Librepensadores
Cómo se gestó el golpe de Estado en Bolivia
Si analizamos el proceso de gestación del golpe de Estado que se daba en Bolivia el día 10 de noviembre, después de las elecciones del 20 de octubre, entenderemos lo que está pasando hoy en el país y lo que va a pasar: sabemos cómo actúa la derecha y la extrema derecha. Ya lo habían anunciado Noam Chomsky y Vijay Prashad en su declaración del día 9 de noviembre, Nos oponemos al golpe en Bolivia, en la que se dirigieron a la comunidad internacional para manifestar que “en Bolivia se [estaba] gestando un golpe de Estado contra un gobierno electo liderado por Evo Morales”. También advirtieron de que el Ejército y sectores de la policía estaban “dispuestos a permitir que grupos de milicias fascistas [atacaran] el palacio presidencial en la Paz”. Y subrayaron que “la oligarquía cuenta con el total apoyo del gobierno de los Estados Unidos, que desde hace mucho tiempo está ansioso por expulsar a Evo Morales y a su Movimiento [al Socialismo (MAS)] del poder”.
Vijay Prashad señala en su artículo Bolivia Does Not Exist que el Centro de Operaciones de la embajada estadounidense en la Paz ha tenido dos planes durante la última década: “Plan A: dar un golpe de Estado; y Plan B: asesinar a Evo Morales”. Esta es una clara violación de la Carta de las Naciones Unidas y de la dignidad humana, que Washington desconoce. El año pasado Morales habló en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y sus palabras fueron una premonición de lo que le iba a pasar y de cómo actúa EE UU en el mundo. Afirmó que “Estados Unidos no está interesado en la democracia”, pues financia golpes de Estado y amenaza con “intervenciones militares a gobiernos elegidos democráticamente, como está haciendo con Venezuela”. Matizó que a “EE UU le importa un bledo los Derechos Humanos o la justicia”. Y añadió que si le importara “habría firmado las convenciones internacionales y los tratados que han protegido los Derechos Humanos”. En su discurso Morales mostró el desprecio que EE UU tiene al multiculturalismo. Según él, “esto se debe a que Estados Unidos tiene sed por el control político y por apoderarse de los recursos naturales de los países”. Esto lo hace con una injerencia en su soberanía, “cambia el régimen y después habla de la propaganda de la libertad, justicia y democracia”. Sus palabras proféticas se han cumplido un año más tarde.
Como apunta Prashad, “Bolivia podía haber sido borrada del mapa, pero [tiene] plata y estaño para Europa y EE UU”. Y también “el 70% de las reservas mundiales de litio”. Morales pidió que el 50% de las minas fueran controladas por Bolivia y que las ganancias se utilizaran para el desarrollo social, pero claro, “esto no gustó ni a EE UU ni a Canadá ni a la Unión Europea”. Prashad opina que una de las razones del golpe de Estado se debe a que las compañías de estos países quieren “tener el control de los recursos naturales de Bolivia, especialmente el del litio, que es esencial para [la fabricación de] coches eléctricos”. Otra razón fundamental para la Casa Blanca se debe a que no quiere oír la palabra “socialismo” en toda América Latina. Ya lo avisó Nixon cuando dijo que si algún país del hemisferio occidental no se sometía a EE UU, “harían que la economía gritara”. Una buena metáfora para referirse a los alaridos de dolor de la gente que sufre, como por ejemplo el golpe de Estado de Chile, en donde primero reventaron la economía y luego llegaron los gritos de dolor.
Pero qué sucede cuando en país como Bolivia, con Evo Morales como presidente, tiene un crecimiento anual del 4,22%, según el Banco Mundial. Como escribe Sabela Rodríguez Álvarez en su artículo en este medio, Anatomía del golpe de Estado que terminó con Evo Morales fuera de Bolivia, “las Naciones Unidas han recalcado el enorme descenso en cuanto a la pobreza extrema en el país: Evo Morales se encontró una tasa del 38% y la redujo al 20%. El porcentaje de analfabetismo, además, logró su mínimo histórico en 2018, con 2,4%”. Sobre los cambios que se están produciendo en Bolivia, Dennis Small y Cynthia Rush dicen en su artículo ¡Bolivia apunta hacia la energía de fusión y la eliminación de la pobreza!, que “Bolivia se está transformando de ser el país más pobre de Suramérica, a ser uno de los países de la región que está creciendo más rápidamente, trabajando muy estrechamente con la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, y con Rusia, en varios proyectos de tecnología avanzada y de infraestructuras”. Entonces, ¿por qué dar un golpe de Estado en Bolivia? Porque Morales no quería que Bolivia fuera una vasallo de EE UU. Su deriva hacia el socialismo dio a la Casa Blanca la justificación para preparar el golpe, a pesar del rápido crecimiento económico.
En la gestación del golpe en Bolivia hay un hombre, Luis Fernando Camacho, apodado El Macho, que desempeña un papel importante. Se formó en los movimientos de extrema derecha en la rica región de Santa Cruz de la Sierra y comenzó su activismo a los 23 años como vicepresidente de la organización cívica Unión Juvenil Cruceñista (UJC), un grupo paramilitar racista. Como explica Mariela Franzozi en su artículo ¿Quién es Luis Fernando Camacho, el hombre que encabeza el golpe de Estado en Bolivia?, “es histriónico y prepotente, con una oratoria exacerbada”, como los radicales de extrema derecha. También “estigmatiza a las mujeres, raza, origen, religión” y discrimina a los indígenas bolivianos porque él es un burgués supremacista que pertenece a la clase acomodada.
Max Blumenthal y Ben Norton ahondan en este personaje en su artículo Bolivia Coup Led by Christian Fascist Paramilitary Leader, a Multi-Millionaire –with Foreign Support. Se trata de un líder multimillonario, Camacho, un paramilitar cristiano fascista que irrumpió en el palacio presidencial, después de que Morales lo abandonara cuando el Ejército le obligó a dimitir. Como una de las mejores escenas de los Tribunales de la Inquisición española, que querían extirpar la herejía y destruir a cualquier persona que no fuera un cristiano católico y apostólico, este fascista inquisidor entró en el palacio con una Biblia en una mano y una bandera nacional en la otra, y después de hacer una reverencia y rezar, pronunció las siguientes palabras: “La Pachamama jamás volverá al palacio”, refiriéndose al espíritu de la Madre Tierra andina, que para los aymaras es el origen de la vida. La fe católica la impuso la conquista española entre los años 1532 y 1600. Camacho también gritó: “Bolivia pertenece a Cristo”. Desconoce, pues, la diversidad del mosaico de pueblos que configuran Bolivia.
No sorprende en absoluto que tras la dimisión forzada de Morales, “los seguidores de Camacho procedieran a quemar las banderas Wiphala que simbolizan la población indígena del país y la visión plurinacional de Evo Morales”. Tampoco sorprende que los hooligans opositores de extrema derecha asaltaran y torturaran a la socialista Patricia Arce Guzmán por apoyar a Morales y le cortaran el pelohooligans, arrojándole pintura roja en la cabeza y la obligaran a andar descalza. Como vemos en el vídeo, la escena se parece mucho a las que practicaban los falangistas fascistas con las mujeres tras el golpe de Estado de Franco en España. Para poner en práctica su “democracia”, con el discurso de Camacho, “Paz y unidad del pueblo boliviano”, lleno de racismo, odio y provocación, se empezó por desvalijar la casa de Morales y quemar las casas de varios políticos del equipo del presidente. Este es un ejemplo de la “democracia real” que pide Camacho en uno de sus tweets.
No olvidemos que en la gestión del golpe, Camacho pidió una huelga el 9 de julio para tratar de forzar la dimisión del gobierno boliviano, tres meses antes de las elecciones. Según Blumenthal y Norton, “en vez de condenar la violencia, se convirtió en un agitador”, con una obsesión enfermiza: “purgar a todos los partidarios de Morales”. Desde que el presidente llegó al poder en 2006, Camacho y los miembros de la UJC “han creído haber sido pillados por sorpresa por una masa indígena satánica”. No sorprende tampoco que en sus tuits Camacho haya dado las gracias a los ultraderechistas Jair Bolsonaro de Brasil, Iván Duque de Colombia y Juan Guaidó de Venezuela, por su ayuda inestimable en los encuentros que mantuvo con ellos para preparar la desestabilización del gobierno de Morales. El periodista Benjamín Dangl ha escrito que “la UJC es conocida por las palizas que han dado a los campesinos que se manifestaban por la nacionalización del gas”. El líder de la organización le confesó que cuando ellos tuvieran que defender su cultura por la fuerza, lo harían.
Como comentan Blumenthal y Norton, resulta interesante que cuando la Organización de Estados Americanos (OEA) pidió la celebración de nuevas elecciones por irregularidades, “no facilitaron ningunas pruebas”. Pero, sin embargo, cuando al presidente Morales se le obligó a dimitir, “la OEA permaneció en silencio”. Esto tiene una explicación. La OEA es una organización pro estadounidense fundada en la época de la guerra fría: una alianza de países de derechas, latinoamericanos anticomunistas, “que actúan como apoderados en nombre del gobierno estadounidense”. La OEA es notoria “por sus prejuicios contra los gobiernos de izquierda en América Latina, en particular con Cuba y Venezuela”. Por esta razón, cuando la OEA ha acordado con la autoproclamada presidenta interina, Jeanine Áñez, enviar una misión de cooperación para las nuevas elecciones, parece que esta vez el pucherazo está asegurado. El secretario general de la OEA, José Luis Almagro, “propuso una intervención militar en Venezuela” (véase la cita del profesor Omar de León en el artículo de Sabela Rodríguez). Y la UE, a las órdenes de EE UU, ha pedido “una solución institucional” y “la paz social del país”. Nunca puede haber paz sin justicia.
Era de esperar. Un día después, el 11 de noviembre, ya podíamos ver en la página web de la Casa Blanca el entusiasmo y las alabanzas al golpe de Estado en Bolivia. Esta es la declaración:
Declaración del Presidente Donald J. Trump
Con respecto a la dimisión del Presidente de Bolivia
Cuarenta años del 23F: los golpes de Estado con apariencia de legalidad desplazan a los tanques en las calles
Ver más
La dimisión de ayer del Presidente de Bolivia, Evo Morales, es un momento importante para le democracia en el Hemisferio Occidental […]. Los Estados Unidos aplauden a los bolivianos por pedir libertad y a los militares bolivianos por acatar su juramento, no solo de cualquier persona sino de la constitución boliviana. Estos acontecimientos envían un claro aviso a los regímenes ilegítimos de Venezuela y Nicaragua [para decirles] que la democracia y la voluntad de la gente prevalecerán siempre. Estamos más cerca de un Hemisferio Occidental completamente democrático, próspero y libre.
Esta declaración pone en peligro la democracia y la paz mundial porque como señala Joe Emerson en su artículo Oppose the Millitary Coup in Bolivia. Spare Us Your “Critique”, “una mirada honesta a los dilemas tácticos de Morales muestra que la cultura política de Estados Unidos y sus aliados es el problema más grande al que se enfrenta cualquier democracia en el Sur Global”. ___________
Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre