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"Antes lo repudiaba porque era gilipollas", pero María Talaverano (Cariño) terminó rindiéndose al reggaeton

María Talaverano del grupo Cariño en el Festival de Tomavistas, en IFEMA.

"Quedar con alguien por una app de citas nunca sale bien". Cuántas veces hemos escuchado esta frase de amigos cuando nos disponemos a encontrarnos con un desconocido o desconocida con quien llevamos hablando a través de una pantalla durante un periodo de tiempo indeterminado. Y lo peor es que suelen tener razón. Sin embargo, María Talaverano y Paola Rivero son de las pocas personas que pueden negar la mayor y decir orgullosas que quedar por medio de una de esas aplicaciones fue una de las mejores decisiones de su vida. De esa cita no salió una relación sentimental pero sí un grupo de música: Cariño. A ellas se unió Alicia Ros para conformar una de las bandas emergentes más importantes del panorama indie de nuestro país.

Definen su estilo como “tontipop” o, dicho de otra manera, “pop de barrio para la bajona”, según sus propias palabras. Y no se sabe si es porque mucha gente está de bajona o porque simplemente sus canciones son irresistibles, pero Cariño ha explotado en estos últimos años con éxitos como Si quieres o Canción de pop de amor, que les han llevado a tocar en algunos de los festivales más importantes de nuestro país. Pero Cariño no solo ha pegado fuerte en España, también han trascendido nuestras fronteras llevando su “tontipop” a California, donde tocaron el año pasado en el Coachella, uno de los festivales más grandes de todo el mundo. Hoy en infoLibre, como dice una de sus canciones, pedimos a María que se quede un poco con nosotros para que nos cuente sus placeres culpables.

La teclista y vocalista de Cariño confiesa que ese placer culpable más reciente fue acudir a un concierto del rapero Anuel. “Decidí ir porque creo que un concierto de reggaeton es una especie de droga que genera muchísima serotonina”, admite María. Ese placer derivado de ir al recital se explica, en su opinión, porque “las melodías y las letras no son nada pretenciosas, no hay que estar pensando”, algo que, relata, le hace muy feliz y le aleja de meterse “en bucles más oscuros”, al contrario que, por ejemplo, cuando escucha música indie más “intensa”.

Por todo ello, María nos cuenta que escuchar reggaeton siempre le pone de buen humor. “A veces estoy mal, escucho reggaeton y eso incluso me hace conectar con el presente de nuevo y olvidarme de los problemas”, comenta. 

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Un placer culpable al que no llegó antes por puro clasismo, según ella misma admite. “El reggaeton está visto para gente ‘básica’ cuando realmente disfrutar de ello es lo que considero más inteligente. No es más guay el más snob”, resalta María. Sin embargo, esos estereotipos sociales alrededor del reggaeton sí la influyeron antes de comenzar a escucharlo de forma más asidua: “Yo antes de meterme de lleno también lo repudiaba, pero básicamente por gilipollas”, admite. Por eso, considera que cuando aprendió a disfrutarlo y dejó de esforzarse en “proyectar una imagen de persona guay que solo escucha música de culto”, se transformó en otra muchísimo más feliz. “Lo verdaderamente guay es eso, lo otro es ser imbécil”, zanja.

Precisamente, María cree que, por esa presión social que sentimos sobre nuestros gustos, terminamos juzgándolos como placeres culpables. “Nada debería ser culpable, la verdad. Consume lo que te haga sentir bien y sé libre y feliz. La culpa siempre viene por el juicio externo. Que le den”, reivindica la integrante de Cariño, que da por superada esa época de sentir cargo de conciencia por consumir ciertos productos culturales.

Por último, María sostiene que la división entre la alta y la baja cultura la determina el número de personas que la consumen. “Para mí no es una distinción justa. Hablo del reggaeton como letras fáciles pero realmente hay conceptos detrás en algunas a los que es muy difícil llegar y ya me gustaría a mí o a cualquier indie pureta poder hacerlo”, plantea. La cantante y teclista pone como ejemplo de estas canciones de reggaeton con mensaje, por ejemplo, La canción, de Bad Bunny, donde el puertorriqueño narra una relación pasada que no puede superar. “El concepto, a pesar de simple, es increíble y es una nuestra de como una composición que escuchan millones de personas puede ser muchísimo mejor que otras catalogadas por clasistas de ‘buena cultura’”, concluye.

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