Librepensadores
La carambola de Jac
En estos tiempos que corren, en los que la política y lo que tiene que ver con ésta y con los que tratan de manipularla hiede a perro muerto, hay que tratar de mirar para otro lado, reconfortarse y distraerse con otros temas que ocurren cada día, como son las carambolas, mezcla de casualidades y coincidencias que no siempre tenemos tiempo y ocasión de observarlas y disfrutarlas.
Confieso que soy un empedernido observador de carambolas, sobre todo y naturalmente de las que ocurren a mi alrededor y acabo de vivir una curiosa y entrañable, con final feliz, con un simpático ciudadano belga, Jaques Pelegrino, afincado desde hace muchos años en la Costa del Sol malagueña y ya al final de nuestros respectivos y dispares caminos por la vida.
Nos encontrábamos, sin saber que era un reencuentro después de seis largos años, que ninguno de los dos recordaba y que, casualmente, pude descubrir recientemente en el registro del WhatsApp que creíamos haber iniciado hace unos meses, pero no, allí constaba por escrito que nos habíamos visto en el 2015 por una operación inmobiliaria, que no cuajo para él como agente inmobiliario, ni para mí como vendedor en aquella ocasión.
Unos años después, realicé la operación por otros derroteros, de la que quedaron unos flecos y por los cuales Jac contactó de nuevo conmigo, después de tanto tiempo.
En esta ocasión sí ha cuajado, y me ha permitido conocerlo más y mejor, y saber de su intensa y entrañable historia, además de haber solucionado amistosamente un malentendido que para otras personas podía haber sido muy desagradable y que nosotros supimos sortear con acuerdo y final feliz.
Esta experiencia fue para mi intensa y enriquecedora, me dejó un buen sabor de boca, un amigo para siempre y me permitió deshacerme de algo que ya no tenía utilidad para mí, ni para los míos.
Como, a mi manera, también soy notario de recuerdos, he querido retratar por escrito esta carambola, que se convirtió en interesante y entrañable, para dar fe de que ocurren hechos casuales en la vida de las personas, que los pueden unir y hacer su camino más ameno y más interesante.
Los alemanes dicen: “Ende gut, alles gut”, que significa que, si el final es bueno, todo es bueno.
Y así ha quedado para mí su retrato con palabras:
Jaques Pelegrino, ciudadanos del mundo
Jaq, que no el destripador
es del mundo ciudadano
galante y conquistador
y con talante muy sano.
En Marruecos vio la luz
para Marsella emigró
corrió como el avestruz
y en Málaga se asentó.
Le conocí en Montemar
como agente inmobiliario
pero no pudo cuajar
su labor de intermediario.
Pasada media docena
de años sin encontrarnos
ha merecido la pena
y hemos podido alegrarnos.
Hoy tengo en Jaq un amigo
dinámico y con talento
y en este trato conmigo
al final quedó contento.
Juan Priego Romero es socio de infoLibre