Novela negra

El lado oscuro de la novela negra

El lado oscuro de la novela negra

Aunque no fue el primero, creo que no peco de injusta si digo que con él llegó el escándalo. Fernando Marías, horas después de que se supiera que entre los finalistas de la Semana Negra de Gijón 2016 no había ni una sola escritora, escribió esto en Facebook: 

FRONTERA 0% Junto a la satisfacción por los escritores que optan a los premios de la Semana Negra, algunos de ellos muy...Posted by Fernando Marías on domingo, 27 de marzo de 2016

¿Por qué te animaste a escribir esa denuncia?, le pregunto. "Ese 0% es una discriminación demasiado nítida y obscena que ha creado malestar, enfado y estupor. Me pareció necesario significarme y, de paso, invitar cabalmente a reflexionar sobre las causas de un hecho que se ha producido porque algo falla en alguna parte", me responde.

La sacudida, registrada a las 8.07 horas del 28 de marzo, tuvo réplicas inmediatas en forma de "me gusta" y comentarios. De autoras, claro, aunque también de autores como Toni Hill.

Creo que merece la pena cuestionar el concepto de novela negra asociado sistemáticamente a estereotipos que quedaron rancios hace décadas. A secretarias enamoradas platónicamente de sus jefes, a zorras manipuladoras, a chicas buenas que hornean bollos, mientras ellos, los detectives melancólicos, duros y cínicamente honestos, luchan por alejarse de la botella de whisky y se dejan lamer las heridas por la nena de turno, cuyo nombre, como el del lugar de la Mancha, olvidarán al amanecer.(…) Señores y señoras del mundo negro-literario, lo de las nominaciones que comenta todo el mundo no es más que una prueba de algo que ya existía, de manera más o menos subyacente; algo a lo que nadie parecía hacer caso y que se manifestaba en mesas exclusivamente femeninas (“¿cómo matan las mujeres?”) y en un tono de camaradería, de compañerismo casi de “mili”, entre los autores varones. Y entre los editores varones. Y entre los expertos varones. La fiesta empieza de verdad cuando las chicas buenas se van a la cama. Las nominaciones, también.

Dos días después, los ánimos seguían calientes, como lo demuestra este post de Berna G. Harbour del que entresaco estas afirmaciones:

Si escribo esto es desde la rabia por la invisibilidad habitual de la mujer, de la que aún somos víctimas, por muchas mesas a las que nos inviten sobre femicrimen donde yo suelo siempre decir: “¿y alguien le preguntó a Chandler si lo suyo era mascucrimen?”.(…)La Semana Negra de Gijón es masculina y machista. Pero no solo. Que no haya sido nunca premiada Alicia Giménez Bartlett o Claudia Piñeiro es solo comparable a que no lo hayan sido Lorenzo Silva o Toni Hill. Posiblemente ninguno de ellos responde al esquema que mola en Gijón. No importa. El público está con ellos y con nosotras, aunque quienes deciden en Gijón no lo estén.

Pero ciñámonos a la polémica original. Quien esto escribe ha intentado sin éxito ponerse en contacto con la organización de la Semana Negra de Gijón. ¿Has tenido respuesta de la organización?, pregunto a Marías en la esperanza de que él haya tenido más suerte. "No. Tampoco esperaba una respuesta personalizada. Pero supongo que habrá un comunicado y será, espero, positivo y abierto a esa reflexión". En sus palabras me parece atisbar una voluntad de mantenerse firme en la denuncia sin avivar innecesariamente la polémica, pero quizá es sólo una sensación… "Hay que estar del lado de las novelas buenas. Y, en consecuencia, abiertamente en contra de toda discriminación. Esta polémica tiene que servir para avanzar y construir".

Veamos qué posibilidades hay…

Por desgracia, lo que se denuncia es habitual. "El mundo de la novela negra es un mundo machista, donde algunos compañeros incluso reconocen abiertamente que no leen textos escritos por mujeres", lamenta Rosa Ribas, una de las que apoyó a Marías en las redes. "Los festivales de novela negra también lo son, con sus mesas redondas 'de mujeres' con las que los organizadores creen cubrir el expediente y dejar claro cuánto minusvaloran a sus compañeras ya que no las consideran dignas de participar en los debates de temas duros. O en el trasnochado manifiesto que han escrito los directores de los festivales de novela negra".

"Que de 18 finalistas en 4 categorías ninguno de ellos sea una mujer es, como mínimo, sorprendente y un hecho que se repite con cifras menos escandalosas cuando analizamos el palmarés de la Semana Negra de Gijón". La escritora Empar Fernández, que también tomó partido en Facebook, se suma a la conversación. "No es generalizable y, muy a menudo, las mujeres que escribimos novela negra estamos nominadas para premios en otros certámenes. Pero sí es cierto que es mundo muy masculino y que las autoras tenemos generalmente menos visibilidad (menos representación en mesas redondas, menos críticas en determinados medios...). Por otra parte intuimos que los hombres leen más novela escrita por hombres y, a menudo, disocian las novelas atendiendo al sexo de su autor". 

Es, se ha dicho ya más arriba, una protesta con pedigrí, un runrún que se escucha desde hace tiempo. "Antes de que Fernando escribiera su texto, ya éramos varios los que estábamos protestando en las redes", recuerda Ribas. "La denuncia que hace Marías la han formulado también otros autores de género que encuentran lógica nuestra protesta (Toni Hill, Félix G. Modroño, Carlos Zanón...) y han decidido manifestar su postura", asegura Fernández.

Pero todo parece haber entrado en una nueva dimensión. Y aunque Ribas considera injusto que el detonante haya sido el premio de la Semana Negra de Gijón, en su opinión, el festival que "con mayor sensibilidad y con menos paternalismo" ha tratado temas como el machismo en la literatura, ese "0 nominaciones de 18 posibles" en las categorías que se premian (mejor novela, primera novela y obra de no ficción de género negro; mejor novela histórica, y mejor novela de ciencia ficción y fantasía) escandaliza. "Imagino –dice Fernández– que no ha existido un propósito explícito, pero eso no evita que el resultado sea llamativo y profundamente injusto". O, como escribe Harbour en su post:

Rechazo los argumentos que estos días hemos podido leer sobre que no hay mala fe, que no ha habido mala voluntad. Seguramente no la hay, pero ¡eso ya no es excusa en 2016!

"Si tenemos en cuenta que las autoras de novela negra son numerosas y muchas de sus obras han obtenido muy buenas críticas, creo que el asunto merece una reflexión en profundidad, quizás incluso un replanteamiento –pide Empar–. A menudo, como autoras, topamos frontalmente contra círculos de una masculinidad acusada".

La obsesión por los números redondos

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El lado luminoso de esta negra polémica es que, o eso quiere creer Ribas, "la discusión está ganando en resonancia", y aún existe la posibilidad de que el debate cambie las cosas.

En cuanto a las cosas que las mujeres han de cambiar en el género… "Las mujeres no cambiarán el género por ser mujeres, sino en la medida en que lo hagan la calidad y la capacidad de innovación de sus obras, como lo han hecho Patricia Highsmith o Fred Vargas, por citar un par de ejemplos", afirma.

Y Empar Fernández coincide con ella. "No soy muy partidaria de señalar diferencias entre hombres y mujeres a la hora de escribir novela negra. Creo que al hacerlo se tiende a minusvalorar las novelas escritas por autoras y a considerarlas como un género menor. En todo caso sí considero indiscutible que las autoras contribuimos a diversificar el género, a permitir que respire buscando y encontrando nuevos delitos, nuevos protagonistas y nuevos escenarios y alejándonos de los estrictos patrones de la novela negra de corte clásico". Quizá no tan negra, pero no por ello menos criminal. Y de calidad.

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