Jueces que se señalan
La generación de posguerra fue víctima de execrables prácticas pedagógicas que dejaron huella en el refranero, en las relaciones sociales, en no pocos cuerpos y en muchas mentes de la población. La educación institucional, social y familiar se basaba en dos pilares efectivos de infausto recuerdo y acre olor a catequesis: miedo y castigo. Una muestra de castigo era el lema polivalente “la letra con sangre entra” usado por maestros, patronos, padres y autoridades. Una muestra del miedo era el familiar consejo susurrado “no te señales”. Ambas muestras aún siguen vigentes en conversaciones cotidianas.
El Diccionario de la Real Academia recoge los usos actuales y pasados de los vocablos con ánimo de rigor y objetividad. Se oye mucho estos días en las noticias el término señalar, con cierto tono peyorativo, para referirse al hecho de que se opine sobre el Poder Judicial, sobre el Tribunal Supremo, sobre los magistrados en general y sobre determinados jueces en particular con nombres y apellidos. “Junts señala a jueces” es el titular más repetido y evoca la acepción cuarta del DRAE: “Llamar la atención hacia alguien o algo, designándolo con la mano o de otro modo”.
Al parecer, en un país de señaladores, quien señala a la autoridad es merecedor de castigo porque la autoridad, como los dioses, es infalible y, como los reyes, inviolable. Esto evoca vagamente tiempos en que las personas tenían que demostrar su inocencia, ya fuese en la Edad Media ante el Santo Oficio o durante la dictadura ante un Tribunal de Orden Público cuyas togas pasaron, sin lavar ni planchar, a las perchas de la Audiencia Nacional en 1977. Sus señorías, ofendidísimas, se mesan los cabellos y estiran las puñetas porque al señalamiento se une la osadía de que se hable de lawfare.
Al parecer, en un país de señaladores, quien señala a la autoridad es merecedor de castigo porque la autoridad, como los dioses, es infalible y, como los reyes, inviolable
Una, cansada de tanta hipocresía, de tanto postureo y, sí, de tanta injusticia, cae en la cuenta de que el término señalar cuenta con un rosario de acepciones acompañando a la cuarta, entre las que llama la atención la undécima: “Distinguirse o singularizarse, especialmente en materias de reputación, crédito y honra”. Es en este punto cuando una se pregunta si acaso no se señala el Consejo General del Poder Judicial al sostener durante cinco años un bloqueo inconstitucional. Es más, ¿no es señalarse el hecho de permanecer calladas sus señorías en cada uno de los bloqueos perpetrados por el PP para controlar a su gusto la Justicia durante veinticinco años? ¿Reputación, crédito, honra?
Hace mucho tiempo, hubo jueces y juezas que elevaron la reputación, el crédito y la honra de la Justicia a niveles inimaginables hoy día. Juezas y jueces que no temían a nada ni a nadie, que se jugaban la vida ante terroristas, narcos y mafiosos, persiguiendo delitos sin mirar quién los cometía ni dónde tenían lugar. La ciudadanía creyó en ellos y en la Justicia hasta que se toparon con delitos que incumbían al bipartidismo. Juzgaron y condenaron los casos Filesa y GAL. El caso Gürtel (2007) aún colea, pero ha provocado la caída del juez Garzón, resuelta sospechosamente por el CGPJ a partir de otra causa, después de ser señalado por el PSOE en la causa de los GAL y por el PP en la de la Gürtel.
Se señala a jueces, sin reputación ni crédito ni honra, que han señalado a partidos políticos como Podemos en una perfecta maniobra sincronizada con las derechas mediática, política y económica, sin piedad: más de veinte causas abiertas, archivadas, reabiertas y vueltas a archivar. Marchena, García Castellón, Concha Espejel, Escalonilla, Alba y un desagradable, extenso y peligroso etcétera se han señalado como brazo judicial del PP. Las togas se señalan cuando se alinean políticamente con el PP y Vox contra el Gobierno. Lawfare.
No hay día sin juez que se señale mostrando públicamente su militancia de derechas o de extrema derecha. Solo falta que sus señorías señalen a Quevedo por su poema A un juez mercadería. Denle tiempo al CGPJ y Batino presidirá el Supremo o el Constitucional.
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Verónica Barcina es socia de infoLibre.