"Me envuelves en el deseo febril de mis noches de delirio": las cartas eróticas de grandes figuras históricas
"¡Viva el amor en el raso y la seda, las camas mullidas con blancos colchones, los terciopelos rojos, las alfombras, la gloria de ver a una mujer más linda que Cleopatra, ejerciendo todo el poder de sus encantos sobre mis sentidos (...) Me embriaga, sí, contemplar tu hermoso cuerpo desnudo y perfumado con las más exóticas esencias, y hacerte el amor sobre las rudimentarias pieles y alfombras de campaña. Todo esto es una obsesión, la más intensa de mis emociones. ¿Qué he de hacer? Tu ensoñación me envuelve en el deseo febril de mis noches de delirio. La moral, como tú dices, en este mundo es relativa; la sociedad que se gestó y ha surgido de esa desastrosa época de colonialismo es perniciosa y farsante; por eso no debemos actuar, como tú bien dices, sino al llamado de nuestros corazones. Soy tuyo de alma".
Así se desencadena Simón Bolívar desde el Cuartel general de Tunja, el 16 de junio de 1825, en una apasionada carta enviada a su íntima amante, Manuela Sáenz, en plena guerra por la liberación de América. Unas líneas en las que recuerda y piensa en su amada con obcecada determinación y buscando en la fantasía el refugio del guerrero. Mucho más evocador que el íntimo a la par que explícito discurso de León Trotski a su esposa, Natalia Ivánovna Sedova: "Desde que llegué aquí, mi pobre verga no se ha levantado ni una sola vez. Como si no estuviera. Ella también descansa de la tensión de estos días. Pero yo, y no ella, pienso con ternura en un coño muy dulce que conozco. Quiero chuparlo, meter la lengua en sus profundidades. Natalochka, cariño, te follaré fuerte con la verga y con la lengua. Lo siento, Natalia, me parece que es la primera vez en la vida que te escribo unas líneas como estas".
"El erotismo es una llamada a vivir y el deseo es la prueba de la vida", remarca a infoLibre Nicolas Bersihand, autor de Cartas eróticas. Las joyas epistolares más íntimas y pasionales de las grandes figuras de la historia. Un volumen en el quedan retratadas, negro sobre blanco, los más desbocados pensamientos de, entre otros muchos, Napoleón Bonaparte, Benjamin Franklin, Wolfgang Amadeus Mozart, el Marqués de Sade, Rosa Luxemburgo, Virginia Woolf, Voltaire, Francisco de Goya, Claude Debussy, Victor Hugo, Richard Wagner, James Joyce, Miguel Hernández, Guillaume Apollinaire, Friedrich Engels, Pietro Aretino o Carlos III.
"Pánfilo de mi corazón, rabio también por echarte encima la vista y los brazos y el 'cuerpote' todo. Te aplastaré (...) Tienes la gracia del mundo y me gustas más que cualquier libro
También recupera el autor los textos que Emilia Pardo Bazán escribía a su adorado Benito Pérez Galdós, con pasajes tan gloriosos como "el sábado por la tarde te daré a besar mi escultural geta gallega". Y, tras llamarle "miquiño mío del alma", le confiesa: "Ayer pasé soñando contigo toda la noche. Ya ves si necesitaré hacerme violencia para tratarte con amor y apretarte con delirio". Casada con José Quiroga, Pardo Bazán empezó en 1881 una correspondencia con Pérez Galdós, que poco a poco fue volviéndose más amorosa y pasional: "En cuanto yo te coja, no queda rastro del gran hombre (...) Pánfilo de mi corazón, rabio también por echarte encima la vista y los brazos y el cuerpote todo. Te aplastaré (...) Tienes la gracia del mundo y me gustas más que cualquier libro".
Anhelos, éxtasis, fantasías, confesiones, escándalos, primeras veces... Estas correspondencias completamente desatadas muestran cómo el erotismo, inherente a la naturaleza humana, surge en la intimidad con una fuerza arrolladora que va más allá de los tabúes y las normas, y hace temblar la vida de sus protagonistas. "Quería hacer un libro profundizando la relación entre el género epistolar, que es una de mis grandes pasiones editoriales, y el erotismo, que yo creo que es el tabú o el lado oscuro de la humanidad. Porque nadie habla del erotismo, aunque de alguna manera es uno de los elementos centrales de la existencia humana", apunta Bersihand.
Para llevar a cabo su cometido, el autor hace un recorrido cultural e histórico por cartas en español y en otros idiomas. Resultado de una investigación de un año en la que llegó a reunir un millar de misivas, muchas de las cuales han tenido quedar forzosamente fuera de este volumen. Porque, además, no se trata de una mera compilación, sino que va desarrollando un estudio antropológico a lo largo de tres grandes ejes: el primer momento sin contacto en el que despierta el deseo, el acto erótico en sí mismo y todo lo que provoca, y lo que ocurre después de esos encuentros: "No empecé con una tesis clara, pero sí que la encontré al final de la investigación que el erotismo y el deseo humano es, efectivamente, el eje trascendente de la vida. Da igual que se cumpla en un encuentro erótico o que luego se convierta en el motor de la creación literaria, de la lucha política, de la investigación científica..."
Argumenta, en esta línea, que hay varias maneras de leer estas Cartas eróticas. "Una, muy legítima, es el cotilleo y el morbo, como cuando a Napoleón su mujer Josefina le dice que está embarazada y él se da cuenta de que hace más de nueve meses que no se han visto", apunta divertido, para luego agregar: "También arroja una luz peculiar sobre la vida de grandes personas, grandes escritores, grandes intelectuales, que ofrece una perspectiva que no es solo histórica sino también antropológica, porque habla de las personas y refleja ese lugar oculto que tiene el erotismo en la vida humana a través de un género, el epistolar, que es para mí el género central de la intimidad y que es, a su vez, el menos considerado de los géneros literarios por las editoriales, las instituciones e incluso los lectores. Por eso hay muy pocos libros de cartas".
El hecho mismo de ser cartas es lo que las hace profundamente sinceras y, en no pocos casos, temerarias. "Al estar en ausencia del otro, si hay cierta confianza, se escriben cosas que ni se dicen ni se escriben de otra manera, en otro género ni a nadie más", resume Bersihand, quien, asimismo, admite como normal que los lectores del presente se sorprendan de ciertos escritos, si bien, al mismo tiempo, su honestidad brutal hace que podamos conectar con aquellas personas a pesar del transcurrir de tantos años. "La correspondencia es algo tan íntimo y auténtico que te permite conectar con una persona que puede estar muy cerca de ti al haber escrito exactamente algo que has pensado o sentido. Esto, por tanto, aumenta tu círculo de referencia y también tu interés cultural. La correspondencia es una buena manera, una introducción fabulosa, para acercarse a la vida de una persona muy lejana de la que uno no sabe nada. Una carta te mete en su vida o te recuerda lo cercano que estás de esa persona en un tema, en este caso el erotismo", defiende.
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Una carta te mete en la vida también de "grandes mujeres", pues este libro está, efectivamente, lleno de cartas eróticas de mujeres. "Nunca hubo, que yo sepa, un libro con tantas cartas de mujeres y me enorgullezco de ello, porque no ha sido fácil encontrarlas pero son abrumadoras. En los últimos veinte años se han publicado correspondencias eróticas de mujeres que no solo acaban con su invisibilidad en este campo, sino que en realidad superan a las cartas de los hombres", subraya el autor, quien pone como ejemplos las de Violet Trefusis a Vita Mary Sackville-West, Lou a Apollinaire, Marguerite Burnat-Provine a Sylvius o Mary Wollstonecraft a Gilbert Imlay y a William Godwin.
Cambiando de tercio, reseñables también las de Goya a su amigo Martín Zapater: "Mi vida sería que pudiésemos estar juntos y cazar y chocolatear y gastarme mis veintitrés reales que tengo con sana paz, y en tu compañía me parecería la mayor dicha del mundo". O Napoleón Bonaparte, cruzando Europa entre batalla y batalla para reunirse con Josefina, no sin antes pedirle que haga el esfuerzo de conservar su olor corporal con una petición de lo más particular: "No te laves, parto y en ocho días estoy ahí". O Carlos III relatando al detalle a sus padres Felipe e Isabel sus encuentros amorosos con María Amalia de Sajonia: "Desde entonces hemos seguido así, dos veces por noche".
Mensajes escritos que antes circulaban por el mundo en papel y que ahora han cambiado el vehículo pero no las formas. De hecho, los whatsapps o los emails son una nueva forma que multiplica la correspondencia. "Toda la tecnología contemporánea permite a cualquier persona, incluso analfabeta, mantener correspondencia. Correspondemos más que nunca", afirma, planteando además que "con el feminismo y la liberación de la palabra de las mujeres, es probable que hoy en día se esté escribiendo la correspondencia erótica más abrumadora de todos los tiempos". "No de manera individual, sino colectivamente en una época", lanza, antes de concluir volviendo a la pulsión que hace al mundo girar: "El erotismo va mucho más allá del placer, el Kamasutra... hay una dimensión donde el erotismo es la afirmación de la vida misma, que puede tomar muchas maneras. Es una llamada a la vida y, a veces, efectivamente, desesperante porque se va el tiempo o no se cumple".