capricho de los agentes marroquíes, o según las órdenes que llegaban desde Rabat. Daba igual que en esa manada hubiese niños, adultos, mujeres, personas que llevaban meses recorriendo un largo camino para llegar hasta allí o menores marroquíes engañados que se han visto envueltos en ese tumulto, algunos pensando que todo esto era una excursión o un juego. Quienes tenían, en teoría, que protegerlos, jugaban con su desesperación, sus ilusiones a merced de intereses puramente políticos.
Al otro lado, militares, voluntarios, agentes de la Guardia Civil, trataban de salvar vidas. Algunos se pasaron 15 horas dentro del agua, rescatando personas, salvando vidas y viendo cómo alguna se perdía. Hacían su trabajo, sí, pero sin dejar de demostrar que lo suyo es mucho más que vocación. La empatía, el cariño, la caricia, el abrazo, el consuelo, no han faltado. Lo hemos visto, en directo, por mucho que algunos en el Congreso hablaran de militares frente a niños (no sé adónde estaban mirando o qué estaban viendo). Pero incluso todo eso ha servido para seguir soltando mierda, porque oye, viene bien que así, a lo tonto, soltando semejante barbaridad, me da clicks, y me pone de nuevo en la picota.
Sin Photoshop, gracias
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Hay días en los que de verdad crees que de ésta hemos salido mucho peor, muchísimo peor. En esos días en los que te vas mordiendo la lengua para no dar más bola a todo, simplemente apagas y dejas que el fango se cueza solo. Sabiendo que, al día siguiente, cuando vuelvas a darle al on, esa mierda se habrá podrido un poco más, cocida a fuego lento con mucho odio y mucha ignorancia. Y piensas que digas lo que digas dará igual, porque nadie quiere escuchar. Ahí está el problema: escuchar se ha convertido en un gesto inusual.
Lo de Luna es el mejor ejemplo de toda esa mierda que se cuece cada día y que no sólo se vive en el hábitat de las redes. Hay quien deliberadamente, con nombre y apellidos, con miles de seguidores y que se cuelga la etiqueta de periodista (etiqueta que le viene más que grande), decide de una forma consciente decir una barbaridad, una bajeza que no tiene nombre, únicamente para ganar visibilidad, generar polémica, y echar gasolina a un clima suficientemente incendiado. Luna, la voluntaria de Cruz Roja que atendió a un migrante en la playa, sólo dio lo que todos hubiésemos esperado si nos hubiésemos visto en el lugar de ese hombre: CON-SUE-LO. Pero algunos vieron otra cosa. Y llenaron las redes de insultos y amenazas. Luna sólo tiene 19 años, está ahí como voluntaria. Y no ha podido con la presión. Ha cerrado sus redes porque en menos de 24 hora le ha llovido toda esa mierda. Lo bueno es que ha recibido miles de apoyos, aunque ella ya no lo pueda leer.
Hay quien se cree que todo esto es un juego. Que provocar así, pues bueno, es una forma de mantenerse entretenido durante un rato. Igual el problema es nuestro, por darle voz y escuchar al que no hace más que insultar. Puede ser. Lo que tengo claro es que insultar NO es un derecho, a ver si se enteran de una vez, insultar es una falta de respeto.