Nadie negará que la piscina es un símbolo de nuestro verano. Aunque nuestros antepasados dijeran alberca o balsa. Más eufónico quedaba y queda piscina. Más allá de que la palabra quiera dar a entender lugar o recipiente de o para peces. Quizá se entienda que los pececitos son o somos los apolíneos y las sélfides que ocupamos sus espacios. Con o sin bronceador, otro indispensable del verano, excepto para Julio Iglesias. ¿Qué será, que nos da por ponernos morenitos? Es que blanquear es solo para unos cuantos, para los elegidos, tipo Mario Conde, Rodrigo Rato, o Bárcenas. Claro que, de hoy en adelante, parece que será la cárcel la circunstancia y la causa del blanqueo progresivo de sus rostros y cuerpos. Ya sabemos, por las películas del oeste, que incluso los indios nos afeaban lo de rostros pálidos. Tomar el sol es gratis y, en verano y tiempo cálido, en la piscina particular, puede que en en la del hotel, o con la ayuda del presidente de la Diputación que nos ha puesto piscina municipal, cambiaremos de aspecto y, si se tercia, hasta de talante.
El bañador apretado de leopardo o el tanga lucecuerpo combinan con el bañador de toda la vida o el de más rabiosa moda. La piscina es un marco democrático donde cabe todo. Gritos, saltos, tumbados, tertulias, incluso vermut. Ahora, además, han puesto el cartelito “swimming pool”. Casi todo ha de acabar en -ing: balconing, puenting, edredoning…, como rajoying, que da a entender que uno se ha ido o irá a Santa Pola. Un hecho, el de ir, que implica voluntad, deseo, predisposición…, a no ser que te hayan tirado, que te hayan conminado, en ese caso… Pero, a la piscina, ni obligan, ni fuerzan; siempre que vayas con bañador y con chanclas. Poca cosa. Bueno, también puedes llevar gafas de sol y gorro. Hay que competir con pocas cosas, ¡eso sí!, con cuerpo grácil; algunos, bastantes, se fuerzan, nos forzamos, al cuerpo presentable. Que implica algún, digamos, pequeño suplicio restrictivo, todo llevado a gusto aparentemente.
Y, sin embargo, el título de piscinero mayor se lo lleva Cristiano Ronaldopiscinero. ¡País! Pero no se proclama esto a los cuatro vientos, se gestiona callandito. Ya lo dijo Florentino, el Real Madrid es un símbolo de España. Y los símbolos no se tocan. Y es que no se puede competir en nada con Cristiano Ronaldo. Parece que siempre gana. ________
Jesús Moncho Pascual es socio de infoLibre
Nadie negará que la piscina es un símbolo de nuestro verano. Aunque nuestros antepasados dijeran alberca o balsa. Más eufónico quedaba y queda piscina. Más allá de que la palabra quiera dar a entender lugar o recipiente de o para peces. Quizá se entienda que los pececitos son o somos los apolíneos y las sélfides que ocupamos sus espacios. Con o sin bronceador, otro indispensable del verano, excepto para Julio Iglesias. ¿Qué será, que nos da por ponernos morenitos? Es que blanquear es solo para unos cuantos, para los elegidos, tipo Mario Conde, Rodrigo Rato, o Bárcenas. Claro que, de hoy en adelante, parece que será la cárcel la circunstancia y la causa del blanqueo progresivo de sus rostros y cuerpos. Ya sabemos, por las películas del oeste, que incluso los indios nos afeaban lo de rostros pálidos. Tomar el sol es gratis y, en verano y tiempo cálido, en la piscina particular, puede que en en la del hotel, o con la ayuda del presidente de la Diputación que nos ha puesto piscina municipal, cambiaremos de aspecto y, si se tercia, hasta de talante.