Adiós a Ventura Pons, un director clave del cine catalán y LGTBI (con Ocaña de fondo al principio y al final)

Ventura Pons, en una imagen de archivo.

Tras una década dedicado a la dirección teatral, Ventura Pons irrumpía en el mundo del cine con Ocaña, retrato intermitente (1978), una película de culto, valiente y adelantada a su tiempo, en la que retrataba la Barcelona posfranquista a través de la mirada del rompedor artista andaluz José Pérez Ocaña. Y se da la circunstancia de que el último proyecto público del cineasta, fallecido este lunes a los 78 años fue este pasado año 2023 una colaboración literaria en Ocaña. El eterno brillo del sol de Cantillana (editorial Dos Bigotes).

Un texto delicado y cariñoso con el que de alguna manera conseguía la cuadratura del círculo casi medio siglo después, de alguna manera volviendo al inicio, orbitando en torno a un icono tan inspirador como Ocaña, a quien dedica unas palabras de lo más sentidas y que ahora cobran una dimensión trascendental: "A tus amigos nos gustaría, cuando nos llegue, estar en tu cielo. Ponme en la lista. Yo te pediría, si te enteras que estoy en camino, que me prepares para ese día un gazpachito de esos que te salen tan sabrosos". 

"Cuando leí eso me olió a despedida, aunque fuera hace siete u ocho meses. Pero se notaba que había algo ahí", apunta a infoLibre Carlos Barea, coordinador de ese ensayo coral sobre el artista andaluz, además de escritor, activista y colaborador del programa de televisión Cine de barrio, quien recuerda que en 2019 le trajo a Madrid para proyectar en el Ateneo precisamente su documental sobre Ocaña. "Pasé 48 horas con él y tenía mucho carácter, algo de ese estilo outsider", rememora.

Estrechando su relación desde entonces, más aún con su participación en el libro de homenaje a Ocaña a los cuarenta años de su muerte, Barea revela que el cineasta estaba actualmente "con dos proyectos a la vez", algo que le sorprendió cuando se lo contó porque "estaba ya algo torpe físicamente". "Yo le decía 'pero cómo se te ocurre, dos a la vez', y me decía que sí, que él tenía muchas ganas de seguir haciendo cosas y estaba buscando financiación, por lo que iba para adelante. Y de eso hace apenas dos meses", añade.

Dedicado a la creación hasta el último momento como forma ineludible de mantenerse vivo. Así era este cineasta, que llevó su debut de la mano de Ocaña hasta el Festival de Cannes y que a lo largo de los años fue construyendo una filmografía que le ha convertido en el director catalán más prolífico de la historia, con más de treinta películas en esta lengua. 

Títulos tan recordados como Amic/amat (1998), Manjar de amor (2001), Puta misèria (1989) o Carícies (1997). Pons estuvo nominado a los Premios Goya en cuatro ocasiones, en la categoría de Mejor Guion Adaptado por otros trabajos tan aplaudidos como El perquè de tot plegat (1994), Actrius (1996, con un elenco que congregó a Nuria Espert, Rosa María Sardà, Ana Lizarán y Mercé Pons), Anita no perd el tren (2000) Barcelona (un mapa), de 2007. También El vicario de Olot (1980), siendo esta última, en palabras de Barea, una cinta "muy curiosa porque habla de unas jornadas para debatir sobre religión y sexualidad en las que se crean dos bandos en los que unos están a favor del progreso y otros no". "Eso era en 1980 y ya tocaba temas muy actuales", remarca.

Y aún agrega Barea: "Se le debería haber colocado como un director esencial de los años de la Transición, porque Ocaña es de 1978 y daba como el pistoletazo de salida a esa época dorada del cine. Desde finales de los setenta hasta bien entrado el siglo XXI ha sido una figura imprescindible en el cine catalán, en el cine LGTBI y en el cine nacional también. Hizo películas increíbles. Siempre me ha extrañado que no haya sido más reivindicado por el cine en general, ya no solo el LGTBI. Me imagino que es precisamente por haber hecho un cine en catalán y no haber trascendido lo suficiente".

Ocaña, el sol que brilló en Las Ramblas y ardió en Cantillana hace 40 años: "Su trágico final es una epopeya"

Ocaña, el sol que brilló en Las Ramblas y ardió en Cantillana hace 40 años: "Su trágico final es una epopeya"

Ventura Pons fue vicepresidente de la Academia de Cine entre los años 1998 y 2001, bajo el mandato de Aitana Sánchez-Gijón, primera mujer en presidir la institución. Formó parte activa de la vida cultural barcelonesa y fue el motor de la reapertura de los Cines Texas de la Ciudad Condal, una iniciativa con la que mostró su pasión por el cine más allá de los sets de rodaje.

La Acadèmia del Cinema Català le ha calificado como "uno de los más importantes cineasta del país" y que más ha hecho "por el cine catalán y en catalán". "Referente de muchas generaciones por su talento, su sensibilidad y su capacidad de conexión con el público, su prolífica carrera ha sido reconocida dentro y fuera de casa", ha afirmado la Acadèmia.

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha destacado su "firme lealtad al cine de autor", afirmando que Pons "retrató como nadie su ciudad, Barcelona, y llevó el cine hecho en Catalunya a los principales festivales internacionales", por lo que deja para la posteridad "películas de vocación literaria". Su última producción fue Be happy! (2018), con la que coronaba una trayectoria que le valió la Medalla de Oro al Mérito a las Bellas Artes en 2001, la Cruz de Sant Jordi en 2007 y Premi Gaudí d’Honor en 2015.

Más sobre este tema
stats