Nacer, crecer

Gonzalo Jordán Soto

La vida es eso que pasa mientras… Esa es la gran cuestión que se plantean muchas personas que no encuentran su sitio en esta carrera de 100 metros llamada vida. La vida es eso que pasa mientras naces, creces, te reproduces y mueres. Podría ser el resumen de una supervivencia sin grandes sobresaltos. De una existencia cómoda en la que, sin embargo, no hayas contribuido en nada al avance de la sociedad.

Una llama que se apaga dejando atrás dolor, alegría, tristeza, tranquilidad, odio, amor, y un sinfín de cosas que componen este juego llamado vida. La vida puede ser el motor más importante y, al igual que este, una vez que falla no queda nada. Ya da igual cuán rápida, lenta, exitosa o calamitosa haya sido tu subsistencia. Todo se convierte en aire, luego en viento, hasta desaparecer a lo lejos del camino que nos marcaba ese proyecto denominado vida.

Quién puede afirmar que los grandes genios de la historia hayan disfrutado de una existencia como la que espera la mayoría. Quién puede negar que el rechazo se presentara de forma continuada en su etapa vital. Quién sería capaz de ignorar que los problemas mundanos se prolongarían en sus vidas trastocando el futuro de la humanidad. Y, sin embargo, quién negará que el mayor problema de la vida es la propia autodestrucción que te produce vivirla.

Todos los seres humanos buscan esa utopía llamada felicidad mientras viven, cuando en realidad solo consiguen tristeza durante gran parte de los momentos que dirigen a ese ciclo denominado muerte. Quizá algunos puedan presumir de mayores habilidades en distintos aspectos pese a ser todo una cortina de humo. No podemos evitar meditar sobre un mundo imaginario donde proyectamos una película de nuestros imaginarios recuerdos. Es parte del ser humano. Es parte del recorrido vital.

Tu destino no es ser futbolista, ni astronauta. Ni siquiera un reportero de la telebasura. Tal vez acabes mendigando ante unas personas que te miren con desprecio, siendo manejado por unos y por otras, un desecho social pero, ¿sabes qué? Es tu día de suerte. Eso ya no importa. La muerte se aproxima inexorablemente, al igual que un libro en su recta final. ¿Quieres saber el final? En realidad no es relevante. No mereces esa abrupta salida. ¿Y qué? ¿Pensabas que encontrarías un alma gemela, un buen trabajo y una casa digna? ¿Cuánto tendrías que haberte deshonrado para ello? Ya lo decía Lennon: “La vida es aquello que nos va sucediendo mientras nos empeñamos en hacer otros planes”.

¿Qué ocurriría si dejáramos atrás el camino que nos dicta el día a día y empezáramos a tejer nuestro propio destino?

En caso de hacerlo, ignoraríamos a aquel chaval que sacaba músculo en el maloliente gimnasio con aires de superioridad, a aquella chica tan amable como incoherente que buscaba lo que más le dañaba, a ese profesor que te suspendió por desacreditarlo ante sus alumnos, a esa familia que nunca te comprendió ni alcanzó a valorar tu enorme potencial.

Probablemente la vida, en vez del destino, sea la suma de todas las decisiones que tomamos en pos del triunfo inexistente porque, como en las guerras, no hay vencedores ni vencidos. Acaso personas conocedoras y otras engañadas en su refugio para soportar una subsistencia que, de ser analizada, correría peligro de ser destruida en pedazos.

Los pensadores del siglo XXI no debemos tener miedo, solo resignación. Los grandes investigadores de hoy día nos llevan al futuro, iluminándonos con enormes descubrimientos. Por contra, en la misma era de la revolución tecnológica despreciamos a muchos seres humanos de países subdesarrollados que fallecen en condiciones insalubres sin cuestionarnos nuestras acciones éticas. Y, casualmente, es esa misma muerte que muchos temen sin haber conocido aún la vida. Como dijo Confucio: “Hay que esperar lo inesperado y aceptar lo inaceptable. ¿Qué es la muerte? Si todavía no sabemos lo que es la vida, ¿cómo puede inquietarnos conocer la esencia de la muerte?”.

En definitiva, ¿qué es la vida? Seguramente, esa pregunta recibe su respuesta gracias a la otra parte del imán, la que no llega para alumbrar a los que sí quieren encontrar el porqué de los sucesos que acontecen en nuestro pequeño mundo, porque la muerte es más veloz.

Simplemente, somos gotas de un universo que no tiene más explicación que nuestro pequeño infinito, el cual, paradójicamente, no es eterno ni pretende serlo por más que el ser humano haga su operación contra la pareja vida-muerte.

Gonzalo Jordán Soto es socio de infoLibre

La vida es eso que pasa mientras… Esa es la gran cuestión que se plantean muchas personas que no encuentran su sitio en esta carrera de 100 metros llamada vida. La vida es eso que pasa mientras naces, creces, te reproduces y mueres. Podría ser el resumen de una supervivencia sin grandes sobresaltos. De una existencia cómoda en la que, sin embargo, no hayas contribuido en nada al avance de la sociedad.

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