Mi peor enemigo: mi desconcierto
Vivo en un mundo que no entiendo, que nunca he entendido. No puedo ver a los niños destrozados que salen en la televisión y a los que, sin embargo, no ayudo con mi dinero. No puedo entender el capitalismo, no puedo entender a los que eran mis amigos y, lo que es peor, no puedo entenderme a mí misma.
Tengo 76 años, tres hijos y seis nietos. A ellos los adoro y creo que me quieren y me necesitan. De la gran familia que éramos y de la que muchos han muerto, he sido expulsada. Entiendo que, en gran parte, por mi peor enemigo, que casualmente soy yo.
No puedo entender el capitalismo, no puedo entender a los que eran mis amigos y, lo que es peor, no puedo entenderme a mí misma
Fui una niña abusada y eso marcó mi vida. Para mí es difícil vivir en sociedad. A veces me quedo en casa, escribiendo o leyendo. Encarno a una de esas viejas que vive en soledad: cada vez somos más las especímenes de este grupo.
Cada noche, cuando me acuesto, pienso en suicidarme, una cosa muy fácil para mí, que soy médico. De verdad, no sé lo que hago en este mundo. Pero enseguida cambio de opinión: mis nietos no lo entenderían, mis hijos se quedarían huérfanos. Mis nueras me criticarían por haber dado ese mazazo a mis nietos.
Aquí, en Cataluña, se juega al independentismo. Yo callo pero pienso que es una posición absurda que nos lleva al desgobierno.
Me duele el dolor de los osos polares, de los elefantes, de los insectos.
Me duelen Ucrania y Gaza. Me duelen tanto que tengo que expulsarlas de mi pensamiento.
Me castañean los dientes cuando pienso que pronto tendremos a Trump en la Casa Blanca.
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Mercè Carandell es socia de infoLibre.