Aunque ha sido una resolución de mínimos, parece que la crisis económica de la Covid-19 ya está medio solucionada con los acuerdos de la UE sobre el Fondo Recuperación. Al final, después de 96 horas de duras negociaciones, como si fuera todo un exitazo de la negociación española, Pésanchez denomina de histórico el pacto europeo: “un nuevo y auténtico Plan Marshall”. Y excesivamente orgulloso anuncia que España obtendrá de la Unión Europea 140.000 millones de euros. Unos 72.700 millones, ayudas directas a fondo perdido, y el resto, 67.300 millones como préstamos a devolver en holgados plazos y condiciones. Al menos eso dicen Pésanchez y los suyos.
Esa es la letra grande, pero las letrillas pequeñas son más preocupantes para los países del sur de Europa. Y es que los frugales europeos, Austria, Finlandia, Dinamarca y Suecia, junto a los Países Bajos –capitaneados por el primer ministro holandés Mark Rutte– nos piden que precaricemos aún más el mercado laboral, que subamos el IVA y rebajemos las pensiones y algunos subsidios más. Mal asunto para el Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos para aprobar los presupuestos generales en octubre y para dejar atrás recortes y reformas laborales rajonianas.
Ahora estamos descubriendo la insolidaridad del marco conceptual, utópico y ambiguo, de lo común europeo. Si Merkel y los otros líderes de la UE nos han ayudado relativamente, es porque somos un buen y necesario mercado para sus productos estrellas. Amigos sí; si hay pelas que repartir y ponemos lo que nos piden. Hay que reconocer que esos países salen ganando, aunque parece que han cedido. Y es que estos frugales se garantizan cheques de compensación mucho más generosos que los previstos antes de la reunión de la Comisión Europea. También podrán controlar o vetar con un freno de emergencia –opción de bloqueo–, si ven desviaciones graves en el uso de esas ayudas por parte nuestra.
La Unión Europea no ha cambiado mucho sus políticas ni su proyecto: el mismo que llevó al hundimiento de Grecia en 2008 y que atará los préstamos actuales a exigencias parecidas. Más o menos se repite el esquema del 2012 con los recortes, aunque de momento, con menos drama y crudeza. Lo vimos entonces con la actuación intransigente de los hombres de negro, miembros de la troika (FMI, el BCE y la CE), con Grecia y Portugal especialmente. Aunque también esos troikos visitaron el Gobierno de Rajoy para imponernos severos recortes, reformas laborables y cumplimiento estricto del rescate.
Se nos dice ahora que “no vuelven los hombres de la troika ni la austeridad y que sólo habrá una condicionalidad blanda”. Pero lo cierto es que los personajillos de la Troikapersonajillos están ya instalados en los ministerios de Economía, Fomento, Exteriores, Industria e incluso en la Moncloa. También dominan en el Ibex 35, en el Banco de España, en el Central Europeo y en la Comisión Europea. Incluso, sus políticas neoliberales austericidas son muy comunes entre los funcionarios de la Representación Permanente de España ante la UE, que manejan los asuntos de Estado en el Consejo de la UE.
Varoufakis –exministro griego– considera que Sánchez "ha cometido un error decisivo” en su carrera al abandonar la pelea por los eurobonos, a los que defendía hace meses con ahínco. Y afirma que el presidente español “probablemente quedará marcado por ello".
En este 2020 no llegará el dinero; no es adelantado porque según el pacto empezará a circular en marzo del 2021 y será en dos tramos hasta 2023. El 70% del dinero se comprometerá entre 2021 y 2022 y el 30% restante estará disponible hasta el final de 2023. Con este goteo del dinero, las ministras Calviño y Montero, las de las Finanzas, se van a encontrar con un déficit monumental en poco tiempo. Y entonces desde Bruselas y Berlín presionarán para que España sitúe el déficit por debajo del cuatro o mejor del tres por ciento. Y eso supondrá la austeridad masiva otra vez.
Criticamos que ellos son más gastizos y que nos roban. Aunque se necesita más mesura en las críticas y una más clara y transparente información. O la UE es una mierda que hay que aguantar porque fuera de ella no somos nada. O es lo menos malo que nos puede pasar al pertenecer a un espacio que es un grupo económico pero no social ni político.
O sea, que eso de los hermanos frugales de Europa es un camelofrugales. Ellos son mercaderes de lujo. Nosotros seremos gastosos pero ellos también, aunque son más tacaños para lo que no es suyo. Presumen de ser ahorradores virtuosos y prudentes, pero derrochan más en políticas sociales que nosotros. Son países individualistas e insolidarios, privilegiados, y lo son porque ganan –con la estructura fiscal de la UE y del euro– miles de millones anuales a nuestra costa. Y no son menos corruptos: de hecho tienen muchas formas de corrupción económica completamente naturalizadas. Y, en general, sí son más racistas respecto al reparto de los dineros comunes.
Irlanda, Luxemburgo y Holanda, más otros pequeños países europeos, practican exageradamente desde hace tiempo el dumping fiscal: grandes empresas desvían sus beneficios hasta alguno de estos estados miembros donde pagan muchos menos impuestos, dañando los ingresos de otras naciones.
La fiscalidad frugal del neerlandés Rutte resta al menos 6.800 millones al año a Alemania, Francia, Italia y España. Y se cifra en más de 29.000 millones el agujero a sus socios de la UE en impuestos. Además, ahora hemos sabido que la economía holandesa anda floja pues la deuda de sus familias y empresas es de las mayores de la UE.
Si ya suponíamos esto, que eran unos bribones, escaqueadores de impuestos y demás mamandurrias, por qué no lo hemos denunciado antes y no ahora…Y por qué les hemos permitido que lo hagan dentro de la Unión Europea.
Aquí, en España, PP y Vox, esos que se dan golpes en el pecho con el himno nacional y compiten por ver quién tiene la bandera patriotera más grande, han trabajado a todo gas para que las instituciones europeas intervengan la soberanía española. Han presionado a sus compinches europeos de la derecha y ultraderecha danesa, austríaca y holandesa –y otras– para que pongan duras condiciones a España en la Comisión Europea para el Fondo de Recuperación por la pandemia de la Covid-19. Y eso lo aprovechó el PP y Vox para atizar duras criticas al Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos.
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Pero parece que el líder del PP, Casado, no se jala una rosca tampoco con Europa, a pesar de presumir de amigos poderosos como el PPE (grupo parlamentario popular europeo). Respecto a los fondos de recuperación europea por la crisis de la Covid19, decía a la vez, en sede parlamentaria, que “es un buen acuerdo”, y tres minutos después, que “es una enmienda a Sánchez”. Vamos, que le recriminaba como si fuera un rescate en toda regla para el Gobierno de España.
Por eso le respondió Pésanchez, mandándole un recadito, que su aportación a la cumbre sobre los fondos de recuperación ha sido nula, cero patatero. Y le espetó al líder pepero que "estaba mimetizándose con la ultraderecha", metiendo cizaña inútilmente –con actitud obstruccionista con sus amigos del PPE (los populares europeos)– contra él. Anda ahí, Casado, aclárate.
Ángel Lozano Heras es socio de infoLibre
Aunque ha sido una resolución de mínimos, parece que la crisis económica de la Covid-19 ya está medio solucionada con los acuerdos de la UE sobre el Fondo Recuperación. Al final, después de 96 horas de duras negociaciones, como si fuera todo un exitazo de la negociación española, Pésanchez denomina de histórico el pacto europeo: “un nuevo y auténtico Plan Marshall”. Y excesivamente orgulloso anuncia que España obtendrá de la Unión Europea 140.000 millones de euros. Unos 72.700 millones, ayudas directas a fondo perdido, y el resto, 67.300 millones como préstamos a devolver en holgados plazos y condiciones. Al menos eso dicen Pésanchez y los suyos.