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La huella de carbono de la aviación privada alcanza niveles récord

Activistas interrumpen el tráfico aéreo de Ginebra en protesta por la contaminación de los aviones privados.

Lise Barnéoud (Mediapart)

Imagine una actividad practicada por menos del 0,003% de la población mundial pero que genera emisiones de CO2 equivalentes a las producidas por una media de 1,7 millones de franceses. O, dicho de otro modo, una actividad que emite en un año el equivalente a la huella de carbono de más de un millón de años de un francés medio. Eso es lo que representa la aviación privada.

Y estas cifras, reveladas en un artículo publicado el jueves 7 de noviembre en la revista Communications Earth & Environment, sólo tienen en cuenta las emisiones directamente emitidas por los jets privados. Si añadimos los desplazamientos adicionales que realizan clientes y auxiliares de vuelo, en taxis o helicópteros, para llegar hasta estas aeronaves, el balance sería aún peor.

"Nuestro estudio es la primera estimación global de la aviación privada en el mundo", insiste Stefan Gössling, profesor de la Escuela de Negocios y Economía de la Universidad Linnaeus de Suecia. Junto con sus colegas daneses y alemanes, han analizado los datos de seguimiento de vuelos de unos 26.000 aviones privados entre 2019 y 2023. Al compararlos con el número de jets privados registrados por el sector, los autores descubren que faltan unos 500, lo que podría explicarse por aeronaves que ya no vuelan o que no están en el registro de aviación civil.

En total, se estudiaron nada menos que 18,6 millones de trayectos utilizando datos públicos recogidos por ADS-B (Automatic Dependent Surveillance-Broadcast), un tipo de rastreador que los aviones están obligados a llevar y que se utiliza para el control del tráfico aéreo. Este sistema también se utiliza para rastrear los aviones de algunos multimillonarios.

Más de 15 millones de toneladas en un año

A continuación, los investigadores calcularon las emisiones de CO2 de cada vuelo en función de su duración, trayectoria y modelo de avión. El resultado: solo en 2023, estos vuelos emitieron más de 15,6 millones de toneladas de CO2. Eso equivale a las emisiones anuales de un país como Croacia. La aviación privada representa ahora el 1,8% de las emisiones totales de la aviación comercial.

Y la tendencia no es alentadora. Aunque este tráfico descendió ligeramente en 2020 como consecuencia de la pandemia de covid-19, ahora ha vuelto a repuntar. "Las emisiones aumentaron un 46% entre 2019 y 2023, y la industria espera que continúe el fuerte crecimiento", dicen los autores. De hecho, algunas previsiones auguran la entrega de 8.500 nuevos aviones de negocios en la próxima década.

Casi la mitad de estos vuelos (47,4%) son para distancias inferiores a 500 kilómetros. Prueba de que "la aviación privada se utiliza de forma rutinaria, y muy a menudo sustituye al coche para ahorrar tiempo o por mayor comodidad", afirma el artículo. Peor aún, el 4,7% de los desplazamientos ni siquiera alcanzan los 50 kilómetros. Entre las razones de estos trayectos tan cortos figuran los problemas de aparcamiento y la disponibilidad de combustible. No es infrecuente dejar a los clientes lo más cerca posible de su destino final, sólo para tener que cambiar de aeropuerto para dejar allí el avión o repostar. Antes de volver a recoger al cliente, se vacía.

Como era de esperar, la mayoría de estos vuelos tienen lugar en Estados Unidos. Pero si nos fijamos en el número de aviones privados por habitante, Estados Unidos se ve superado por las Islas Caimán, Guernesey y Malta, donde las ventajas fiscales y la posibilidad de anonimizar a los propietarios los han convertido en los lugares preferidos para matricular jets privados.

Otra de las conclusiones de este estudio es que muchos de estos vuelos parecen utilizarse para actividades de ocio. Esto se desprende de los destinos (Miami, Ibiza, Hawai, el Caribe, etc.) y del calendario de los vuelos, con un aumento durante el verano y los fines de semana. El análisis también revela la importancia de los grandes acontecimientos internacionales, en particular el Mundial de Fútbol de 2022 en Qatar, al que volaron 1.846 aviones privados, generando 14.700 toneladas de CO2. Irónicamente, incluso la última Conferencia climática (COP28) sobre el calentamiento global, celebrada en Dubai en 2023, destaca en el análisis de los investigadores, con 291 viajes en jets privados que generaron 3.800 toneladas de CO2.

En Francia están registrados 248 jets privados, es decir, 3,65 jets por millón de habitantes, una cifra baja en comparación con otros países europeos. Por otra parte, Francia es un destino frecuente del tráfico aéreo privado, en particular los aeropuertos de Le Bourget y Niza. Y acontecimientos como el Festival de Cannes también atraen a un gran número de jets.

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"Es necesaria una regulación para hacer frente al creciente impacto del sector de la aviación privada sobre el clima", concluyen los autores. Pero, contrariamente a su conclusión, la intensa presión ejercida por la Comisión Europea en los últimos años ha permitido, por el contrario, que la aviación de negocios no se haya visto afectada –en parte– por las reformas de descarbonización.

En realidad, la regulación de la aviación privada parece ante todo una cuestión de justicia social. La huella de carbono de los jets privados en 2023 supondrá "sólo" el 0,3% del total de las emisiones mundiales evaluadas por el Atlas Global del Carbono para ese año. No lo suficiente para alterar drásticamente la situación, pues.

"Pero si las emisiones de los mayores y más ricos emisores no son relevantes, ¡entonces ninguno lo es!", replica Stefan Gössling, para quien un enfoque basado en las emisiones por habitante es mucho más juicioso que uno basado en sectores. Por no hablar de que será difícil conseguir que la gente corriente adopte un comportamiento bajo en carbono si esos productos de lujo ultracontaminantes siguen emitiendo cada año un poco más de CO2 a la atmósfera.

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