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'Mi querida España' no era lo mismo para Cecilia que para Vox: "La ultraderecha hace una apropiación perversa"

Evangelina Sobredo Galanes, conocida artísticamente como Cecilia

Un ramito de violetas, Mi querida España y Dama, dama suele ser el triunvirato de Cecilia que ha quedado grabado a fuego en al menos tres (¿cuatro?) generaciones de españoles a lo largo del último medio siglo. Canciones de su primer y tercer (y último en vida) disco, que terminaron por arrinconar a un segundo LP titulado sencillamente Cecilia 2 a pesar de que tiene una historia ciertamente apasionante ya desde su concepción, pues se iba a llamar Me quedaré soltera y la foto de portada iba a mostrar a la cantante en aparente estado de buena esperanza. Todo un desafío en pleno 1973 que la discográfica CBS no permitió para evitar problemas mayores.

"La foto de la portada es impresionante y sobrecogedora cuando la pones en su momento histórico", destaca a infoLibre el periodista y escritor Eduardo Bravo (Madrid, 1973), autor de Cecilia 2. La historia del disco que no pudo ser (Lengua de Trapo y Círculo de Bellas Artes, 2024). "Si CBS saca esa portada, Cecilia, que ya tuvo que ir a declarar ante el juez por la canción Un millón de sueños –titulada originalmente Un millón de muertos y que trata sobre la Guerra Civil–), hubiera tenido bastantes problemas. En el año 73 el adulterio seguía siendo delito para la mujer, con lo que estaba muy mal visto que pudieran ser madres solteras. Tirarse a la piscina con esa portada era una declaración de principios muy fuerte, y por eso la discográfica consideró que era un suicidio y no la quiso publicar", continúa Bravo.

Así fue como el segundo álbum de Cecilia (nacida Evangelina Sobredo en 1948 en Madrid) terminó adquiriendo el estatus de "culto" o de "nicho", después de un debut que había cosechado un gran éxito comercial en 1972. Para este trabajo, la cantante se sinceró emocionalmente y decidió abordar temas espinosos, que llevaban décadas silenciados –la memoria de la Guerra Civil, la emancipación femenina, el suicidio–, pero que pronto transformarían el país de arriba a abajo. Al temor de la discográfica se sumó el autoritarismo de una censura que, a pesar de la agonía del régimen, aún sacó fuerzas para prohibir que uno de sus temas, Un millón de sueños, sonase en las radios. Despojado de sus señas de identidad, el disco fue un fracaso en ventas, aunque medio siglo después es su álbum más reivindicado.

"Este disco nace con problemas porque se hace con mucha ilusión después del exitazo del primer disco. La discográfica deja mucha libertad y Cecilia la aprovecha para hacer un disco diferente, más maduro, con canciones que se quedaron fuera del primero por ser menos comerciales pero más sinceras, con unos arreglos inusuales de Pepe Nieto y con el planteamiento de Me quedaré soltera. La CBS no sabe manejar eso y empieza a haber una especie de desencanto por ambas partes que hace que el disco termine por no gustar a la discográfica, a la propia artista, ni al público salvo a algunos críticos", relata Bravo, lamentando que el fracaso de ventas hiciera que a pesar de ser a su manera un proyecto conceptual fuera despiezado en distintos recopilatorios tras la muerte a los 27 años de la cantante. Un disco que salió en CD pero durante mucho tiempo no ha estado disponible en streaming (ahora sí) y que tampoco ha sido editado en vinilo.

Cecilia 2 es un álbum con el que CBS (ahora Sony Music) no parece saber qué hacer y tampoco tiene un excesivo interés tantos años después, a pesar de que Bravo considera que sigue más que vigente transcurridos cincuenta largos años. "A lo mejor puedes decir que musicalmente está anclado en su época, como otros grandes clásicos, pero los temas son infrecuentes en el pop español", remarca, explicando que "hay muy poquitas canciones en el pop español sobre el suicido o sobre la emancipación de la mujer". Y son menos, obviamente, cuanto más atrás en el tiempo retrocedemos pues, según recuerda, "en plena época del nacionalcatolicismo el suicidio era pecado mortal". "Cecilia sigue siendo muy actual y abre todavía muchas puertas y posibilidades", apostilla. 

'Un millón de sueños' se llamaba 'Un millón de muertos' y habla de la Guerra Civil. Pero lo hace con la suficiente ambigüedad para que no sea claramente perseguible, hasta el punto de que hay un juicio en el que ella dice que se refiere a la 'Guerra de los seis días' y la conclusión es que eso puede ser. Así se zafa, aunque todo el mundo sabe en realidad de lo que está hablando

Eduardo Bravo

Y recuerda en este punto su encontronazo judicial con la censura tardofranquista: "Ella es muy inteligente en sus letras. Pertenece a la burguesía acomodada y sabe muy bien que se consiguen más cosas con la inteligencia y la elegancia que con el enfrentamiento directo. Por eso, su crítica al Régimen no la hace de una forma tan explícita que sea muy fácil de neutralizar, sino de manera sutil para generar dudas en los censores. Un millón de sueños se llamaba Un millón de muertos y habla de la Guerra Civil. Pero lo hace con la suficiente ambigüedad para que no sea claramente perseguible, hasta el punto de que hay un juicio en el que ella dice que se refiere a la Guerra de los seis días y la conclusión es que eso puede ser. Así se zafa, aunque todo el mundo sabe en realidad de lo que está hablando. Ella cuenta su mensaje, pero de una manera que es difícil de detectar o que, cuando es detectado, quizás es más complicado perseguirlo que dejarlo estar".

Dejó una honda huella, en definitiva, a pesar de su paso fugaz y su prematura muerte en 1976 en un accidente de tráfico. Tres discos editados y un legado perdurable, "breve pero muy potente". Un ramito de canciones con las que Cecilia "fue un revulsivo para la canción popular española". Primero, según Bravo, porque no era habitual que las mujeres tuvieran una carrera autónoma y no tutelada como cantautoras. Segundo, porque era una autora inusual, cosmopolita, que conoce de primera mano el pop y el folk anglosajón, educada en Estados Unidos, Inglaterra o Jordania pero con una gran curiosidad por lo que pasa en su país: "Es un personaje con un talento magnífico, unas letras fuera de lo usual en el pop español. Por eso con razón tiene mucho impacto en su momento y todavía nos sigue apelando cincuenta años después, porque sus canciones nos hablan mucho de nosotros. La sociedad española ha cambiado mucho, pero por ejemplo las mujeres de las que se habla en Dama, dama siguen existiendo, con esa hipocresía en la alta sociedad".

No hay un posicionamiento político explícito o consciente, pero todo eso se destila de sus canciones, en las que hay deseo de libertad, de democracia, de emancipación de la mujer, pero de una forma muy independiente

Eduardo Bravo

Concediendo que la emancipación de la mujer es un eje principal en su obra, sí que puntualiza el autor que este es un tema que "quizás no está con un feminismo muy marcado, aunque sí latente". "No hay un posicionamiento político explícito o consciente, pero todo eso se destila de sus canciones, en las que hay deseo de libertad, de democracia, de emancipación de la mujer, pero de una forma muy independiente, al margen de las tendencias políticas e ideológicas del momento", remarca, explicando que todo eso está ahí de una manera más "intuitiva" que "explícita", lo cual la diferencia de Paco Ibáñez, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel y Ana Belén u otros cantautores, que tenían un posicionamiento más militante".

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Y aún prosigue: "En su caso es más sutil, pero todo eso también está en sus letras. Quizás con el tiempo esa parte más política se ha ido perdiendo por la parte más romántica, pero en sus canciones se destila un mensaje que es inédito o inusual para el año 1973, cuando Franco seguía vivo. Y en esa coyuntura, Cecilia habla de la Guerra Civil, del suicidio, de las mujeres, de tener hijos estando soltera sin estar sometida a una institución patriarcal como puede ser el matrimonio. Como son canciones dulces y sutiles parece que pasa desapercibido, pero el mensaje de Cecilia, y especialmente del segundo disco, es muy contundente".

A pesar de eso, llama poderosamente la atención que una formación de ultraderecha como Vox haya utilizado como banda sonora en alguno de sus mítines Mi querida España, una canción a la que la dictadura franquista cambió la letra. La original decía “esta España viva, esta España vieja, esta España muerta” en lugar de "esta España mía, esta España nuestra". Como es natural, es imposible saber cómo hubiera evolucionado la artista ideológicamente con los años, pero Bravo lo tiene bastante claro: "Me da la sensación de que la Cecilia que se murió con 27 años no estaba en la reivindicaciones de Vox y no era esa España a la que ella estaba cantando. Creo que esa es una apropiación falaz y perversa desde la ultraderecha, no sé si porque no se entera o por su sinvergonzonería, porque es un movimiento político que se ha apropiado del término libertad cuando son los más liberticidas del mundo, son personas que no creen en la libertad ni la igualdad, porque según su propio código ideológico se basan en la represión y la desigualdad. Si han sido capaces de apropiarse de un término tan ajeno a ellos como la libertad, se pueden llevar por delante cualquier cosa, entre ellas a Cecilia. También de Libertad sin ira y otras canciones que tenían otro significado y que se han ido apropiando con sinvergonzonería".

Sea como fuere, el autor afirma que "con sus canciones Cecilia quería hacer un mundo mejor para todos" a partir de una idea de "contribuir al mundo y no buscar únicamente el beneficio personal". "Era una persona que contaba su vida a través de sus canciones, que compartía sus sentimientos, que quería llegar al público y que conectaba con la gente", subraya, señalando para terminar como herederas de la madrileña a cantantes actuales como Rozalén, Amaia Romero, Amaral o Christina Rosenvinge. "Podría haber tenido una gran proyección internacional, aunque se quedó en el Festival de la OTI, en una experiencia de la que salió muy satisfecha. Podría haber hecho una gira latinoamericana e incluso norteamericana, y haber tenido mucha repercusión en una industria del directo todavía incipiente entonces. Le faltó tiempo para ser una Rosalía en cuanto a magnitud internacional, pero ella vendió muchos discos en América. La pena es que le faltó disfrutar de ese éxito", concluye.

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