ECONOMÍA
"Las comisiones lo son todo, sin ellas no llegas a fin de mes": las rebajas pasan factura a los trabajadores
Mientras que los más pequeños aprovecharon el Día de Reyes para desenvolver sus regalos, es ahora cuando a los adultos de la casa se les llena el salón de paquetes y bolsas, principalmente de calzado y ropa, ya que alrededor del 94% de las ventas de las rebajas corresponden a este tipo de productos.
Esta campaña se espera que un 57% de los consumidores hagan parte de sus compras, una cifra que solo supera el furor por el Black Friday. De media, de acuerdo un informe de KPMG y Appinio, los españoles se gastan unos 700 euros entre noviembre y enero, el trimestre conocido como “Golden Quarter” en el sector del comercio. Solamente en estas rebajas de invierno, según datos de la Asociación Española de Consumidores, gastaremos 164 euros. Es algo menos que en 2022 y se observan pequeñas oscilaciones entre territorios. La Rioja y Barcelona encabezan el ranking en gasto, mientras que Galicia ocupa el último puesto.
A pesar de estas previsiones, el portal de empleo infoJobs asegura que esta campaña se ha producido un 40% más de empleo que en la anterior y un 41% más que en 2021. El porcentaje asciende al 62% si se atiende a los datos prepandemia. La mayoría de las ofertas del final de año han estado vinculadas a las Navidades y las rebajas, de hecho, un 64% de las vacantes registradas eran de duración determinada, frente al 5% de carácter indefinido. Seis de cada diez de ellas se ubican en Madrid, Cataluña o Castilla la Mancha.
Aumenta la carga de trabajo aunque las rebajas de invierno “ya no son lo que eran”
En las próximas semanas tendremos por delante rebajas, segundas rebajas, terceras y hasta quintas, en función de la tienda, con la que unas marcas y otras van a competir por atrapar a un consumidor que cuenta con cada vez más opciones. Detrás de esta estrategia están los trabajadores que revisan el etiquetado, actualizan stock y precios día a día, ordenan y colocan para atender a un volumen de clientes que llega, incluso, a duplicarse.
“Estos días están siendo un caos, aunque fueron peor los previos de preparación del almacén”, comenta Márgaret (Valencia, 26 años), que trabaja desde hace un año para una conocida marca de ropa española. Explica a este medio que su tienda ha reforzado con dos personas los picos de mayor afluencia y que la mayoría del equipo está haciendo horas extra: “Me alegro porque normalmente hago el trabajo de tres”. Laura (Madrid, 25 años) también es dependienta, aunque ella se encarga de vender gafas en una de las calles más concurridas de la ciudad: “Estoy haciendo muchas horas, saliendo más tarde, pero me merece la pena por las comisiones”.
Ambas coinciden en que, con los sueldos que se están pagando en el sector, hay una presión constante por vender al máximo y superar los objetivos. “Las comisiones lo son todo, sin ellas no llegas a fin de mes. Pasa lo mismo con los domingos y festivos”, añade Márgaret, aunque en su caso, dice, fueron mayores en Navidad “porque ahora hay muchas devoluciones y mucho jaleo, pero poca cosa pasa por caja”.
Cada vez hay más periodos de rebajas intermedios, desde el ya instaurado Black Friday, a los días sin IVA, de oro, o los asociados al fin de las “micro temporadas” de moda, por lo que ya no son tantos los que se agolpan a las puertas de los grandes almacenes el primer día de rebajas para ser lo primeros en llevarse alguna ganga. Según el comprador financiero Banqmi, el porcentaje de usuarios que asegura que comprará en este mes porque “siguen ofreciéndose grandes descuentos”, ha pasado del 34,65% del año pasado, al 33,15%, y ya son un 16.5% los que apuestan por adquirir productos en otras fechas, sin limitarse a enero y junio, un porcentaje que sube casi siete puestos respecto a 2022.
Ocurre lo mismo con las ventas en tienda física. Gran parte de las devoluciones que tramitan Laura y Márgaret son de prendas que se han adquirido online. No se llevan grandes ganancias por esas compras, pero sí más carga de trabajo por las recogidas y cambios. Este tipo de operaciones ya son las preferidas por el 19,09% de los compradores y superan los 60.000 millones de euros de facturación en España.
Uno de los sectores con más bajas de ansiedad y depresión
Unay Ferrer ( Unay_Ferrer_) se ha hecho famoso en Tiktok por hablar abiertamente, y con un toque de humor, de sus experiencias trabajando de cara al público: “Yo siempre digo que un sólo día como dependiente te da para cinco anécdotas”, comenta en conversaciones con infoLibre. Cree que el éxito de su cuenta tiene que ver con que “muchas personas pueden empatizar con situaciones similares, sobre todo si han trabajado en algo parecido”.
Desde los 18 años ha enlazado contratos temporales en diferentes tiendas, de pocos meses o semanas, siempre en periodos promocionales. “El trabajo que se hace es enorme y falta siempre personal. Si algo te lo pueden sacar diez personas, para qué vas a contratar quince… Al final vales lo que produces. Evidentemente esto genera estrés a cualquiera”. Además, explica el ‘tiktoker’ que quienes entran a “reforzar” en periodos cortos siempre son jóvenes con poca experiencia. “Una de las cosas más angustiosas es estar cambiando de tienda constantemente y no tener un periodo real de formación. Estás empezando de cero todo el rato y para cuando aprendes ya se te ha acabado el contrato".
Los trabajadores de cara al público son los más propensos a sufrir bajas por ansiedad, una tendencia que ha aumentado en la última década. Según datos del INSS, las bajas por trastornos mentales se han disparado desde 2016, especialmente tras la pandemia. Concretamente en el sector de la hostelería y el comercio han aumentado en este periodo en más de 200%. El estrés, la ansiedad y la depresión son las patologías más frecuentes. Un informe de la Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo ha concluido que prácticamente la mitad de la población de la UE - el 46%- está expuesta a una gran presión o sobrecarga de trabajo. En España esa cifra sube al 48%. Además, más de un cuarto de los encuestados dicen sufrir abusos verbales o violencia por parte de clientes o pacientes, en nuestro país ese porcentaje roza el 20%. También superamos la media comunitaria en presencia de patologías asociadas al estrés por 10 puntos (44%). Los síntomas más recurrentes son el dolor de cabeza, la fatiga y problemas musculares o de las articulaciones.
“Hay situaciones que pueden desembocar fácilmente en problemas de salud. Por muchas herramientas personales que tengas para afrontar situaciones complejas, hay trabajos de los que muy pocos pueden salir indemnes. Todos los seres humanos tenemos un límite”, explica al medio Jorge Pérez Patier, psicólogo general sanitario. La falta de descanso, realizar muchas tareas a la vez o la hiperproductividad pueden ser algunos de los desencadenantes de problemas de ansiedad, estrés o lo que se conoce como "síndrome del trabajador quemado" o "burnout". La precariedad laboral y los problemas económicos también juegan un papel importante.
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“Hace un tiempo me encontré con el caso de un hombre con una ansiedad muy fuerte asociada al simple hecho de ir a su puesto de trabajo. Son enfermedades graves que pueden cronificarse y en su caso hubo un esfuerzo muy importante en aprender a poner límites, entender qué trabajo le correspondía y cuál no, asertividad…” porque, puntualiza el experto, lo ideal sería poder cambiar el entorno, pero no siempre es posible, como sucede en los puestos de cara al público. “Sería conveniente impulsar talleres de intervención grupal, que podrían financiar empresas, ayuntamientos, sindicatos… Son muy útiles para afrontar mejor situaciones estresantes o poder ayudar a otros compañeros”.
“Yo no puedo hablar de problemas de salud mental diagnosticados, pero hace unos años trabajé en una hamburguesería y lo tuve que dejar. Me encerraba a llorar en las taquillas porque era demasiado y me afectaba en los estudios. Era un trabajo mal pagado y muy poco gratificante en el que tuve momentos muy tensos”, explica Unay, que habla en algunos de sus vídeos de ese puesto como recepcionista.
Tanto Laura como Márgaret aseguran que las faltas de respeto de los clientes con constantes y que, especialmente en estos días, “se ponen muy nerviosos” porque faltan prendas, no están lo suficientemente rebajadas o “no pueden atenderles a la velocidad que ellos esperan”. “Nos montan pollos todos los días varias veces, gritando y hablándonos mal. Por no hablar de cómo tiran todo por el suelo, no se molestan en darte las perchas, devuelven cosas sucias… Es bastante desagradable”, comenta Márgaret. Unay concluye recordando una historia que aún no ha querido contar en sus redes sociales porque es “demasiado reciente”: “Un cliente se me encaró amenazándome delante de todo el mundo y se quedó fuera esperando. En el descanso, mi encargada me pidió que saliera por la puerta trasera por si acaso”. Los tres coinciden en que esta es una de las peores partes de la profesión y que es “muy difícil” desconectar de estas situaciones al volver a casa.