Hay un chiste repetido en el acervo popular en el que un hijo se dirige a su madre a primera hora de la mañana de un día de diario, diciéndole: “Mamá no quiero ir al cole”, a lo que la progenitora intenta animarle y convencerle de cumplir con su obligación, hasta que, casi enfadada, le dice: “Hijo, debes ir, tienes 42 años y eres el director del colegio”.
Lo expresado en este ejemplo, sirve como metáfora en cuanto a lo ocurrido con la negativa de Felipe VI a recibir a la presidenta del Parlament de Cataluña, Carme Forcadell, para informar al actual Jefe de Estado de España del nombramiento del nuevo president de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont.
Los matices explicativos de la decisión, en cuanto al protagonismo de la puesta en marcha del proceso soberanista, para la independencia de Cataluña respecto a España, tanto por parte de la señora Forcadell, como del señor Puigdemont, e incluso del señor Mas, no justifican la decisión tomada por Felipe VI y sus asesores en la Casa Real o el Gobierno, sino que hacen más evidente la necesidad de dialogo, y qué mejor ocasión que el que la primera autoridad del Estado y los artífices del proceso soberanista puedan argumentar cara a cara sus posiciones.
Cataluña hoy, de momento, es una comunidad autónoma integrante de España y nada justifica que la necesaria formalidad en el trámite al nombrar a su presidente quede relegada al envío de un fax o un correo electrónico, recordando que la publicación de ello en el BOE (Boletín Oficial del Estado) se realizó con la firma del Jefe de Estado, Felipe VI, y del señor Rajoy, como presidente del Gobierno.
Si algo necesita hoy España es conversar y negociar, y las posiciones rígidas, por una parte y por la otra, no ayudan a avanzar en el descubrimiento del terreno común.
El señor Mas emprendió un viaje hacia ninguna parte en el que él se ha quedado en el camino, la señor Forcadell se propasó en su primera intervención como presidenta de un Parlament en el que la mayoría de sus escaños no representan a la voluntad mayoritaria de los catalanes, el Sr. Puigdemont aún no ha terminado de digerir su sorpresiva llegada a ser el 130º president de la Generalitat de Cataluña, todo se podría haber hecho de otra forma, pero Felipe VI también se equivocó, él es el jefe de Estado de todos los españoles, incluso de los que quieren dejar de serlo, y su obligación es recibirlos cuando el rol que desempeñan lo requieren, más allá de posicionamientos personales y situaciones más o menos agradables.
Mario Martín Lucas es socio de infoLibre
Hay un chiste repetido en el acervo popular en el que un hijo se dirige a su madre a primera hora de la mañana de un día de diario, diciéndole: “Mamá no quiero ir al cole”, a lo que la progenitora intenta animarle y convencerle de cumplir con su obligación, hasta que, casi enfadada, le dice: “Hijo, debes ir, tienes 42 años y eres el director del colegio”.