Energía

Dos mentiras y una media verdad en el discurso energético de Casado más allá de la obviedad sobre "la solar" y la noche

El líder del PP, Pablo Casado interviene en un acto en Puertollano (Ciudad Real).

El presidente del PP, Pablo Casado, habló este domingo en Puertollano (Ciudad Real) sobre energía, electricidad y tecnologías renovables. Se viralizó una frase de su discurso: "A las ocho de la tarde no había posibilidad de que la solar emitiera porque era de noche". Es cierto, también obvio, que la energía solar fotovoltaica reduce su aportación al anochecer y que, hasta que se generalicen las baterías para la generación eléctrica a gran escala, hacen falta otras instalaciones de respaldo, algo que se ha encargado de apuntar el dirigente popular en un tuit posterior a la intervención. Pero el líder de la oposición habló más y mezcló medias verdades con mentiras sobre la posición de "la izquierda" en la materia. 

Mentira número uno: vincular "la solar" con un 'mix' energético que "arruina"

Casado vinculó sus aseveraciones sobre la energía solar y su escaso funcionamiento de noche con una contundente conclusión: "Necesitamos un mix energético que no arruine a nuestra gente". Sin embargo, si los precios de la electricidad están tan altos, suponiendo un problema para familias y empresas en toda Europa, no es por el interés excesivo en las renovables, sino por la falta de ellas. Todos los expertos en el mercado eléctrico y la propia ministra para la Transición Energética, Teresa Ribera, lo tienen claro: cuanta más energía limpia en el sistema, más caen los precios. De hecho, la entrada masiva de eólica y fotovoltaica en los dos primeros trimestres de 2021 tiró los precios de la subasta marginalista. 

No es que sobre energía solar fotovoltaica, es que falta. Pese a los avances de los últimos años, en 2021 se ha instalado, aproximadamente, la mitad de la nueva potencia que en el año anterior, atravesado por la explosión de la pandemia. Empresas y expertos apuntan a un cuello de botella: faltan manos en la administración para gestionar tantas peticiones y tantos expedientes. Este verano y otoño, la otra gran tecnología renovable, la eólica, ha producido menos de lo esperado por las condiciones meteorológicas. Por lo tanto, estas instalaciones necesitan un respaldo, como bien apuntó Casado posteriormente: pero es el precio de este apoyo, el gas natural, lo que encarece los precios. Si las renovables fueran lo suficientemente fuertes y no necesitaran entrar en el pool las centrales de ciclo combinado, los precios serían más bajos. 

En conclusión, si "necesitamos un mix energético que no arruine a nuestra gente", es apostando aún más fuerte por "la solar", al contrario de lo que sugirió el presidente del PP. 

Mentira número dos: "A la izquierda no le gusta ahora la eólica"

Más afirmaciones de Casado. "A la izquierda no le gusta el carbón". Ni a la izquierda ni a la inmensa mayoría de países de la Unión Europea, incluido su órgano ejecutivo, la Comisión, que en la pasada cumbre del clima hizo varios alegatos a favor del fin de la tecnología más contaminante y emisora de la historia. "A la izquierda no le gusta el gas". Ni a la izquierda ni a todo aquel que quiera pagar menos por su electricidad: sin embargo, el Gobierno español no planea cerrar ni una sola central de ciclo combinado de aquí a 2030, porque la apuesta pasa por utilizar este combustible fósil como apoyo hasta el 100% renovable prometido. "A la izquierda no le gusta la hidroeléctrica". Tampoco se prevén clausuras masivas de estas centrales: sí el paso de su gestión a manos públicas para que las privadas dejen de especular y de secar pantanos para su beneficio. 

Prosigue: "A la izquierda no le gusta ahora la eólica y se quejan de que arruinan el paisaje. Claro. Ahora solo les gusta la solar". Ni el PSOE, ni Unidas Podemos, ni Transición Ecológica han manifestado su rechazo a la energía eólica. Al contrario: repiten una y otra vez que cuantas más renovables mejor. Es cierto que determinados proyectos en zonas rurales, tanto de eólica como de fotovoltaica, han generado rechazo en el territorio por el posible impacto no solo sobre el paisaje, también sobre la biodiversidad y sobre el uso de la tierra. Ribera ha llamado en varias ocasiones a un equilibrio: sin arruinar el despliegue de energías limpias, pero censurando la actitud "agresiva" de algunas empresas. No significa que "a la izquierda no le gusta ahora la eólica". 

Media verdad: asumir que el fin de la nuclear es una decisión solo política y solo de la izquierda

En varios tuits posteriores, el presidente del PP puntualizó que su apuesta es la energía nuclear. "Como quiero energía barata y no contaminante propongo renovables con nuclear de refuerzo, como pide [el presidente francés, Emmanuel] Macron y [el estadounidense, Joe] Biden". (...) "¿Por qué Macron pide que se pueda aplazar la moratoria de la nuclear, y Biden dice que la nuclear puede ser una energía también verde, y aquí en España decimos que no, que no se pueden alargar las centrales nucleares?". 

Por increíble que parezca, lo del PP es lo que parece

En primer lugar, para contestar a la pregunta retórica de "por qué en España decimos que no se pueden alargar las centrales nucleares" tendría que preguntar no solo a "la izquierda" y al Gobierno, sino a su propio partido y al Ejecutivo de Mariano Rajoy. El 1 de agosto de 2017, el ministro de Energía, Álvaro Nadal, anunció la decisión de su gabinete de cerrar la central de Santa María de Garoña. El rechazo social y ecologista era evidente, pero también hubo razones económicas: Iberdrola, propietaria del 50%, no quería seguir. El Consejo de Seguridad Nuclear pedía una serie de reformas para mantener la seguridad de la instalación cuyo coste no quiso asumir la eléctrica. 

De las palabras de Pablo Casado se desprende que apostar por la energía nuclear es una decisión exclusivamente política. Sin embargo, en un mercado eléctrico liberalizado y una producción privatizada, las empresas tienen mucho que decir porque, aunque haya apoyo público, son ellas las que asumen los riesgos y los posteriores beneficios o las pérdidas. Y las eléctricas españolas, por cuyo bienestar se preocupa tanto el PP, no quieren seguir con esta tecnología. Por eso pactaron –no fue impuesto– un calendario de cierre con el Gobierno, que se producirá entre 2027 y 2035. 

La energía nuclear no es barata. Los costes y la tardanza en levantar una central nuclear son, en muchas ocasiones, incompatibles con los ritmos de la transición ecológica. Francia se apoya en ellas para ofrecer un precio competitivo a sus ciudadanos por el carácter público de su monopolio eléctrico, pero su pool marca un precio parecido al de España. Sin embargo, la tecnología cuenta con varias ventajas: cero emisiones de CO2 y capacidad para funcionar y generar electricidad cuando las renovables no funcionan. En todo caso, hay razones también económicas, y no solo políticas, que explican el cierre nuclear. 

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