Cultura

La batalla por 'Mata Mua' y el Thyssen: un museo público a merced de la baronesa

La baronesa Thyssen, Carmen Cervera, posa junto a una reproducción de 'Mata Mua', de Paul Gauguin, en 2017.

Los ministros de Cultura cambian, pero el conflicto con la baronesa Thyssen permanece. La decisión de Carmen Cervera de retirar del Museo Thyssen-Bornemisza el cuadro Mata Mua, de Paul Gauguin, y otros tres lienzos de Degas, Hopper y Monet, son el enésimo capítulo —y quizás el más violento— de un enfrentamiento que dura ya cerca de dos décadas. El asunto es aparentemente sencillo: la baronesa cedió en 2004 más de 400 obras de su colección personal al Estado de manera gratuita —aunque este se encarga desde entonces de su mantenimiento y de sus seguros—, y al menos desde 2011 la noble presiona al Gobierno para modificar los términos de este acuerdo y recibir un pago anual, además de otros beneficios. La salida de Mata Mua, verdadera joya de la colección de la baronesa, es hasta ahora la maniobra más audaz de Tita Cervera, otra marca en la extraña historia de un museo estatal que no logra apartarse de la sombra de la familia Thyssen. 

Hubo un claro movimiento comunicativo para desligar la pinacoteca de los coleccionistas: en 2017, por su 25º aniversario, el ministro Íñigo Méndez de Vigo, bajo el Gobierno de Mariano Rajoy, añadió el apellido NacionalNacional al nombre del centro. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Esto le hermanaba con el Prado y el Reina Sofía, los otros dos grandes centros de arte dependientes de Cultura, y servía también para insistir en una idea: el museo y la colección privada de la baronesa no son sinónimos. De hecho, el Thyssen fue creado en 1993 con las 775 obras que el Gobierno socialista compró entonces al barón. Estas componen el grueso de la colección, con lienzos como Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni, de Ghirlandaio, Habitación de hotel, de Edward Hopper, o Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar, de Salvador Dalí. Pertenecen al Estado y sobre ellas no hay ningún tipo de disputa. 

La discusión está en las 425 obras prestadas por la baronesa —sin contar las cuatro que acaban de ser retiradas—, que llegaron al museo una década después de su apertura y que ocupan desde entonces un espacio separado. Aunque la cesión realizada por la baronesa en 1999 es gratuita, el museo compró y rehabilitó dos anexos al Palacio de Villahermosa solo para esta nueva colección, se encarga puntualmente de su conservación y de los seguros necesarios, y el Estado protege las obras con una garantía. En otras palabras: con este acuerdo, Cultura no paga alquiler alguno a Carmen Cervera, pero esta tampoco se hace cargo de los costes que conllevaría mantener por su cuenta una colección de este tipo, mientras esta se revaloriza. En una carta sobre la salida de Mata Mua publicada en El País, José Guirao, exministro de Cultura, aseguraba que los costes de mantenimiento de las obras de Cervera estaban cifrados en "más de un millón de euros anuales", y recordaba que la baronesa tiene la ventaja de que "sus obras en vez de estar guardadas se exhibían en un museo que las prestigiaba".

A lo largo de los años, las condiciones de préstamo han variado. Las 655 obras cedidas en un primer momento —de las que se exponen unas 250— han menguado sustancialmente, ya que la sección española de la colección ha ido, en su mayor parte, al Museo Carmen Thyssen Málaga y al Espai Carmen Thyssen de Sant Feliu de Guíxols. Además, los préstamos a instituciones internacionales, por los que la baronesa ingresa un tanto, se han multiplicado. La amenaza de sacar grandes lienzos de la colección, argumentando problemas de efectivo, ha marcado las negociaciones de los últimos años: la baronesa puede vender libremente sus obras sin permiso del Gobierno, aunque el acuerdo establece que mientras este dure solo puede deshacerse de obras por valor de un 10% del total de la colección. Primero fue la subasta de La esclusa, de Constable, por 28 millones de euros en 2012. Luego, los movimientos en 2017 para vender Caballos de carreras en un paisaje, un pastel de Degas que finalmente no abandonó el museo. Lo ha hecho ahora: desde el 1 de febrero, el Gobierno no otorga ya su garantía para esta pintura, ni para El puente de Charing Cross, de Monet, ni para El 'Martha Mckeen' de Wellfleet, de Hopper. El motivo: los había entregado a cambio de que Mata Mua se quedara. 

Así lo detallaba Guirao en su carta hecha pública el lunes. Según su relato, bajo su batuta el Ministerio había logrado cerrar un acuerdo con Carmen Cervera el pasado diciembre: durante 15 años, el Gobierno pagaría un alquiler anual de unos 7 millones de euros a la baronesa; transcurrido ese tiempo, el Estado tendría derecho de tanteo para la compra definitiva de la colección, a cuyo precio final habría que restarle el total del alquiler pagado, más de 100 millones de euros. Es el tipo de trato que llevaba años persiguiendo Cervera y que, de hecho, estuvo a punto de alcanzar con Ángeles González-Sinde, ministra de Cultura con José Luis Rodríguez Zapatero. Pero, con la salida de Guirao de Cultura y su sustitución por José Manuel Rodríguez Uribes, los planes se torcieron: "Una semana después de mi salida del ministerio los abogados de la señora Cervera piden el permiso de exportación definitiva para Mata Mua rompiendo de facto el acuerdo al que habíamos llegado", cuenta el exministro. Rodríguez Uribes declaró, en su comparecencia ante el Senado del pasado jueves, que desconocía los acuerdos a los que su predecesor había llegado con Tita Cervera y sus abogados —entre los que se encuentran los exministros del PP Ángel Acebes y José María Michavila—.

Acuerdo entre Cultura y Carmen Thyssen para el regreso del 'Mata Mua' y su colección por 15 años

Acuerdo entre Cultura y Carmen Thyssen para el regreso del 'Mata Mua' y su colección por 15 años

Este hubiera sido, de hecho, un acuerdo similar al que firmó su marido con Jorge Semprún primero (el alquiler) y Jordi Solé Tura después (la compra). En 1993, el Congreso aprobó la adquisición de las 775 obras por 44.100 millones de pesetas (unos 265 millones de euros). Entonces, la oposición denunció la opacidad de las negociaciones, la dureza de algunas cláusulas —que Tita Cervera sea vicepresidenta vitalicia de la fundación y que la familia pueda nombrar a cuatro de los doce miembros del patronato, entre otras— o que el Estado desembolsara cientos de millones que iban a ir a parar a paraísos fiscales. Hay ciertos paralelismos: las sociedades que gestionan hoy la colección de la baronesa, Coraldale, Omicron Collections y Nautilus Trustees, están en Panamá y las Islas Caimán. Ni el acuerdo suscrito con el barón ni el suscrito con la baronesa se han hecho públicos en ningún momento, y el museo se sigue negándose a facilitarlos por tratarse de contratos privados. De igual modo, el acuerdo al que llegó Guirao con la baronesa, y que finalmente se rompió, no se hizo público en ningún momento. 

Aquel permiso de exportación del que hablaba Guirao no siguió adelante, según él, ya que para sacar de manera definitiva la obra de España la baronesa habría tenido que pagar una tasa que Guirao cifra en 74 millones de euros, y que en cualquier caso debería ser del 30% de su valor declarado. Asegura Guirao que la propietaria del cuadro volvió a solicitar un permiso de exportación el 25 de marzo. El Ministerio de Cultura no ha aclarado por ahora si este nuevo permiso es definitivo, temporal con posibilidad de venta o solo temporal, pero hay que inferir que se trata de alguna de estas dos últimas modalidades: la baronesa asegura que está negociando con un museo europeo para exponer en él Mata Mua durante medio año. En caso de subastarlo, la tasa a pagar al Estado sería del 30% del precio real de venta, una cantidad seguramente más asequible y que Tita Cervera no tendría problemas de cash para pagar. Cediendo los cuatro lienzos a otros museos, la propietaria se ahorraría, además, los gastos de conservación y los seguros que normalmente abonaba el museo estatal. El Thyssen asegura que ni los gastos de desplazamiento de los lienzos retirados ni los seguros para su salida han corrido por cuenta del centro.

"Que vuelvan a España, aunque alguno se venderá, depende de la negociación con el Ministerio de Cultura", ha asegurado la baronesa. En su carta, José Guirao ya advierte de que "este movimiento de su salida lo ha hecho para conseguir mejores condiciones que las acordadas a finales de diciembre". Sin embargo, Rodríguez Uribes declaró el lunes que pretende alcanzar con la baronesa un acuerdo "razonable en tiempos de crisis" —es decir, a la baja—, que incluya Mata Mua: "No estamos en la situación previa del año pasado, sino en una situación económica más difícil y compleja". Esta mano quizás vaya ganándola Carmen Cervera. Habrá que ver la siguiente.  

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