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Víctor Erice... Fin

Marcelo Noboa Fiallo

Hablamos del director de cine o del hombre que, como el espíritu de Frankenstein (El Espíritu de la Colmena) se nos aparece cada 10 o 30 años para presentarnos una obra maestra. En este caso, es imposible hablar del primero porque jamás ha tenido nada que decir a través de los medios, a través del barullo mediático, porque no pertenece a ese mundo, al mundo de la farándula, del “papel couché”, de las alfombras rojas, de la industria implacable del cine… (algunos lo achacaban a su timidez); y hablar del segundo, sólo es posible a través del escaso pero admirable material que nos ha legado tras más de 50 años, con tan sólo cuatro largometrajes, cuatro obras maestras (El Espíritu de la Colmena, El Sur, El Sol de Membrillo y Cerrar los ojos) .

Uno tiene la sensación de que el realizador vasco no necesitaba más para decir lo que tenía que decir. Con cuatro largometrajes era más que suficiente y quizás con uno solo, El Espíritu de la Colmena, estaba todo dicho. La he vuelto a ver, medio siglo después (se estrenó en 1973, con Franco todavía vivo). Pero esta vez la he visto con los ojos de Ana Torrent de niña (sueño con ellos). Pocas películas me han impactado tanto como la “ópera prima” de Erice. Entonces yo tenía 23 años y Erice 33. Con él y su película descubrí el cine de verdad y me dediqué a esperar, como hacen los niños la noche de los Reyes Magos, la llegada de un nuevo regalo de este director que nos soltó esa obra maestra y desapareció. Mis noches de Reyes, año tras año, se convirtieron en una larga espera, como la del protagonista de El Sur, como Ana Torrent frente a la cabaña que marcaba el final de los surcos de la árida Castilla de final de la Guerra Civil, a la espera de la aparición de su hermana de la mano de su amigo Frankenstein.    

Hasta que 10 años más tarde (1983), llegó El Sur. Pero esta vez no podía verla con los ojos de Ana Torrent, sino con la sonrisa y la melancolía de Icíar Bollaín y el dolor contenido de un memorable Omero Antonutti, soñando con lo que dejó en el sur, al que jamás volverá.  

Erice no quería hacer cine (en el sentido de formar parte de la industria), sólo se ha visto en la “necesidad” de compartir con nosotros el dolor de la pérdida, la persistente presencia de la memoria

El director vasco nos envuelve con un lenguaje cinematográfico sencillo en su estructura, pero complejo en la descripción de la condición humana a través de las infancias, la memoria y el dolor de la pérdida que, en definitiva, es la historia de España de los últimos 83 años. Su vida a través del cine.

John Ford hizo 140 películas, Clint Eastwood 25 como director y 46 como protagonista, Carlos Saura, 52… Varias de ellas consideradas obras maestras de temáticas distintas y sensibilidades opuestas. Erice no quería hacer cine (en el sentido de formar parte de la industria), sólo se ha visto en la “necesidad” de compartir con nosotros el dolor de la pérdida, la persistente presencia de la memoria. O si se quiere, como señala el crítico de cine Antonio Rivera, “Cerrar los ojos es el homenaje crepuscular y aceptablemente derrotado de un cineasta a su medio. De ahí esos silencios que hablan, esos objetos que cobran vida, que le permiten a Erice parafrasear a Borges: “El cine es una forma de destino”.

Tenía que cerrar su periplo vital como realizador con una película que a su vez cerrara su manera de entender el cine y su contribución al mismo con un lenguaje único e irrepetible, con un homenaje al séptimo arte (siguiendo la estela de Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore) que comienza en aquel cuchitril, en aquel “cine” de pueblo de la España miserable de Franco, con El Espíritu de la colmena y termina con Cerrar los ojos, en la que, inevitablemente, la presencia de las consecuencias que se derivaron de la Guerra Civil está como un fantasma ocupando espacios vacíos. Para ello, decide estar presente en su última película, a través de su “alter-ego”, un director de cine retirado que busca infructuosamente a un actor amigo desaparecido 30 años atrás, dejándole con una película inacabada. Como lo es la historia inacabada de la España surgida tras el golpe de Estado de 1936, con sus fantasmas, con sus encantamientos, con sus desencantos. Con su memoria enterrada y desenterrada a trocitos.

El Festival de cine de San Sebastián/Donostia ha querido homenajear al director vasco con el premio “Donostia” por los 50 años de El Espíritu de la colmena.  Por su parte, Víctor Erice se despide del cine, que es lo mismo que decir que se despide de todos los que hemos seguido y admirado su obra, que concluye con Cerrar los ojos. Su discurso leído, casi forzado, por su timidez o la incomodidad que le provocan estos escenarios, tras ajustar cuentas con sus seguidores (nos lo debía), no tenía más horizonte que escapar de aquella “encerrona” lo más de prisa posible, poniendo “Fin” a su relación con la industria cinematográfica.

Para la gente de mi generación el cine llegó en unos tiempos de miseria, de falta de libertades, y a través de las películas se nos permitió ser ciudadanos del mundo y nos permitió elegir a nuestros maestros, que eran cineastas repartidos por todo el mundo y que no tenían esa condición de artista, y eso era extraordinario, porque yo creo mucho en la creatividad de un cineasta que no tiene la conciencia de estar haciendo arte. Yo nunca lo he pretendido como motivo de mis proyectos, eso surge o no surge, y eso es la aventura de la creación”. (V. Erice)

Cuando el personaje de Cerrar los ojos, Miguel Garay (alter ego de Víctor Erice), se traslada al sur, escapando de Madrid y dejándolo todo para convivir con “almas libres”, es inevitable pensar en El Sur. En su personaje atormentado, soñando con volver a su Andalucía machacada por el franquismo. Aprovecha el realizador vasco para rendir homenaje a Howard Hawks, en una noche memorable en la que interpretan la canción "Mi rifle, mi caballo y yo” (Río Bravo).

Por mi parte, jamás he vuelto a escuchar el pasodoble “En el mundo” como me hizo escucharla Erice en esa memorable escena de El Sur. Gracias, maestro.

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Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre.

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