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El maestro que enseñó el mar antes de... y otros tres hombres buenos

Moncho Marín Calvo

José Ollero Valle, maestro de Ojacastro (La Rioja), fue un  “maestro que prometió el mar” a sus alumnos, y sus alumnos vieron el mar. 

Hace unos veinte años hablé con varios exalumnos suyos. Todos, del color ideológico que fueran, le recordaban con afecto, admiración y agradecimiento. Recordaban, especialmente, la excursión a Bilbao que hicieron con él el 23 de junio de 1936, en la que fueron recibidos por el propio alcalde de la ciudad y pudieron ver el mar.

Dos meses después del viaje, en agosto del 36, le detuvieron junto con su amigo Feliciano Rodrigo y le mataron. Tenía 32 años, casado y con dos hijos. Su padre, Wenceslao Ollero, alcalde de Santo Domingo de la Calzada, también fue asesinado.

Y otros tres hombres buenos:

Feliciano Rodrigo Santamaría. Tenía 29 años, soltero. Era secretario del Ayuntamiento de Ojacastro. Había trasladado hacía poco su puesto de trabajo desde  Anguciana, donde le despidieron con palabras como éstas: “Tenga la seguridad que, aunque mucho le estimen donde vaya, nunca llegará a serlo tanto como aquí”. Le detuvieron y lo mataron junto a José Ollero.

"Tenga la seguridad que, aunque mucho le estimen donde vaya, nunca llegará a serlo tanto como aquí”. Le detuvieron y lo mataron junto a José Ollero

Rufino Martínez Espinosa. Tenía 34 años, casado. Era inspector de tranvías en Bilbao. Había sido seminarista. Creía en la formación de la gente, en el estudio y la cultura como forma de sacar a su país del analfabetismo y el atraso históricos existentes. Colaboró en la visita de los alumnos a Bilbao para que fueran recibidos por el alcalde. El 24 de agosto, los falangistas le sacaron de la cárcel de Ojacastro y lo mataron. Su hermano Higinio, jefe de los falangistas en el pueblo, no hizo nada por impedirlo. 

Jesús Aurelio Jorge Jorge. Tenía 24 años. Estaba soltero. Era sastre, y se deduce que no entraba en el sector de “gente de bien” de los golpistas. El 24 de agosto se lo llevaron de la cárcel con Rufino Martínez y lo mataron.

Felicísimo Ruiz, párroco del pueblo, tras estos asesinatos, se movilizó y evitó otros fusilamientos, entre ellos el de un hermano de Jesús Aurelio. 

En 2006, el Parlamento de La Rioja acordó una Declaración Institucional de solidaridad con las víctimas y sus familiares de la guerra civil en donde figuraba “Invitar a los Ayuntamientos a que expresen el reconocimiento y solidaridad”. En 2017, acordó “Promover y alentar actos de reconocimiento municipal”.

Y está la Ley de Memoria Histórica de 2007, y desde 2022 la Ley de Memoria Democrática.

En Ojacastro, como en tantos otros municipios, aún sigue pendiente un acto institucional de reparación histórica, memoria, dignidad y reconocimiento

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Moncho Marín Calvo es socio de infoLibre.

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