Ahora que de casi todo hace ya...
60 años del nacimiento de Lady Di, la protagonista del primer cuento de hadas con un final triste
La primera entrevista que concedió fue para desmentir un rumor del Sunday Mirror que afirmaba que había perdido la virginidad en un tren con el príncipe de Gales. En junio de 1994, desafió a la Casa Real británica luciendo en público un espectacular vestido negro ceñido, de palabra de honor y por encima de la rodilla, rompiendo con el protocolo de la Corona, que prohibía vestir de negro salvo en situaciones de luto. Los periódicos británicos no tardaron en bautizar aquel traje como el vestido de la venganza, pues ese mismo día el príncipe Carlos confesaba en la televisión pública a través de un reportaje con Jonathan Dimbleby que le había sido infiel con su amiga Camilla Parker Bowles.
A finales de 2020 con la cuarta temporada de The Crown recién estrenada, una oleada de mensajes inundó la cuenta oficial de Buckingham en Instagram. En la cuenta aparecía una imagen de Camilla y debajo miles de comentarios denostándola, pues la serie de Netflix reflejaba la imagen de un príncipe egoísta y su amante Parker fría y manipuladora. Incluso el Gobierno británico instó al gigante del streaming que clarificara que su serie era solo ficción. Diana vivió rodeada de polémicas por una prensa sensacionalista que la perseguía a todos lados y que la condujo a su muerte. Nació en 1961 y si un fatídico accidente de tráfico no hubiera acabado con su vida en la madrugada del 31 de agosto de 1997, en julio habría cumplido 60 años, hablamos de Diana Frances Spencer, más conocida como Diana de Gales o Lady Di.
Winston Churchill era un pariente lejano
El 1 de julio nacía en Sandringham (condado de Norfolk) la niña que veinte años más tarde se convertiría en la princesa de Gales. De origen aristócrata, su padre John Spencer se convirtió en 1975 en el VIII conde de Spencer, —momento en el que pasó a llamarse Lady Diana Spencer, y de ahí Lady Di— pasó su infancia en Althorp House, una casa señorial que fue construida en 1508 por la familia Spencer, unos granjeros de Northamptonshire que se enriquecieron gracias a la lana. Entre sus parientes más lejanos se encontraban figuras como el mítico actor Humphrey Bogart, que si hubieran coincidido en vida sería su primo en séptimo grado, pero también los presidentes George Washington y Winston Churchill. La bisnieta de este último, Clementine Hambro, fue la dama de honor de Diana con tan solo cinco años en la boda con el príncipe Carlos celebrada el 29 de julio de 1981. Otras personalidades como la escritora Louisa May Ascott (Mujercitas) o el creador de las encuestas de opinión, George Horace Gallup, formaron parte de la misma familia.
Su vida cambió radicalmente cuando conoció a quien sería su futuro marido, Carlos de Inglaterra. Por aquel entonces, ella tan solo tenía 16 años, mientras que él 29. Seis meses fue el tiempo que la pareja tuvo para conocerse antes de contraer matrimonio. Un tiempo en el que apenas se veían. La futura princesa contó años más tarde a través de la biografía Diana: Her True Story del autor Andrew Morton, que durante su noviazgo el príncipe era capaz de llamarle todos los días de la semana, y después no saber nada de él durante tres. Cuando el palacio de Buckingham anunció su casamiento en un comunicado oficial el 24 de febrero de 1981: “Con placer la reina y el duque de Edimburgo anuncian el compromiso de su amado hijo, el príncipe de Gales, con Lady Diana Spencer, hija del conde Spencer y la honorable señora Shand Kydd”, eran apenas unos desconocidos.
La boda la siguieron 750 millones de espectadores
La boda llegó cinco meses después del anuncio oficial de la Casa Real. La catedral de San Pablo de Londres se había convertido en el escenario perfecto para transmitir en directo aquel encuentro, que con sus 158 metros de longitud recuerda A la basílica de San Pedro del Vaticano. Seguida por 750 millones de espectadores en todo el mundo se convirtió en la boda del siglo XX. El príncipe heredero de la corona británica se casaba con una adolescente que pese a pertenecer a una familia aristocrática, no era de sangre real. Y aunque no era la primera vez que ocurría en la historia de la monarquía, seguía siendo noticia. De aquella historia de amor se escribieron guiones de decenas de libros, series de televisión y películas. La última protagonizada por Kristen Stewart como Lady Di y dirigida por Pablo Larraín bajo el título Spencer, será estrenada en el Festival de Venecia. El filme hace un retrato de la princesa durante las vacaciones navideñas con la Familia Real en el castillo de Sandringham.
Los rumores de que el matrimonio no funcionaba se expandieron por las exclusivas que los tabloides británicos sacaron a luz a finales de los ochenta y principios de los noventa. Los paparazzis siempre estuvieron muy cerca de los pasos que realizaban ambos cónyuges. En 1992, el diario Sun publicaba una conversación telefónica entre Diana y su presunto amante, James Gilbey. Más tarde la prensa filtró una charla íntima entre Carlos de Inglaterra y Camila Parker, en la que parecía confirmarse su infidelidad con la princesa. Aquellas cintas se convirtieron en un fenómeno de masas conocido como el Camillatape, que acaparó miles de portadas. A finales de ese año el primer ministro británico John Major anunciaba la separación oficialmente, aunque no se divorciaron hasta el 28 de agosto de 1996.
La entrevista de la BBC fue un boom mediáticoboom
Pero la bomba mediática llegó el 20 de noviembre de 1995 en una entrevista grabada en secreto ante las cámaras de la BBC, que fue vista por más de 20 millones de espectadores y considerada la primicia del siglo del mundo de la televisión del Reino Unido. Una expectación que se vio reflejada en la que concedieron el príncipe Harry y su esposa Meghan Markle a la presentadora Oprah Winfrey de la CBS hace unos meses. El periodista Martin Bashir le preguntaba a Diana los motivos de su separación y esta le respondía: “Éramos tres en este matrimonio. Había demasiada gente”, (haciendo alusión a la infidelidad de su marido con Camilla).
Pero Lady Di, a pesar del rígido protocolo de la corona que dictaba el comportamiento de la realeza en los compromisos públicos, fue más allá y lo explicó todo: lo que había ocurrido en su vida antes, durante y después de su matrimonio con el príncipe; su relación con la Casa Real y el aislamiento al que se vio sometida; la bulimia y depresiones nerviosas que sufrió; los intentos de suicidio; y para finalizar confirmó su relación adúltera con el capitán de caballería James Hewitt. Aquello generó un gran escándalo en la familia real británica. Tanto fue así, que para acallar rumores la Corona obligó a Diana a someter a su hijo Harry a una prueba de ADN para desmentir las informaciones que atribuían su paternidad a James Hewitt.
El presentador de la BBC la manipuló
Una investigación reciente apuntaba que la princesa fue engañada y manipulada por el propio Bashir para que les concediera la entrevista a la BBC. Según el hermano de la princesa, Charles Spencer, el periodista “persuadió” a Diana asegurando que una red de vigilancia secreta por parte de la familia real británica la perseguía, que su teléfono había sido intervenido, y que un reloj de su hijo, el príncipe William, guardaba un dispositivo que podía grabar conversaciones. Además, el entrevistador le habría presentado unos extractos bancarios de personas que trabajaban para la Casa Real para hacer más real la conspiración. A pesar de que la BBC ya inició una investigación en 1996 en la que absolvió a Bashir, en mayo de 2021 unas nuevas pesquisas concluyeron que la cadena no cumplió con los "altos estándares de integridad y transparencia" exigibles durante aquella entrevista. De esta manera, se confirmaba que Bashir actuó de una forma "engañosa" y falseó documentos para lograr el encuentro con la princesa de Gales. Tanto la corporación como el propio periodista se disculparon públicamente de lo sucedido, aunque este último aseguró que todo aquello no tuvo nada que ver con la decisión de Diana de concederle la exclusiva.
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Un final no feliz
Su vida se vio truncada el 31 de agosto de 1997 cuando perdía la vida en un accidente de tráfico en París junto a su entonces pareja Dodi-Al Fayed y el chófer que conducía el vehículo. Desde que se habían hecho públicas las fotos que confirmaban su romance con el empresario egipcio, los reporteros la seguían a todos lados: en el aeropuerto de Le Bourget de París, en la localidad turística italiana de Portofino, en las tiendas de lujo de la avenida Montagine, en la Plaza Vendome... La persecución culminó cuando el Mercedes 600 en el que viajaban los dos colisionó, a más de 150 kilómetros de velocidad, contra una columna de cemento del túnel del puente del Alma (París).
Aunque el Tribunal Correccional de París absolvió en 2003 a los tres paparazzis que los persiguieron del cargo de violación de la intimidad, aquel funesto accidente puso en el punto de mira la autorregulación de los periodistas en el ejercicio de sus funciones. El mundo entero quedó conmocionado. Figuras como Teresa de Calcuta, Margaret Tahtcher, Bill Clinton y todas las casas reales expresaron su aflicción tras la inesperada muerte. El propio Carlos de Inglaterra se desplazó hasta París para recoger sus restos mortales y, en el hospital, se despidió en la más rigurosa intimidad de la que fuera su esposa. Moría una princesa y comenzaba una leyenda.