DE TELEFONICA A NATURGY
¿España primero? Ya nadie discute si hay que blindar las empresas estratégicas, la duda es cómo hacerlo
Llegaron encadenadas como las gotas salen del grifo. La inversión extranjera en España sobrepasó los 28.200 millones de euros en 2023 y los proyectos dirigidos a aumentar la capacidad productiva y el empleo en el país se incrementaron cerca del 12% en 2023, respecto al año anterior, hasta suponer 5.680 millones. En el último trimestre del ejercicio se produjo además un repunte de esa inyección, tanto bruta como neta, que se elevó un 52% y un 79% respecto al tercer trimestre, respectivamente. Los datos son del Registro de Inversiones Exteriores del Gobierno y están disponibles en DataInvex.
Más de la mitad de la inversión extranjera, el 54,3% del global, tuvo un destino: el sector servicios. El 42,2% fue a parar al industrial y un 3% a la construcción. Por subsectores, resultaron especialmente atractivos el comercio al por mayor, las telecomunicaciones, la energía eléctrica y los combustibles. Si se apunta a otro parámetro, los proyectos nuevos de instalaciones productivas, los denominados greenfield, se puede afirmar que gran parte de esos fondos se dirigieron a actividades de alto valor añadido. Así, a la luz de la información de la base de datos FDI Markets, en 2023 España fue el mayor receptor global de esos proyectos en el sector de energías renovables y el tercero en los que implicaron la realización de actividades de I+D. Ocupó la quinta posición, si se cuantifican los planes greenfield relacionados con la inteligencia artificial y fue el décimo mayor destinatario de éstos en el ámbito de las Tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y de las infraestructuras de internet.
Mónica Melle, profesora titular de Economía Financiera de la Universidad Complutense de Madrid, sostiene que España es “muy competitiva” en la esfera inversora, ya que “tiene una estabilidad geopolítica y salarios bastante asequibles, pese a las subidas del salario mínimo”. “Esto hace –se explica– que el capital esté interesando en invertir en el sector servicios y también en el industrial, que están tirando sobre todo”. A esto une “la situación económica". "Somos el país de Europa que más está creciendo, prácticamente lo hacemos igual que Estados Unidos, lo que hace que seamos atractivos. Sigue funcionando el sector turístico, la demanda va bien, el consumo se mantiene… Todo eso hace que seamos un sitio atractivo para invertir”, escancia. Y no ve cambios a corto plazo, ya que ”las previsiones de crecimiento económico hacen que haya previsión de rentabilidades positivas de la inversión”, asevera. Y remata: “Todo el sector servicios de alto valor añadido es pujante y se está viendo que somos muy competitivos porque hay personal cualificado y se están generando productos y servicios a un nivel similar a países como Estados Unidos. Hay capacidad productiva y de rentabilidades positivas que hacen que España interese”. Pero, ¿esto nos interesa?
En ese escenario hay otra realidad: el Gobierno vigila el desembarco de fondos exteriores en empresas e incluso ha vuelto al accionariado de alguna como es el caso de Telefónica. Preguntada sobre si estima conveniente ese control estatal, Melle responde que sí “en sectores que son fundamentales para el funcionamiento de la economía como el financiero, que es de interés general y no puede quebrar”. “De hecho –recuerda–, cuando ha tenido problemas ha habido que poner dinero público y ayudas para rescatarlo”. Al mismo nivel sitúa a las telecomunicaciones y la energía. “Las empresas no pueden funcionar sin energía y, en una economía digitalizada, no concebiríamos que no hubiera servicios de telecomunicaciones. No podemos arriesgarnos a que haya un problema en el suministro de este tipo de bienes y servicios, como no podemos arriesgarnos a que no haya crédito, que es como la sangre en el cuerpo humano, la economía lo necesita”, ejemplifica.
A su juicio, “hay sectores que son de interés general y en ellos no es descabellado el que haya participación pública, ocurre en países de nuestro entorno de la propia Unión Europea, y el que, de alguna manera, se preserve que el funcionamiento y las decisiones que se puedan adoptar vayan encaminadas en pro de la actividad económica en el resto de sectores y servicios” del país. “Es conveniente esa presencia” en órbitas como las de las telecomunicaciones, ligadas a menudo a “cuestiones de Defensa” por lo que “sería muy arriesgado el control de una empresa pública por parte de otros países como Araba Saudí”. Cree Melle que “para garantizar una autonomía estratégica es fundamental que el Estado cobre más protagonismo”. Mira hacia atrás: “En la pandemia nos dimos cuenta de que su papel en algunos sectores económicos es esencial, siempre que se respete en el gobierno de las empresas que la representación la ostentan profesionales con prestigio, cualificados y que aporten en esos consejos de administración una visión empresarial, no política, que sea profesionalizado”. Justifica el planteamiento de este requisito volviendo de nuevo la vista al pasado: “Se trata de que no pase como con las cajas de ahorro, cuyos órganos de gobierno fueron copados por perfiles que no eran profesionales y se tomaron decisiones asumiendo unos riesgos que fueron nefastos como financiar aeropuertos donde no había aviones. Ese tipo de cosas llevaron a la quiebra de cajas, pero no porque el modelo en sí fuera malo”, concluye.
Los planteamientos geoestratégicos marcan el camino
Ignacio Muro, de Economistas Frente a la Crisis (EFC) y experto en modelos productivos y transiciones digitales, anota que “todo depende de los vaivenes del mundo y de lo que se entienda en cada momento por moderno y adecuado”. Se remonta a la década de los 80, “cuando se empezaron a privatizar empresas públicas”, para afirmar que “el Gobierno puso en marcha entonces lo que llamaba el núcleo duro, formado sobre todo por cajas de ahorro, BBVA… que mantenía a las direcciones una línea”. ¿Cuál? “Les dejaban libertad, salvo si había algún tipo de interés general”. Más tarde, “llega Aznar, privatizan todo, y se quedan de presidentes miembros del PP”, resume. Desde los años 90 a 2010, “la lógica que se impuso fue la libertad absoluta de mercado, no importaba el origen ni la nacionalidad de lo que se consumía, y Europa se descapitalizó, perdió industria, como EEUU. Se trasladó actividad y empleo a los países de Asia, fundamentalmente a China en lo que se ha llamado la globalización neoliberal”, señala. “Mientras –encadena– el centro del poder se vuelca en servicios de alto valor, intangibles, I+D… Aunque algunos países de Europa no se lo creyeron del todo y en el tema de la energía Alemania, Francia, Portugal… conservaron sus empresas energéticas con un control suficiente porque entendían que eran un asunto estratégico”.
Muro avanza en el tiempo para exponer que, tras la crisis global de 2008, “comienza a cambiar algo y más tarde llega Trump con su America First –América primero–, el Brexit e Inglaterra primero, o Italia primero… Ahí arranca un proceso de recolocación industrial y productiva y el control público es importante”, sintetiza. ¿Y ahora? “Se están redefiniendo pautas del capitalismo. Lo que llaman autonomía estratégica da valor cada vez más a tener centros de poder cercanos en temas sensibles a la estrategia. Cada uno coloca lo que quiere en valor estratégico: agroalimentación, telecomunicaciones, sanidad… España sitúa agroalimentación, Defensa, energía…”. En relación a este punto, plantea que quizá sería conveniente "definir cuáles son esos sectores estratégicos". “En el fondo –señala–, es el mismo debate que había en los 80, cuando se liberalizaba, pero había que mantener cierto control”, si bien, matiza que en el tiempo transcurrido desde entonces, “Europa ha avanzado” y en la actualidad, “al hablar de capital extranjero, no es lo mismo francés que árabe o chino”.
El rastro de los desembolsos árabes en España conduce a dinastías como los Saúd (Telefónica), Al Nahyan (Cepsa, Enagás, Cellnex) y Al Thani (Iberdrola, Colonial, El Corte Inglés) y es creciente, según los expertos. “Los fondos soberanos de países árabes siempre han sido grandes inversores desde los 70, con los petrodólares que se decía entonces, y hoy la cuestión es qué se deja en manos de quien, porque no es lo mismo Qatar que Arabia Saudí. Cuando, además, todo tiene un criterio paramilitar o defensivo ante una lógica que se está imponiendo por los conflictos bélicos”, avisa. “Es más”, apostilla, “antes de que nacieran habían empezado a crecer los gastos en armamento en todo el mundo, como si se vieran venir”, lanza.
A su entender, “todo está redefinido con planteamientos geoestratégicos. EEUU ha puesto barreras a China en temas tecnológicos de defensa y quiere que Europa le siga, pero ésta tendría que tener su propio criterio”, aboga. ¿Telefónica, Naturgy, Talgo, son empresas estratégicas? “Pues dependerá de lo que se considere”.
España está de moda, aunque la banca esquiva el 'boom'
Fuentes del ámbito económico confirman que hay varios factores en el país como “los tipos de interés altos, las buenas perspectivas de crecimiento económico y el que en algunos sectores haya habido mucha inversión doméstica” que constituyen “un buen caldo de cultivo” para que “fondos de inversión de países que no sufren la subida de tipos de interés, porque no tienen deuda, como China o los países del Golfo, compren activos en España”. Y a esto engarza que, en concreto los árabes, “aparte de contar con muchos fondos para gastar, tienen interés en sectores que consideran de futuro y que les permiten diversificar desde el mundo del petróleo y los hidrocarburos”.
Se trata de estados que "geopolíticamente no son adversarios, pero tampoco muy cercanos a Europa en general” y que se interesan, según estas fuentes, por áreas de actividad como “telecomunicaciones, energía, cadena de valor para coches eléctricos, renovables…”, como el gigante chino Envision que logró beneficiarse en 2023 de 200 millones en una subvención para poner en marcha una megafactoría en Navalmoral de la Mata (Cáceres) dedicada a la fabricación de baterías para coches eléctricos, según datos recopilados por Civio.
Estos fondos no se están fijando tanto en otras áreas de actividad como la banca y hay un motivo: “Con la subida del Euribor, las cotizaciones están muy altas, lo que hace que no sea un sector tan vulnerable a esas incursiones de capital extranjero, a no ser que cambie la coyuntura. Es difícil ahora por caro”, rematan las fuentes de esa órbita sondeadas que sí constatan que se podría decir que "España está de moda".