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El juicio pendiente

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Antoni Cisteró

A todas horas oímos en Cataluña manifestaciones a favor y en contra de los políticos catalanes juzgados en Madrid o de los fugados para evitarlo. Es tanto el alud de manifestaciones al respecto que parece imposible añadir algo más.

Sin embargo, creo que sí es posible: existe un juicio pendiente, del que no se habla, ni aquí ni allí, y que, de realizarse, abriría paso a nuevas propuestas de solución a un problema ya enquistado, facilitando al mismo tiempo una salida posiblemente menos dura en la causa que se dirime en el Tribunal Supremo. No entiendo lo suficiente como para utilizar debidamente términos legales respecto a las sesiones en Madrid: malversación, sedición, rebelión… Ya se verá. Pero pongamos el foco en lo que los mismos protagonistas hicieron con las legítimas aspiraciones de los catalanes.

Durante la segunda mitad de 2017 se pudo ver a una serie de políticos que se lo jugaban todo (lo suyo y lo de los demás) a una carta, sabiendo que delante tenían a un jugador con un sólido capital. Y lo hicieron mintiendo sobre el resultado de la apuesta (Europa, empresas…) y enseñando sus cartas (unas leyes irreales, hechas deprisa y corriendo, que los expertos desaconsejaban, ante un tahúr al que pocos años antes habían estado apoyando), con una pretendida astucia con preaviso. No sólo jugaron y perdieron (empezando por la credibilidad), sino que pidieron al pueblo que siguiera poniendo el resto, en dinero, tiempo e ilusión. La gente que respondió generosamente en aquellos días de vorágine utópica no merecía la frivolidad con que se quiso hacer saltar la banca con un farol. Tampoco que el lamentable día 1 de octubre fueran los propios líderes del procés los que socavaran la credibilidad de un acto que, si no legal, hubiera tenido al menos valor simbólico de haberse realizado con un mínimo de condiciones. Pero no: dimisión de la Sindicatura que lo garantizaba, observadores internacionales fake, cambio durante el día de las normas de participación, pudiéndose votar en cualquier sitio y no en el colegio correspondiente (lo que propició que ninguno de los protagonistas apareciera en los lugares donde hubo tortazos), etc.

En la pieza teatral Sopa de pollo con cebada, de Arnold Wesker, Sara, la madre idealista que ve como sus hijos han dejado la lucha de las izquierdas desencantados por el comportamiento soviético en los años 60, defiende la validez de los planteamientos solidarios a pesar de que algunos protagonistas se comporten erróneamente: “No por el hecho de que salten los plomos he de dejar de creer en la electricidad”. Apliquemos la lección: la independencia, el federalismo, el soberanismo o el autonomismo, incluso el centralismo, son opciones válidas y legítimas en democracia, siempre y cuando un electricista chapucero no las estropee. No volvamos a las andadas. Si los que están siendo juzgados, o huyeron para no serlo, cambiasen de oficio, una vez demostrada su incapacidad para gestionar los asuntos y las ilusiones públicas, quizá llegarían a ser unos, o unas, aceptables historiadores, abogados, periodistas, viajantes de comercio o camareros. El pueblo (ese que tienen siempre en la boca) se lo agradecería y, además, posiblemente, conseguirían salir mejor parados en el juicio sobre la vía muerta a la que nos llevaron orgiásticamente a todos.

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Este debiera ser el “otro juicio”: el que se celebrara en Cataluña, por parte de los catalanes, para juzgar la gestión de la crisis catalana desde el punto de vista soberanista, uno de los más claramente perjudicados. La ineptitud y la irreflexión causaron un profundo daño, y la posibilidad de avanzar hacia una mayor capacidad de Cataluña para autogestionarse tardará décadas en ser recuperada. Y no será con los mismos mimbres que se consiga reparar el cesto.

No cabe duda de que muchas de las acciones, declaraciones e incluso exabruptos actuales tienen como objetivo salir lo mejor parados posible del juicio de Madrid, y no para avanzar en el contencioso político y social creado. Pero me permito apuntar que el mejor resultado para los protagonistas (y para Cataluña y para España) vendría de la mano de que hicieran un mutis —¡ojalá!— por el foro. Pongamos de nuestra parte el próximo día 26. ________________

Antoni Cisteró es socio de infoLibre

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