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El Gobierno se apiada de los pequeños inversores

Andrés Herrero

El 21 de agosto las letras del tesoro a 3 meses cotizaron, por primera vez en el mercado secundario, a un tipo de interés negativo del -0,02%. Es decir, que quienes las adquirieron ese día, aceptaron pagar por prestar dinero al Estado español, en vez de percibir intereses por ello. Vamos, como Alemania, cuya deuda presenta una rentabilidad negativa porque los inversores se la rifan.

Eso sí, al día siguiente, el Ministerio de Economía se apresuró a sacarse de la manga una nueva normativa destinada a proteger a “los pequeños inversores” (entiéndase bancos y similares, ya que los particulares no compran a plazo tan corto), para que los intereses no volvieran a ser negativos, y a España le cueste financiarse lo que el mercado mande. Y es que lo que es bueno para Alemania, no lo es para nosotros, ni nuestros “pequeños inversores” se parecen en nada a los suyos, porque son más morenos.

Resulta asombrosa la celeridad con que ha actuado el Gobierno en este caso cuando durante años no se ha dignado mover un dedo, ni hacer lo más mínimo por los millones de pequeños ahorradores estafados con las participaciones preferentes, los canjes de obligaciones convertibles, las cédulas hipotecarias y demás productos bancarios tóxicos, que han provocado que el Banco de Santander haya sido multado, sólo en este año 2014, con 15 millones de euros por el regulador británico. Pero claro, esas son cosas que pasan en el extranjero, no aquí, donde nuestra banca privada tiene un comportamiento intachable.

Se trata del mismo Gobierno que no ha querido terminar con los desahucios abusivos reformando la decimonónica y abusiva ley hipotecaria que tenemos porque nuestra banca se iría al garete, ya que tiene comprometidos más de 425.000 millones de euros en cédulas hipotecarias garantizadas con los préstamos concedidos para la compra de viviendas. También aquí nuestros pequeños inversores pueden estar bien tranquilos, sabiendo que sus viviendas seguirán a salvo en manos de la banca. Mayor protección no cabe.

Lo cierto es que a este Gobierno la preocupación por los de abajo le viene de lejos, porque tiene un corazón de oro. Si endeudó al país no lo hizo para salvar a los bancos quebrados, sino a los depositantes. Al contrario de Portugal, que cuando colapsó el Banco Espírito Santo, el segundo más importante del país, obligó a sus accionistas, en vez de a los ciudadanos, a asumir el coste de la bancarrota, traspasando los depósitos a un nuevo banco, propiedad del Estado, en el que ha inyectado 4.900 millones de euros para que sea viable.

Ante soluciones tan diametralmente opuestas para los mismos problemas, lo único que cabe pensar es que los españoles debemos tener cara de primos. La que se nos queda cuando lo vemos por la tele.

Los inversores sacaron de España 22.300 millones de enero a septiembre de 2014

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Porque la fórmula adoptada por el ejecutivo no puede ser ya más imaginativa: que se hunda el país para que flote la banca, o lo que es lo mismo, que quiebre el Estado para que no quiebre el Mercado. España se ha convertido en una "marhuenda" de negros.

Tan grande es la sensibilidad social del Gobierno que nos ha dejado sin pensiones, sin becas, sin ayudas a la dependencia, sin sanidad, sin educación, sin justicia, sin aborto, sin casa, sin empleo, sin salario, sin grabar a la policía… Todo "sin" para que no nos haga daño.

El gobierno rescató a los bancos para que los españoles no perdiéramos nuestros ahorros, y ahora va a rescatar a las autopistas para que no perdamos nuestros coches. Más no se le puede pedir.

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